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La guerra entre Irán e Irak

Muskie: "Estados Unidos es completamente ajeno al conflicto"

La guerra entre Irak e Irán es el tema de principal preocupación entre los ministros de Asuntos Exteriores de prácticamente todos los países del mundo que participan actualmente en Nueva York en la 35ª Asamblea General de las Naciones. Kurt Waldheim, secretario general de la ONU, invocando el «grave peligro para la paz mundial» que supone el conflicto entre Irak e Irán, utilizó las prerrogativas de su cargo para celebrar una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU. Los quince miembros del Consejo de Seguridad se reunieron a las veintitrés horas (hora española) para efectuar consultas sobre la crisis.

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Edmund Muskie, secretario norteamericano de Estado, también presente en las Naciones Unidas, no se cansó de repetir a los periodistas que «Estados Unidos es completamente ajeno al conflicto y confía en una rápida solución pacífica». Posición de máxima reserva que no oculta la preocupación de EE UU por las implicaciones que la nueva guerra tendrán en la liberación de los 52 rehenes norteamericanos detenidos en Teherán y el eventual bloqueo del estrecho de Ormuz, por donde circula todo el petróleo que exportan a Occidente los países del golfo Pérsico.Medios diplomáticos norteamericanos consideran que la nueva situación bélica supondrá un retraso en la liberación de los rehenes. Washington desmintió oficialmente la noticia lanzada por Radio Bagdad, que en la madrugada del martes anunció la «liberación de los rehenes norteamericanos», como maniobra del ayatollah Jomeini para obtener el apoyo militar de EE UU contra Irak.

Desde la tribuna de las Naciones Unidas, donde ayer pronunció un discurso de hora y cuarto de duración, el jefe de la diplomacia soviética, Andrei Gromiko, eludió entrar en consideraciones sobre el nuevo conflicto.

Gromiko criticó el «giro» de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en la política de refuerzo militar que modifica el equilibrio a que habían llegado soviéticos y norteamericanos gracias al tratado de limitación de armas nucleares estratégicas SALT II, acusó a Washington de no querer ratificar el mismo -situación creada por la intervención militar soviética en Afganistán- y denunció el despliegue de fuerzas militares estadounidenses con nuevas bases de Africa oriental, Somalia en particular.

El ministro soviético de Asuntos Exteriores justificó, con la consabida doctrina oficial soviética, «la asistencia al pueblo de Afganistán en defensa de su soberanía ante la amenaza exterior». Intervención también realizada para impedir que surgiera un peligro en la frontera meridional de la URSS. Repitió que se habían retirado tropas soviéticas y que se seguirá el proceso paralelamente a la «normalización» de la vida política en Afganistán.

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Las tensiones en Europa, tema que será el eje central de la entrevista de mañana en Nueva York entre Gromiko y su homólogo norteamericano Muskie, fueron expuestas por el político soviético como fruto del aumento del potencial militar de los países de la OTAN. Advirtió la necesidad de no ampliar ninguno de los pactos o alianzas militares -con clara alusión a la eventual entrada de España en la OTAN- y recordó la «buena disposición» de la URSS para iniciar conversaciones sobre una limitación de armas nucleares de alcance medio, la moratoria de un año para todo progreso en material nuclear, bélico y la necesaria tendencia hacia la desaparición simultánea de la OTAN y el Pacto de Varsovia.

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