Richard Linklater regresa a Berlín después de ‘Boyhood’: “Estamos cayendo en una absoluta comercialización del cine”
El director, de la mano de su actor fetiche, Ethan Hawke, concursa en la Berlinale con ‘Blue Moon’, una película que transcurre durante una noche en un bar de Nueva York de 1943, y un canto de amor del cineasta a la música de aquella época


Hace ya treinta años que Richard Linklater concursó en Berlín con su tercer largo, Antes del amanecer, la primera entrega de una trilogía sentimental que marcó a toda generación de cinéfilos. “Uno nunca sabe”, apunta el tejano ante un grupo de periodistas horas antes del estreno mundial de su nuevo trabajo, Blue Moon. “Lo digo porque recuerdo que en la rueda de prensa nos preguntaron a Ethan [Hawke] y a mí si volveríamos a trabajar juntos, y ambos respondimos: ‘Espero que sí'. De verdad, nunca sabes, porque yo había estado antes en la Berlinale dentro de un ciclo de indies estadounidenses con mi primer largo, y al pase vinieron dos personas”. Tiempo después, le llegaría la gloria en la capital alemana con el Oso de Plata por Boyhood en 2014, tras su rodaje de 12 años. Hoy, Linklater y, obviamente, Hawke, no pueden moverse sin firmar autógrafos, hacerse fotos y recibir halagos como parte de los cineastas que han sabido salvaguardar el arte por encima de los intereses comerciales, algo que le preocupa mucho a sus 64 años a Linklater.
Blue Moon se desarrolla en un día y un sitio muy concretos: en la barra de bar del restaurante Sardi’s el 31 de marzo de 1943, en la noche de estreno de Oklahoma! en Nueva York. En ese taburete y ante su camarero favorito ahoga su frustración el letrista Lorenz Hart, autor de la parte lírica de canciones como Blue Moon, The Lady Is a Tramp, Isn’t It Romantic? o My Funny Valentine, además de 28 musicales siempre junto al músico Richard Rodgers. Sin embargo, Rodgers estaba harto del alcoholismo de Hart y creó otro dúo artístico con Oscar Hammerstein, una colaboración que arrancó con Oklahoma! Esa noche en Nueva York, Hart, bisexual, alcoholizado, de no más de metro y medio, entendió que iba a perder a su amigo Richard, y aunque aún colaborarían una vez más al escribir seis nuevas canciones para el reestreno de su musical A Connecticut Yankee, Hart falleció por una neumonía y alcoholizado el 22 de noviembre de ese 1943.
Linklater, antes de empezar, confirma que la película, que en su 90% se desarrolla en el bar, se rodó en 15 días, que no se han usado efectos digitales para empequeñecer a Hawke, que por supuesto se marca un brutal tour de force como Hart apareciendo y hablando en todos los planos (usó trucos de cámara) y que en el festival de Cannes participará “casi casi seguro” con su otra película de 2025, Nouvelle Vague, rodada en blanco y negro en Francia y que describe la producción de À Bout de Souffle, de Godard.

Para Linklater, Blue Moon habla de “la amistad a largo plazo, la creatividad y el amor al arte”. Tras respirar un momento, remata: “Esas son realmente mis prioridades personales”. Sobre su pasión por la música, que se transmite a través de todas sus películas, el cineasta explica: “Amo esa era de la música estadounidense. Rodgers y Hammerstein fueron genios, compusieron el musical South Pacific. Aunque hay algo muy cierto: la música no es fácilmente traducible a otras culturas como otro artes. Ellos y Lorenz eran genuinamente americanos”. Y apunta sobre su admiración a Lorenz Hart: “En la música todo va más rápido. Me interesaba que el punto de vista fuera el de Hart. Porque de repente entiende que es un animal en extinción, sabe que es buenísimo en su trabajo pero que los gustos del público, como le insiste Rodgers, han cambiado. Que se convertirá en una noticia del pasado. Por eso también, él, que nunca tuvo pelos en la lengua, se siente liberado para decir un par de cosas a la cara del resto en esa fiesta tras el estreno”.
Blue Moon es una “película íntima”, casi una pieza de cámara que, aunque además hable del teatro, “nunca se pensó en hacer en teatro, solo fue y es cine”. Ahí están sus puntos fuertes, como las interpretaciones y los diálogos, y sus debilidades: Linklater es un maestro de la frescura, no de la puesta en escena ni posee una paleta de amplios registros visuales. Él mismo promociona Blue Moon a la defensiva, y si no la califica como divertimento es porque, en el fondo, ama aquel periodo de la música estadounidense y no quiere menospreciarlo.

