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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

En África se extiende el fuego

CON LA llegada a Kinshasa del primer contingente militar marroquí destinado a luchar contra las fuerzas invasoras que, procedentes de Angola, intentan controlar la provincia de Shaba (ex Katanga), el conflicto del Zaire corre el peligro de internacionalizarse. El Gobierno marroquí ha hecho saber que al enviar sus tropas para que luchen contra «los ex gendarmes katangueños y los mercenarios cubanos que los apoyan» no hacia sino cumplir con la Carta de las Naciones Unidas y de la Organización de la Unidad Africana. Es más que probable que, tras los primeros soldados marroquíes lleguen tropas gabonesas o egipcias. Al mismo tiempo, algunas potencias occidentales y la República Popular China están dispuestas a apoyar con material bélico y medicinas la causa del presidente Mobutu.

El general Raúl Castro se ha apresurado a declarar ayer en La Habana que Cuba no tiene nada que ver con la invasión, y que esta iniciativa corresponde al llamado «Frente de Liberación Nacional del Congo», organización cuyo jefe militar reside en Luanda (Angola) y de la que forman parte ciudadanos del Zaire, jóvenes en su mayoría. Un portavoz autorizado de esta organización declaró recientemente a nuestro periódico que el mito de los «gendarmes katangueños» no era fiable, ya que la mayoría de los «combatientes revolucionarios» que hoy luchan en Shaba son jóvenes y mal hubieran podido intervenir al lado de Moisés Tchombé en la guerra de Katanga.

En el mismo tono que Raúl Castro acaba de pronunciarse el presidente de la República Popular de Angola, Agostinho Neto, para quien está fuera de toda duda que las tropas invasoras de Shaba están formadas por ciudadanos zairenses o, a lo sumo, por secesionistas katangueños, pero que, desde luego, no hay en sus filas ni cubanos, ni soviéticos, ni angoleños.

El «Frente de Liberación Nacional del Congo» ha declarado ayer en Bruselas que las reiteradas acusaciones de que en Shaba luchan mercenarios cubanos o técnicos soviéticos no son sino una justificación «a priori» que autorice en el futuro la invasión de Angola por las tropas del Zaire.

El general Mobutu se juega en Shaba no sólo su prestigio militar, sino también, y sobre todo, su cabeza. Katanga sigue siendo una de las más ricas regiones del mundo, y el Zaire necesita de estas riquezas para llevar adelante la obra de «reconstrucción nacional» que sus líderes reivindican. La República del Zaire sigue siendo la cabeza de puente de Occidente en África negra, y esto no pasa inadvertido a los soviéticos. Tampoco a los Estados Unidos, cuya indefinida política africana resulta cada vez más anacrónica para sus intereses.

En cuanto al problema de los mercenarios, sean éstos angoleños, belgas, soviéticos o... chinos, sería ingenuo negar su presencia en la agitada geografía africana. La guerra de Angola y los casi 30.000 mercenarios cubanos que en ella intervinieron no constituyen ningún precedente espectacular, pero han servido al menos para justificar cualquier ayuda extranjera. Cuando Fidel Castro decidió ayudar a Neto en la contienda angoleña sabía muy bien que sus compromisos en África aumentarían y que semejante gesto no podría producirse aisladamente. En aquella ocasión, la ausencia de reacción occidental condujo directamente al triunfo del otro bloque en la rica y estratégica ex colonia portuguesa. Hoy, toda África austral es un volcán a punto de erupción. Y esta erupción mal podría entenderse sin los «consejeros» del Este o del Oeste y sin el apoyo material y moral de los dos bloques antagónicos, directamente o a través de terceros países.

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