Octavio Paz: "Para mí la literatura es sinónimo de heterodoxia"
El escritor mexicano ha sido galardonado con el premio Águila de Oro
Octavio Paz, 65 años, viajó directamente desde su país a Niza para recibir el Aguila de Oro, premio que le otorgó el XI Festival del Libro de Niza, en reconocimiento a la totalidad de su obra. El premio consiste en 30.000 francos franceses, unas 450.000 pesetas.Paz acepta gustoso dialogar con un corresponsal de un diario español. Su evidente buena disposición, inmediatamente después de almorzar con el jurado que le otorgó el premio, en el lujoso hotel Negresco, de Niza, obedece a razones que surgirán más tarde en el transcurso de la entrevista. Para él, el futuro democrático de Latinoamérica depende en gran medida de lo que califica como el «experimento democrático español», en el que tiene fe, pero con reservas: «Hispanoamérica necesita desterrar el monólogo para entablar la costumbre del diálogo. Sólo así estaremos en camino a la democracia.»
«El premio me ha gustado por dos razones -nos dice-; primero, porque fue discernido por un jurado de escritores y críticos independientes. Es un premio que da un grupo de escritores a otro escritor. La otra razón es que es un premio francés y yo me siento muy ligado a la civilización francesa.»
¿De qué manera está ligado a la civilización francesa Octavio Paz? «Yo creo que la América Latina -responde- siempre ha estado ligada a la civilización francesa, pero en mi caso particular debo dejar constancia que fui muy amigo de los surrealistas. Todo el mundo le debemos algo a la literatura francesa. En mi caso, soy además deudor de la poesía francesa simbolista y de la poesía moderna. Si he traducido a varios poetas franceses, por algo será. »
A la viceversa, su obra, esencialmente editada en francés por Gallimard, ha sido traducida por escritores como Roger Caillois, Max Paul Fotichet, Henri Hell, Jean-Clarence Lambert, Benjamín Peret, Roger Munier y André Pieyre de Mandiargues.
Dos escritores llegaron a las finales para el Aguila de Oro de 1979. El checo exiliado Milan Kundera, que acaba de publicar su primera novela de exilio, El libro de la risa y del olvido, y Octavio Paz, cuyo libro más reciente -data sólo de algunos meses- es una recopilación de crónicas del escritor, editadas en México bajo el título de El ogro filantrópico, una alusión a cómo ve Paz el Estado moderno.
El jurado, finalmente, se inclinó por el escritor mexicano. El año pasado también había figurado entre los finalistas. Uno de sus traductores, el escritor Roger Caillois, que defendió hasta el último minuto su candidatura para el Aguila de Oro, en 1978, falleció. El premio es para Octavio Paz; el homenaje, para Roger Caillois. Así lo entendió gran parte del jurado, integrado por el escritor italiano Italo Calvino, el argentino Héctor Bianciotti (crítico literario del Nouvel Observateur, que asistió independientemente), el cubano Severo
Sarduy y los críticos Henry Thomas, Maurice Nadeau y Jean Marie Borzeix.
¿Qué es 19 que le da más placer en este momento a Octavio Paz, escribir ensayos o poesía? «Poemas, la poesía es lo que yo quiero ser Ser poeta. Lo otro es una obligación, un deber, una afición, como usted quiera llamarlo, un vicio a veces. »
Para Paz, el fenómeno nuevo de la literatura mexicana es la aparición de un grupo de poetas, poetas jóvenes. «Justamente en el momento en que la poesía no tiene audiencia -afirma- surgen estos jóvenes poetas en mí patria. Creo que la literatura moderna -reflexiona- es una manera de separarse de los poderes de la televisión, del poder político, de todo eso de las estructuras modernas. La literatura es una crítica a eso y la manera más violentamente crítica, porque es casi suicida, es la poesía. Por tanto, que un joven escriba poemas es un milagro. »
El escritor y la política
Octavio Paz dice que se retiró de la Administración (en el año 1969 abandonó la carrera diplomática) para estar más en la política, pero en la política en la que él concibe que debe estar un escritor, de un modo marginal. «Los escritores -sostiene- nunca están en el centro de la política ni lo deben estar, concluyendo sobre todo que lo mejor que puede hacer un escritor es ser un francotirador y tener como única y gran misión escribir bien, lo mejor que pueda.»«Como francotirador, uno entra siempre en la política lateralmente -nos dice Paz-, nunca de un modo directo. Lo peor que le puede pasar a un escritor es ser jefe de un partido o ser candidato a la presidencia de su país. Por ejemplo, Pablo Neruda tuvo que ser candidato a la presidencia de Chile, pero fue una candidatura simbólica; de otra manera habría sido muy grave para él. Imagínese usted a Neruda de presidente de Chile. Habría sido catastrófico para Neruda, por lo menos, no sé si para Chile. El hecho de que Neruda haya sido miembro de un partido ya es bastante aburrido, lo limita. Un escritor no debe ser miembro, sobre todo en el siglo XX -continúa Octavio Paz- ni de un partido, aunque tenga ideas políticas, las que sean, ni de una iglesia. Para mí la literatura es sinónimo de heterodoxia.»
Volvemos a México. El escritor prácticamente intuye el porqué y dice: «Si el bautismo no hace cambiar a la gente, tanto como cree la Iglesia, mucho menos el petróleo va a cambiar a los mexicanos, esperemos, pero reconozco que el petróleo, esa riqueza inesperada, se constituye en el gran problema de la sociedad mexicana. No se qué va a ocurrir, no sé si vamos a usarlo como sabiduría y moderación o vamos a caer en los mismos errores que otros países.»
Paz reflexiona: «Mire usted, en India, por ejemplo, se pensó durante mucho tiempo que los ferrocarriles iban a acabar con las castas, pero no ocurrió así. Viajamos en avión, pero seguimos en muchos aspectos creyendo en la astrología.»
¿Y su opinión sobre el futuro de Latinoamérica? «Es muy importante el cambio español.» Es un tema que el escritor abordó con no disimulado interés. Octavio Paz habla en voz baja, pero ahora sube de tono: «Los españoles están haciende, un gran experimento, el de la democracia. Si ellos logran realizar una democracia quiere decir que existen posibilidades de que América Latina también lo logre porque los obstáculos históricos son los mismos. La herencia es la misma. Caudillismo, ausencia de tradiciones democráticas auténticas, en fin, una historia semejante. »
«Si los españoles van a ser ellos mismos, tienen que recobrar América Latina. Es decir, España está dividida entre su vocación europea y su vocación americana. Creo que es una falsa disyuntiva. Se puede ser europeo y se puede ser hispanoamericano. El hispanismo a la antigua, el de la época de Franco, era el de que España tenía un mensaje particular y yo estoy seguro de que no tiene ningún mensaje particular. España lo que tiene que hacer es escucharnos a nosotros y nosotros escuchar a los españoles.»
«Lo interesante de las relaciones entre España y América Latina sería ver si los monólogos se convierten en diálogos. Es lo mismo que la democracia. La democracia es el arte de dialogar, es el arte de escuchar a los otros, y la historia de España y de América Latina es la historia del monólogo. Caudillismo es igual a monólogo.»
Dentro de poco, Seix Barral editará un grueso libro, una recolección de la poesía de Octavio Paz. Se llamará simplemente Poemas y vendrá a prolongar la obra del autor, cuyos títulos más destacados son, entre otros, El laberinto de la soledad, Las peras del olmo, A tu sombra clara, Raíces del hombre, La piedra del Sol, La palabra edificante, obra consagrada al poeta español Luis Cernuda.
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