¡Esto es la guerra!
«Ça, c'est la guerre!». Esto dijo tranquilamente el sábado 20 de septiembre un periodista holandés que con otros colegas árabes y extranjeros volvía de una visita al Kurdistán iraquí. Quien esto firma estaba también en el grupo y vio lo que todo el mundo: un par de millares de vehículos de todas clases, carros de combate incluidos, moviéndose en interminables caravanas unos cuantos kilómetros al sur de Kirkuk y rumbo al Este.Otro colega, el hoy bien ocupado Jean-Michel Cayot, de la AFP, en Bagdad, había tenido la humorada de contar los autos, camiones y carros, y dejó la tarea al Regar a ocho cientos, abrumado. El grupo pudo calcular razonablemente que en pocos días los efectivos completos de dos o tres divisiones blindadas se dirigían, para algo, al este del país.
A la una de la madrugada del martes, 23 de septiembre, el mando político de Irak (es decir, el Consejo Revolucionario, máxima instancia) anunciaba que las fuerzas armadas habían franqueado las fronteras y penetraban en suelo iraní. En el momento de escribir éste artículo parece que las van guardias iraquíes están junto a Abadán, en pleno Arabistán (la provincia iraní del Juzestán). La guerra es un hecho.
No es ocioso empezar una reflexión sobre lo que pasa por el Arabistán. «Tierra de los árabes», literalmente orilla derecha del Chat el Arab eternamente disputado, la minoría árabe, mayoritaria incluso aritméticamente hasta hace pocos años, podría recibir a los tanquistas iraquíes como verdaderos liberadores que pondrían fin al proceso -mal conocido en Occidente- de iranización que el régimen de los b dos Pahlevi, padre e hijo, llevaron a d cabo implacablemente allí.
Este desastre cultural comportó el nacimiento de algo muy parecido a una resistencia que llegó a tener expresiones armadas -sobre todo sabotajes a los oleoductos- y políticas, como la creación de un a Frente de Liberación de Arabistán, que dispuso de facilidades financieras y de una emisora de radio en Bagdad hasta la fecha clave de marzo de 1975. Entonces, y por sorpresa, el hombre fuerte del régimen y hoy presidente de la República, Saddam Hussein, firmó con el difunto sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi, un acuerdo que resolvía los diversos contenciosos políticos y territoriales entre los dos países. El acuerdo fue denunciado por Iraq el 17 de septiembre.
En resumen, Irán aceptaba devolver a la soberanía iraquí pequeñas porciones de territorio a lo largo de la vasta frontera -en total unos quinientos kilómetros cuadrados- y liquidaba de la noche a la mañana el apoyo que había prestado a la insurrección kurda del líder histórico y feudal de la resistencia kurda, el mullah Mustafa Barzani, pesadilla de todos los regímenes iraquíes, antes y después de julio de 1968, cuando el partido Baas, arabista y socialista, tomó el poder.
Irak aceptaba, por su parte, una delimitación de las áreas de soberanía respectiva en Chat el Arab y cancelaba su ayuda a la resistencia arabistana. Aparentemente, el acuerdo fue favorable al sha, pero no es posible olvidar que permitió a Saddam Hussein hundir definitivamente a Barzani y acabar con un problema que, literalmente, impedía la consolidación de la unidad nacional, comprometía el desarrolo económico y social y hacía peligrar todo el sistema. El Baas había acudído a medios militares y políticos contra los pesh mergas guerrilleros barzanistas) y promulgado un estatuto de autonomía que, mal que bien, es el primer intento serio y sagaz de integrar a los kurdos en un Estado unitario, pero ue acepta la existencia de un puelo con derechos nacionales. El 19 de septiembre, precisamente, se an celebrado con éxito las eleciones en las tres provincias kurdas para crear el primer Parlamento autónomo, una especie de «Generalidad kurda», para entendernos.
Los iraníes nunca cumplieron el cuerdo en el tema de los territorios. Repetidas gestiones del régimen iraquí se enfrentaron siempre a respuestas ambiguas y a aplazamientos. Saddam había llamado enérgicamente la atención del sha sobre las consecuencias peligrosas que tendría tal actitud. Hay que recordar que el Baas es, sobre todo, un partido panárabe y que no transige en absoluto cuando se trata del honor de los árabes o del futuro de la nación árabe. Esto explica que los soldados y el partido vayan -a la guerra con la sensación -que los medios oficiales engrandecen, magnifican y exaltan- de que ellos están luchando «en la frontera este de la patria árabe».
El liderazgo regional
Así pues, el hecho de que el sha incumpliera su acuerdo en materia territorial y que sea el Baas el partido en el poder, explican en buena parte la situación actual, auxiliados por otros factores del contexto regional, como la aparición en Irán de un régimen chiita confesional que alarma a Bagdad, donde el Baas hace gala de ser una formación laica y de progreso', que sólo aspira a un buen entendimiento con los ulemas y es respetuosa con el Islam, pero de ningún modo acepta intromisiones de la jerarquía religiosa en los asuntos políticos.Finalmente -y por no hacer mención del largo proceso diplomático, que empezaría cori el imperio otomano a partir del siglo XVI o por no hablar de la condición colonia¡ de Irak bajo la influencia inglesa, que, por ejemplo, explica el acuerdo sobre Chat el Arab de 1937, literalmente dictado desde Londres a Bagdad-, hay que mencionar el hecho dip que el Irak baasista espera confirmar su condición de primera potencia regional y no rehúsa los beneficios morales y psicológicos que le darían una eventual victoria militar, aunque es una opinión oficial que no tiene pretensiones territoriales en Irán, y distingue bien entre lo que sus diarios llaman el régimen racista persa -jomeinista y los pueblos de Irán; es decir, el mosaico de árabes, kurdos, turcomanos, baluchis.
Irak está en pleno desarrollo económico, no hay desempleo y la autoridad se ejerce allí sin contemplaciones y con vigor. El crecimiento anual de la economía es del 10% y esto no se explica sólo por el incremento de los precios del petróleo (3,5 millones de barriles diarios exportados). Es, pues, para este país, una hora histórica y el tema se trata en Bagdad como tal.
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