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La tarea de desmontar el sistema de poder de Suárez

Leopoldo Calvo Sotelo ha trabajado durante sus cien primeros días con un Gobierno que él no nombró y con un partido, Unión de Centro Democrático (UCD), que estaba pensado para otro presidente. Sin embargo, no se puede decir que el actual Gabinete y la UCD de hoy sigan siendo, los de Adolfo Suárez, porque el nuevo jefe tomó de inmediato varias medidas que cambiaron el Gobierno más de lo que a primera vista parece. En estos momentos, en que se considera verosímil una crisis que cree de una vez el primer Gobierno Calvo Sotelo, también su plataforma política puede sufrir un cambio que dé lugar a otra formación distinta de UCD.

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Calvo Sotelo se preparó concienzudamente para ser el heredero de Suárez, empezando por ser casi el único dirigente centrista que, al no estar comprometido directamente con ningún grupo de UCD, podría ser aceptado por todos. Al dimitir, Suárez pensó en él creyendo que su escasa fuerza le haría caer en breve plazo.El hecho de ser propuesto por los suaristas acarreó a Calvo Sotelo su primera dificultad importante: el sector crítico se opuso con vigor a su nombramiento. Alcanzado éste, el candidato sorteó la lucha del congreso centrista en Palma de Mallorca permaneciendo al margen de ella. Corría un riesgo calculado: la constitución de una nueva dirección fiel al anterior presidente, que con el tiempo tendría que hacer derivar.

Pero la guerra civil interna de UCD, y Calvo Sotelo lo sabía, se difuminaría prácticamente con la desaparición de su causa principal: Suárez. Mucho más importante que eso: Calvo Sotelo heredaba la dirección de los asuntos públicos con un golpe de Estado intentado precisamente el día que le votaba el Congreso.

La precariedad extrema con que comenzaba su mandato le impidió hacer una crisis total del Gabinete, más aún cuando el país recordaba muy bien las largas, conspirativas y dolorosas crisis anteriores. En esta situación, Calvo Sotelo optó por quedarse con la misma lista de nombres, lo que evitaba conspiraciones y maniobras, pero haciendo los retoques necesarios a la estructura para poder trabajar con ella.

El "Sanedrín"

En primer lugar cesó a Rafael Arias Salgado, primer albacea de Suárez, en el Ministerio de la Presidencia, y lo sustituyó por Pío Cabanillas. Después podó el Gobierno de algunas de las ramas que Suárez le había puesto forzadamente para resolver sus crisis, y unificó algunos departamentos. Manuel Gutiérrez Mellado, que había intentado el papel de mediador entre los militares y Suárez, también se fue con éste. Finalmente, un leve corrimiento para incorporar a un hombre de toda su confianza, Luis Ortiz, en Obras Públicas y Urbanismo. Todo ello realizado en un solo día.Pero, sobre todo, constituyó en seguida un Gabinete de crisis, que no tiene carácter oficial, pero es el que se reúne frecuentemente con el presidente y, sobre todo, cuando hay que tomar decisiones graves. Son los ministros de la Presidencia, Pío Cabanillas; de Justicia, Francisco Fernández Ordóñez; de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez-Llorca; de Defensa, Alberto Oliart; del Interior, Juan José Rosón, y de Administración Territorial, Rodolfo Martín Villa. Los ministros que se reunían con Suárez y configuraron el estado mayor de su política recibieron el nombre de la empresa; a los de Calvo Sotelo les llaman ahora el sanedrín. El Consejo de Ministros completo se reúne cada dos semanas, en lugar de cada viernes.

Curiosamente, todos los miembros del Gabinete de crisis pertenecían teóricamente al grupo suarista, pero ninguno ha hecho esfuerzos por salvar la herencia del Gobierno de Suárez ni durante estos cien días ha lamentado su ausencia. Al contrario, se han preparado para trabajar con el nuevo jefe durante largo tiempo.

