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La guerra entre Irán e Irak

Moscú, aparentemente neutral, hace un llamamiento diálogo

La Unión Soviética hizo ayer un llamamiento a la «cordura» a Irak e Irán por medio de un comentario del periódico Izvestia, órgano del Comité Central del PC. En un tono que parece confirmar una actitud neutral de Moscú ante la guerra declarada entre ambos países, el diario afirma que se trata de un conflicto en el que nadie tiene derecho a inmiscuirse y que debe ser resuelto «con buena voluntad y sabiduría política».El diario soviético, en el primer comentario a la guerra aparecido en la URSS, estima que es el imperialismo norteamericano el beneficiado por el conflicto y desestima el petróleo como causa de las hostilidades.

De otra parte, el embajador iraní en Moscú fue recibido ayer durante dos horas por el vicepresidente del Soviet Supremo, Usmankhodjaev. El representante iraní, Mohamed Mokri, se declaró satisfecho de la entrevista, en la que pidió que cese el envío de armas soviéticas a Irak. Mokri, cuyo encuentro se produce veinticuatro horas después de una visita de dos días a Moscú del viceprimer ministro iraquí, Tariq Aziz, declaró que en su opinión Moscú mantenía una actitud neutral en el conflicto.

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Moscú acogió con aparente reserva, y en todo caso con especial discreción, la visita del consejero presidencial iraquí, muy próximo al presidente, Saddan Hussein.

La información soviética se limitó a una breve nota sobre un encuentro, el lunes, del consejero Tariq Aziz con el secretario del Comité Central del partido -especializado en relaciones con partidos y regímenes «progresistas», es decir, considerados aceptables por el comunismo soviético-, Boris Poricmariov, a la que asistió también el miembro del CC Viktor MaItsev, un primer viceministro de Asuntos Exteriores. La nota indica tan sólo que se discutieron «cuestiones actuales sobre la situación internacional y en el Oriente Medio y Próximo», sin añadir siquiera, como es costumbre, el clima que caracterizó las conversaciones.

Fuentes iraquíes, que dieron la noticia de la llegada del enviado de Bagdad el domingo por la tarde, y de su marcha, el lunes, nada quisieron añadir, salvo que la conveirsación duró dos horas y media, y evitaron la cuestión de si se habi.a tratado alguna cuestión relacionLda con suministros de armas soviéticas a Iraq.

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La URSS, que mantiene con Iraq un tratado de amistad y cooperación, ha suministrado el grueso del armamento de las fuerzas armadas iraquíes, pero reiteradamente han corrido rumores sobre insatisfacción de Iraq, por desear armas más modernas y sofisticadas. La URSS, tras las adversas experiencias de las guerras con Israel y sobre todo la lección de Egipto, se muestra reacia a suministrar estas armas por temor de que puedan llegar a manos de los servicios de inteligencia norteamericanos.

El problema actual es más inmediato: Moscú desea obviamente mantener las mejores relaciones con Iraq (y cuantos países árabes pueda), pero al mismo tiempo se resiste a dejar perder los tenaces esfuerzos que viene realizando, para presentarse como el «amigo natural» y hasta el protector de la revolución iraní frente a las maquinaciones de Washington.

Además, los dirigentes soviéticos, que tienen verdadera obsesión por situaciones estables y predecibles -hasta el punto de haber mantenido innegables buenas relaciones con el Irán del sha, con el que al menos sabían a qué atenerse-, sienten una obvia preocupación por el hecho de que en su frontera sur a la irremediable hostilidad china se una en Irán un nuevo factor explosivo de desestabilización.

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