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Prueba de fuerza militar de EEUU en Guantánamo

Sólo unas horas después de que el presidente Carter criticara al régimen castrista en términos desacostumbradamente duros, más de 2.000 infantes de marina norteamericanos iniciaban un desembarco en la base naval de Guantánamo, situada en el extremo suroriental de Cuba, en unas maniobras militares

Bajo intensas lluvias tropicales, los marines comenzaron su ejercicio a primera hora de la mañana de ayer, utilizando helicópteros y vehículos anfibios en el desembarco. Un buque oceanográfico soviético, que, según los norteamericanos, es un navío-espía, se encontraba cerca de las costas de Guantánamo. No se produjeron accidentes en el desembarco, ni tampoco incidentes con el Ejército cubano, que había movilizado a unos millares de reservistas en la región cercana a la base naval.Los 2.000 marines que llegaron ayer a la única base que Estados Unidos tiene en un país comunista permanecerán en Guantánamo por lo menos un mes. La acción está evidentemente destinada a mostrar la presencia militar norteamericana en el mar Caribe y la intención de Washington de continuar en la base de sesenta kilómetros cuadrados que obtuvo «a perpetuidad» en los primeros años de este siglo.

Esta medida, junto con la creación de una fuerza especial conjunta en Key West (Cayo Hueso) y el incremento de las patrullas navales en el área, son parte de la «respuesta» de Washington a la presencia de una unidad del Ejército soviético en Cuba, que La Habana insiste es un centro de entrenamiento, y al «aventurerismo» militar cubano-soviético en el Tercer Mundo.

Con idéntica finalidad, el Pentágono envió a principios de esta semana al portaaviones Midway y otros seis buques de guerra al océano Indico y al mar Arábigo, para «mostrar la bandera» de Estados Unidos en la estratégica región del golfo Pérsico. Esta fuerza naval podría ser el embrión de la anunciada V Flota, similar a la VII Flota del Pacífico y a la VI Flota del Mediterráneo, que operaría en el Indico.

La Administración Carter parece haberse inclinado ahora hacia una línea de mayor dureza frente a Cuba, según se desprende de las palabras pronunciadas en Illinois el martes por el presidente y de declaraciones de altos funcionarios a medios informativos sobre la «nueva estrategia» respecto a Cuba. A grandes líneas, esa estrategia sería la de contrarrestar la influencia castrista en el Tercer Mundo, tanto a nivel militar como ideológico, en detrimento de la normalización de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana.

Utilizando el lenguaje más duro hasta la fecha sobre el tema cubano, Carter acusó al régimen castrista de mantener «el país más militarizado del mundo», y advirtió que su Administración no piensa reconocer diplomáticamente al Gobierno cubano hasta que éste abandone sus injerencias en los asuntos internos de otras naciones y libere a «millares de presos políticos».

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Ataques al castrismo

El presidente norteamericano se refirió al tema de Puerto Rico, y dijo que Castro está azuzando constantemente a los puertorriqueños a buscar la independencia, cuando ellos no la desean. Hablando en una asamblea municipal en Dolton (Illinois), un Jimmy Carter que aparece ya como candidato a la presidencia, aseguró que Cuba no podría sobrevivir económicamente si no fuera porque los soviéticos invierten a fondo perdido ocho millones de dólares diarios en la isla.

Al mismo tiempo que el presidente lanzaba estos duros ataques contra el régimen castrista, funcionarios anónimos de su Gobierno filtraban a los medios informativos la existencia de la llamada «directiva presidencial número 52», en la que se recoge la nueva política de Washington frente a Cuba.

Este documento fue firmado por Carter después de su alocución al país en la que anunció una serie de medidas económicas y militares para «responder» a la presencia de tropas rusas en Cuba. Carter pide en el documento que la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado confeccionen una estrategia para frenar las actividades de Cuba y conseguir el aislamiento diplomático del castrismo, pero, según los funcionarios, no autorizará intentos de derrocar a Castro.

En líneas generales, Carter ordena que se incremente la ayuda militar y económica a los países del Caribe y de Centroamérica, para «competir» de forma más eficaz con la influencia castrista en el área. Casi simultáneamente, Washington acogía con notable agrado el golpe de Estado en El Salvador, se congratulaba de las promesas de liberalización hechas por los dos coroneles que ahora rigen el inestable país y negaba rotundamente cualquier participación en el pronunciamiento que puso fin al régimen ultraderechista del general Carlos Humberto Romero.

Las noticias procedentes de la isla de Granada, sobre un complot frustrado contra el régimen del presidente Bishop, y las protestas de cinco naciones caribeñas contra las maniobras norteamericanas en Guantánamo añaden elementos de tensión a este área geográfica, donde Carter está decidido a «enseñar sus músculos», e impedir cualquier movimiento revolucionario, especialmente si está apoyado por Cuba.

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