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Entrevista:

"Escribo en catalán para dar testimonio de mi cultura perseguida"

Entrevista con Baltasar Porcel

Ángel S. Harguindey

La novela Caballos hacia la noche, del escritor catalán Baltasar Porcel, ha conseguido una rara unanimidad en cuanto a valoraciones críticas, concretadas en la obtención de diversos premios: el Prudenci Bertrana de novela, 1975 (su primera versión era en lengua catalana), el Premio de la Crítica Literaria, otorgado por especialistas de toda España, en 1976, y el Premio de la Critica Catalana, en ese mismo año. Ahora se presenta al público en castellano, adaptación y traducción que ha escrito el propio autor. Sobre todo ello mantuvo con EL PAlS la siguiente entrevista:

«A mí la palabra bilingüísmo no me gusta demasiado. Al margen de su significado real, aquí suele emplearse para decir que los catalanes -o los «otros» del norte y del noroeste-, pues tienen también la lengua castellana. Bilingüismo es una expresión con connotaciones políticas y sociológicas poco gratas para el débil, para el sufrido, linguística y políticamente. Además, si una lengua, junto a su valor funcional -puedo aprender perfectamente el alemán y el sánscrito-, es «una creación del mundo », esto del bilingüísmo es discutible. El niño aprende la palabra «mesa» a la par que las nociones de comida, de familia reunida, de forma geométrica, etcétera ... »«Pero claro, aquí tenemos dos lenguas... A mí me gusta más, al referirme al castellano, llamarle «lengua puente». Hasta los dieciocho años, fue casi mi única lengua cultural, al tiempo que el catalán era casi mi única lengua hablada. Después, ya vinieron las interferencias y el añadido del francés. Pienso que mi lengua «normal», propia, es el catalán y que el castellano es también mi lengua de cultura, además de mi lengua puente, instrumento éste imprescindible en los individuos de culturas minoritarias. »

EL PAIS: Sin embargo, su obra la escribió originariamente en catalán.

Baltasar Porcel: Sí, toda mi obra de creación -novela y relatos, y antes, teatro- lo he escrito originariamente en catalán. Primero, porque es mi lengua; segundo, porque quiero que lo sea y, tercero, porque así daba testimonio de mi cultura perseguida y contribuía a solidificarla. En cambio, mi labor periodística ha sido realizada mayormente en castellano. También libros de reportajes, de política, de viajes, etcétera.

EL PAIS: Usted tradujo Caballos hacia la noche al castellano. ¿Podría hablar sobre la novela y sobre su proceso de adaptación a otra lengua?

B. P.: En realidad, no he traducido Caballos sino que la he recreado. Intenté conseguir en castellano las mismas calidades y colores que en catalán y creo haberlo conseguido. Por lo que respecta a la novela... decirle que es mi vida, «otra» es no decir nada. Pero siento que cuanto contiene nace como una inquietante experiencia surrealista, de mi experiencia, de mis temores, de mis desbordados deseos. Hay, desde luego, en ella una reflexión, una arquitecturación, y añadiré más: prácticamente todo cuanto contiene es invención e imaginación. Pero el libro no es, en modo alguno, una «invención de la cultura», un paso en el arte, sino una segregación -lógicamente metamorfoseada- de la experiencia vital. Casi incluso de un modo romántico, a lo largó de cinco años, he padecido y gozado el libro-, he ido tejiendo su atmósfera a golpes de sí, inspiración... Quiero significar que ha sido una lenta y a ratos, iluminada, labor de introspección, matizada, temperamental.

EL PAIS: Hemos hablado del bilingüismo en tanto que fénómeno de creación cultural, pero existe, creo que con mayor importancia cuantitativa, el problema del bilingüísmo en cuanto fenómeno social, cotidiano. ¿Qué piensa de ello?

B. P.: Esto es cierto; sólo hablamos de bilingüisino y problemas de esto en relación con la literatura, cuando el mayor drama lo viven la inmensa mayoría de ciudadanos. Los catalanoparlantes, porque tienen que autotraducirse, con la consiguiente dificultad y el ineludible complejo de inferioridad; el castellano, la lengua «noble», el catalán, la provinciana y casera, ergo: yo soy un ciudadano de segunda. Después está el castellanoparlante: en su reducto urbano marginal ve de lejos al catalán que está en su casa y es más rico, por tanto, la lengua, hecho diferencial constante, es receptor y conducto de incomprensiones, problemas...

No obstante, son muchos los castellanoparlantes que, si no para ellos, desean para sus hijos que aprendan el catalán. Y ningún catalán está en contra de saber el castellano. Espero que la cooficialidad servirá, al menos de momento, para abrir puertas de normalización y de entendimiento. Es evidente que el problema, que estuvo a punto de degenerar en genocidio, fue creado por el franquismo centralista.

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