Linklater ha apuntado que aquellos años no eran fáciles para los gays o los bisexuales como Hart, y que la música de aquella época era genuinamente americana. ¿No está enviado un mensaje al público actual, entiende que hay un eco de lo narrado en pantalla a lo que se vive actualmente en su país? Como casi todos los estadounidenses presentes en el certamen, el cineasta no nombra a Trump: “Se está desplegando un gobierno opresivo. Hay ataques contra la libertades como la sexual, cierto, o los derechos trans. Pero hay que esperar, ver cómo transcurren los acontecimientos, ver adónde vamos. La perspectiva es importante. A lo largo de la Historia hemos aprendido que progresamos un poco, luego llega un periodo de estancamiento, al que sigue otro avance, otro parón...”.
¿Va a afectar este Gobierno al cine que se haga? “Lo dudo. En las tres décadas que llevo de carrera nunca la política de un Gobierno ha afectado a mi manera de hacer cine. En realidad, ni a la mía, ni a la industria. Lo que afecta al cine es la economía. Y te diría que ningún Gobierno estadounidense ha controlado por sí solo la economía. Incluso pienso que ha sido al revés”.

Dos horas más tarde, en la rueda de prensa, Ethan Hawke sí será más contundente: “La comunidad tiene que hacer que sea importante que el arte sea esa chispa en la oscuridad, que sea ofensivo y encuentre un lugar en nuestra conversación. Hay que cuidarlo. Porque cuando se prioriza el dinero a toda costa, el resultado es un material genérico válido para todos. Si amas ese tipo de arte provocador, entonces exígelo. En este momento, la gente no cree que vaya a ganar dinero con ese cine, así que no se hace”. Linklater transita por una postura más ambigua: “Los tiempos ofensivos evocan arte ofensivo. Pero el cine en particular, entre todas las artes, siempre ha tenido una faceta escapista. Creo que hoy la mayoría de las psiques humanas quieren escapar un poco. Y por ello se crea menos arte provocador ahora que en el pasado”.
Nostalgia de un tiempo sin tanta tecnología
El cineasta se confiesa algo nostálgico, se ríe de los problemas digitales de sus hijos cuando “se quedan sin batería en el móvil y no son capaces de llegar a una cita con sus amigos a dos manzanas”. En su caso, se siente “un privilegiado”. “Porque no tengo redes sociales, y quienes empiezan ahora están obligados a crear otra personalidad en redes. Con el imperio actual de los móviles, me tendría que haber replanteado Antes del amanecer. Las relaciones a larga distancia se construían de otra manera, llamar por teléfono era caro... En fin, todo era más romántico. Con todo, no quiero vivir en el pasado”.
Concede que la historia del cine ha sido una batalla constante entre el arte y la economía. “De la que, por cierto, yo me he librado casi toda mi vida. En este caso, filmamos con poquísimo dinero en 15 días, y a pesar del reparto [además de Hawk, Andrew Scott, Margaret Qualley y Bobby Cannavale] le salimos baratos a Sonny Classics, que apostó por este filme. Mi sensación es que estamos cayendo en una absoluta comercialización del cine”.
¿Es optimista con respecto al futuro? “Hombre, me preocupa la situación actual. Hay que ser consciente de lo que pasa, aunque también de nuestros avances. Y creo que al final la gente se apoya entre sí para salir adelante. No me queda otra: soy medianamente optimista”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
