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Las conclusiones de la "cumbre" franco-germana satisfacen más a Moscú que a Washington

Washington El propósito de «cooperación» con la Administración Reagan y la advertencia de reacción ante cualquier intervención «exterior» en Polonia, son los dos aspectos de la cumbre franco-germana mejor acogidos en Washington. Sin embargo, iniciativas como la francesa sobre Afganistán, o el punto de vista europeo a propósito de la OLP, son vistos con gran recelo en la Casa Blanca.

Moscú, por su parte, ha acogido con satisfacción los resultados de la cumbre Giscard-Schmidt, sobre todo por lo que se refiere a su punto de vista favorable a una conferencia de desarme. Moscú, simultáneamente, ha lanzado una gran campaña propagandística destinada a poner de relieve urbi et orbe las supuestas intenciones norteamericanas de hacer de Europa un escenario de la confrontación nuclear entre EE UU y la URSS.Sin llegar al «lenguaje duro» de los dirigentes norteamericanos frente a la URSS, acusada abiertamente de practicar el «terrorismo político», los dos principales aliados europeos, el presidente Valéry Giscard d'Estaing y el canciller Helmut Schmidt, se alinean en parte con las tesis de Washington en relación con Moscú, aunque de manera mucho más «moderada» que la deseada por el presidente Reagan.

El deseo francés de convocar una conferencia internacional sobre el futuro de Afganistán, no suscita ningún entusiasmo en Estados Unidos. Caso de llevarse a término y conseguir una retirada de las tropas soviéticas de Kabul, la Administración Reagan «perdería» uno de sus mejores argumentos para sostener el ambiente de «guerra fría», que no se sabe muy bien si obedece a la necesidad de justificar políticamente una nueva carrera de armamento en EE UU o, simplemente, «subir el precio » en una futura negociación de limitación de armamento con la URSS.

El proyecto de resucitar la «bomba de neutrones», lanzado por el nuevo secretario norteamericano de defensa, Weinberger, fue moderado veinticuatro horas después por el secretario de Defensa, Haig, ante la oposición que encontró en los países europeos miembros de la OTAN.

Washington no quiere «asustar» a sus aliados europeos, aunque sí convencerlos de la necesidad de un «reequilibrio» de fuerzas entre la URSS y EE UU. Para ello, anuncia todo un nuevo arsenal bélico en Estados Unidos.

Los soviéticos, por su parte, han reaccionado bastante favorablemente a las conclusiones de la cumbre franco-germana del jueves y el viernes. Pravda, diario oficial del PCUS, señalaba ayer que Giscard d'Estaing y Schmidt se inclinan por el mantenimiento del equilibrio militar entre los dos bloques, «lo que supone la prosecución de los esfuerzos en favor del desarme».

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Pravda se felicitaba ayer de que París y Bonn se hayan pronunciado por una conferencia de desarme en Europa. Simultáneamente, la agencia Tass daba gran publicidad a la condena de la bomba de neutrones por el presidente de la Academia de Medicina de la URSS, NikoIai Blojine.

Aludiendo a la eventual decisión norteamericana de producir la bomba, que anunció Caspar Weinberger y congeló Alexander Haig, el científico soviético declara que «desplegar la bomba de neutrones norteamericana en los países europeos es hacer de estos países un blanco en caso de guerra nuclear». Para Blojine, citado por Tass, Estados Unidos no tiene demasiado aprecio por la vida de los europeos si tiene la intención de transformar el viejo continente en escenario de operaciones militares nucleares.

La bomba neutrónica

La bomba de neutrones, afirma el científico soviético, es el arma más terrible y mortífera entre todas las nucleares. «Según los cálculos de los científicos norteamericanos, al menos 150 millones de personas encontrarían la muerte en su primera fase, en el primer choque».

El aparato informativo soviético hace coincidir los juicios sobre la bomba de neutrones y las supuestas intenciones norteamericanas con una información, distribuida en París por la agencia oficial Novosti, según la cual un plan estratégico nuclear estadounidense, conocido con el nombre de código US C-in-C EUR constituye un «documento operacional para desatar una guerra nuclear en Europa».

Novosti afirma que este plan, elaborado hace tiempo, es divulgado en este momento para que Europa comprenda que Washington quiere servirse de ella como un paraguas nuclear para protegerse en caso de conflicto». La agencia soviética da cuenta al mismo tiempo de la «directiva presidencial norteamericana número 59», en la que, según Novosti, Estados Unidos «apunta a una guerra nuclear limitada que les ofrecería la ventaja de un ataque preventivo basado en los euromisiles, lo que les permitiría alcanzar los objetivos soviéticos entre cuatro y seis minutos».

Si Afganistán y Polonia son puntos de consenso entre norteamericanos y europeos, otros temas internacionales distancian los puntos de vista de Washington y la mayoría de capitales europeas. Oriente Próximo, por ejemplo, donde el capítulo Organización de Liberación Palestina (OLP) enfrenta las tesis de europeos, al considerarla, de hecho, como un elemento clave para un compromiso de paz duradero en la zona, mientras que Estados Unidos radicaliza sus consideraciones en torno a la OLP como una «organización terrorista».

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