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"Podemos aportar una cultura democrática y progresista"

Primeras Jornadas de Intelectuales Latinoamericanos Exiliados en España

Aparte de una serie de peticiones y recomendaciones concretas que los intelectuales latinoamericanos exiliados en España han decidido presentar para ellos y para todos los exiliados latinoamericanos, los participantes han acordado por unanimidad manifestar su «repudio absoluto a los regímenes militares latinoamericanos y a todo el sistema de vida o de muerte que están implantando», y proponer como candidatas al Premio Nobel de la Paz a «las madres locas de la plaza de Mayo, de Buenos Aires» (grupo de madres de desaparecidos que, una vez por semana, se manifiestan en esta plaza bonaerense para pedir cuentas sobre sus familiares y a las que el Gobierno les ha puesto el calificativo de «locas»).El congreso, primero de estas características que se realiza en España, que ha agrupado básicamente a intelectuales emigrados de Argentina, Uruguay y Chile, ha servido en primer lugar, como señalarían repetidamente los participantes, para «la intercomunicación de los diversos ámbitos de la cultura latinoamericana en el exilio y para tomar una conciencia más clara de la unidad -a pesar de la diversidad- de la cultura latinoamericana y hasta hispanoamericana».

Con esto se cumplía uno de los objetivos que el secretario de la comisión de cultura del PSOE, Ignacio Sotelo, había presentado en el acto de apertura. Otro de los objetivos, el de llamar la atención de la sociedad española sobre los problemas que viven como exiliados y, sobre todo, de la oportunidad que tiene España de aprovechar su convivencia y sus creaciones culturales, también fue estudiado por los intelectuales latinoamericanos.

Aunque se han esgrimido razones de solidaridad y de devolución de los favores prestados a tanto español exiliado en otro tiempo en Latinoamérica, este argumento sólo ha sido utilizado por los españoles participantes (Gregorio Peces-Barba, Justino Azcárate, Faustino Lastra, José María Maravall, Carlos Revilla, Elías Díaz, Félix Grande, Javier Solana y el propio Felipe González, entre otros). Los intelectuales latinoamericanos, entre los que se encontraban David Viñas, Carlos M. Rama, Eduardo Galeano, Cristina Peri Rossi, Alberto Adelach, Eduardo Bonati, Ignacio Colombres, Jorge Díaz, Julio Huasi, Erich Schnake, Daniel Moyano y Guido Castillo, piensan que es una razón de mayor peso el aprovechamiento, incluso egoísta, que España puede hacer de la cultura latinoamericana, que si en estos momentos está en auge no sólo en España, sino también en todo el mundo, se debe fundamentalmente a que presenta unos contenidos de valor universal.

Según cálculos del Pen Club Latinoamericano en España, la cifra total de los latinoamericanos residentes en nuestro país sería de unos 120.000, de los cuales la mitad viven en la provincia de Barcelona; un 45%, en Madrid, y el resto, en otras provincias. De entre estos exiliados, más de mil personas habría que situarlas en el campo de la cultura o de los oficios intelectuales. En el caso de la literatura, una promoción de novelistas, poetas y dramaturgos están escribiendo y editando sus obras en España.

Por otra parte, los latinoamericanos se sienten unidos y muy identificados con la cultura española. «Tenemos un idioma común, héroes comunes, muertos comunes y proyectos comunes», diría Carlos Rama, uruguayo, profesor de la Universidad de Barcelona, «y siempre una comunidad de intereses, unidos en parte por las circunstancias trágicas.» El escritor David Viñas propondría también «esa terca y sombría identidad que nos hace estar en una humana versión del quijote caballero en favor de los raros y oprimidos». «Pedimos», sintetizarían, «que nos dejen participar en la tarea de creación y de desarrollo tecnológico, científico, intelectual y cultural de este país.»

Las dificultades para esa integración no sólo provienen de una legislación represora -se manifestaría en el congreso-, sino también de otras causas más generales. «Vosotros», dijo el secretario general del Partido Socialista Obrero Español, Felipe González, en la sesión de clausura, «tenéis que soportar, al igual que nosotros, los sufrimientos derivados del tránsito a la democracia. Y en estas circunstancias no se dan las mejores condiciones para ningún tipo de desarrollo intelectual, no sólo de vuestra obra, sino también de la de los propios españoles.» Gregorio Peces-Barba, secretario del Grupo parlamentario Socialista, señalaría que, como intelectuales libres, «formáis parte de un sector incompatible con filosofías cerradas». Esas filosofias cerradas, esas ideologías de las derechas, son las que producen la xenofobia, que, según Carlos Rama, es uno de los rasgos más constantes de las ideologías de las derechas e invariablemente, en todos los espisodios de discriminación y rechazo a la integración social de los extranjeros y persecución de las minorías foráneas, son los reaccionarios quienes orientan y realizan este tipo de operaciones.

El poeta español Félix Grande pondría también en guardia a los intelectuales latinoamericanos contra lo que él llama la «prexenofobia» del pueblo español hacia los latinoamericanos, en parte debido a estereotipos, pero fundado también, en alguna medida, en razones concretas.

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