La principal sorpresa que ha dado Calvo Sotelo es su voluntad de durar, inaugurando para ello una nueva etapa de Gobierno, que comenzó con un prólogo que consistía en dejar en entredicho los métodos de Suárez. Si éste rehuía a la Prensa, Calvo Sotelo convocó a los periodistas inmediatamente después de ser investido; si Suárez no quería ir al País Vasco, Calvo Sotelo acudió al funeral del primer atentado ocurrido en su mandato.

Frente a la impresión de aislamiento en la Moncloa dada por Suárez, Calvo Sotelo comenzó acudiendo a inaugurar la central nuclear de Almaraz, empezó a recibir a todo tipo de estamentos y grupos, fue a las zonas afectadas por la sequía en gesto de solidaridad y atención, intentando, en suma, dar una imagen de seriedad y trabajo que intuía que Suárez había perdido.

El partido de Suárez

Finalmente, el presidente retiró del Congreso el proyecto de ley del Gobierno y la Administración, que Suárez había enviado para dar forma legal a su modelo de Gabinete, que con Calvo Sotelo será otro distinto. Y todo ello rodeado de un aura conservadora, como símbolo de la nueva dirección de la política.El proceso en el partido ha sido paralelo, aunque con notas propias. Como comentaba poco después del congreso de Palma un importante miembro del Gobierno «presidente no hay más que uno», y así, aunque el testamento de Suárez dejaba una presidencia propia a UCD, en un intento de constituir una instancia desde la que controlar el Gobierno, el partido ha seguido teniendo como característica principal el ser una estructura colgada del ejecutivo.

El congreso de Palma eligió una dirección mayoritariamente suarista, pero esta característica era voluble: la mayoría de los suaristas han conservado esa condición sólo porque Suárez era el presidente. Después se han dividido. Una gran parte, constituida por los que tienen responsabilidades de gobierno, ha cambiado su fidelidad en favor del nuevo presidente.

Diversidad en UCD con Suárez y Calvo Sotelo

La otra mitad sigue siendo suarista y está dirigida por el ex ministro Arias Salgado. Su objetivo, configurarse como alternativa progresista al conservadurismo de la nueva situación, comenzó a dibujarse cuando hombres próximos a Arias Salgado anunciaron la constitución de una corriente centrista pura entre los diputados, y tuvo su primera actuación en el congreso de las Juventudes de UCD, con relativo éxito, ya que logró formar una candidatura, que fue victoriosa, del mismo corte que la corriente.La operación estaba protegida por la propia dirección del partido, lo que revela que el suarismo sigue siendo una fuerza importante en UCD, entre otras cosas, porque cuenta con un argumento de gran peso: UCD es un invento del suarismo. Sin embargo, les ha fallado el nuevo presidente del partido, Agustín Rodríguez Sahagún, elegido por Suárez precisamente para garantizar la continuidad, y que, sin embargo, ha derivado rápidamente, procurando aparecer como presidente de todos, al tiempo que iniciaba una operación de acercamiento pleno a Calvo Sotelo. Actualmente, Rodríguez Sahagún no parece ofrecer a los suaristas ninguna garantía de apoyo incondicional.

UCD está entrando en una etapa decisiva. Por un lado, Calvo Sotelo parece tener casi diseñado el nuevo esquema de lo que sería su plataforma política para las próximas elecciones. Esta plataforma podría captar a personalidades de tinte liberal-conservador hoy ajenas al partido.

La operación dependerá en gran medida del resultado de las asambleas provinciales que se celebrarán, de aquí al verano, para renovar todos los cuadros, y que expresarán, en la nueva relación de fuerzas que arrojen, la situación real dentro de UCD. Si el resultado es bueno para el presidente, la maniobra de desmontar la herencia de Suárez se completaría adelantando las elecciones, seguramente, a 1982. Las nuevas listas de diputados y senadores serán controladas, precisamente, por los nuevos cargos provinciales que salgan de esas asambleas, según disponen los estatutos aprobados en Palma.

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