Millie Bobby Brown, la estrella del algoritmo de Netflix que vive en una granja lejos de Hollywood con más de 45 animales
La actriz de ‘Stranger Things’ estrena la película ‘Estado eléctrico’ mientras se define como un atípico icono de la generación Z que produce sus películas

Millie Bobby Brown (Marbella, 21 años) es una estrella de cine, pero no ha estrenado ninguna película como protagonista en salas. No tiene redes sociales y ni siquiera vive en Los Ángeles, sino en una granja con su marido, Jake Bongiovi, hijo del músico Jon Bon Jovi. Les acompañan más de 45 animales. Pese a lo atípico de su perfil, esta actriz de solo 21 años lleva casi una década siendo una de las caras más conocidas de Hollywood. Y lo que es más sorprendente con su juventud, gestiona de primera mano su carrera, como productora ejecutiva de la mayoría de sus proyectos. Porque, tras cuatro superproducciones en Netflix, la famosa Once de la serie Stranger Things es la reina del algoritmo.
El último lanzamiento ha sido Estado eléctrico, filme de ciencia ficción de los hermanos Russo (directores de Vengadores: Endgame) sobre un mundo noventero donde los humanos han recluido a los robots tras una cruenta guerra. El medio especializado Deadline Hollywood calcula que le ha costado a Netflix 320 millones de euros. Esto es, han gastado tanto como lo que costaron las últimas 15 ganadoras del Oscar juntas. Dinero con el que se podrían rodar 53 películas como Anora, triunfadora este año, como recordaba una crítica en la red social cinéfila Letterboxd. Pero la confianza de la plataforma de streaming en sus actores protagonistas, Brown y Chris Pratt, es total y ha puesto en ellos el peso de la promoción. Sus nombres crean un ecosistema algorítmico propio en su servicio: cuando el espectador acaba de ver una película con ella, automáticamente recomienda otra.
El historial de este icono de la generación Z daba confianza suficiente. La épica fantástica Damsel, que costó unos 70 millones, fue la película más vista en Netflix de 2024 y el noveno mejor estreno de su historia, según los datos de la plataforma. La película, dirigida por Juan Carlos Fresnadillo y con producción ejecutiva de Brown, se vendía solo con su rostro. Ella pasaba más de 20 minutos sola en pantalla, luchando por escapar de la cueva de una dragona. “Millie es una fuerza de la naturaleza: impredecible y deslumbrante”, explica el director canario a EL PAÍS por correo electrónico.
“Su carisma e instinto la convierten en una actriz que sigue creciendo película a película. Trabajar con ella fue una aventura, casi una montaña rusa. Esa intensidad se proyectó en la historia de supervivencia y transformación de una mujer que descubre su fuerza interior”, apunta Fresnadillo. Con ese reflejo fácil de trasladar a la realidad es lógico que Brown eligiera específicamente ese proyecto, igual que buscó personalmente el que fue su primer éxito cinematográfico. Enola Holmes (2020), sobre la hermana de Sherlock, nació de su pasión por los libros juveniles sobre los que se basó. Los había leído con su hermana y le gustaron tanto que llevó la oferta a la productora Legendary (con la que había rodado dos películas de Godzilla) y a Netflix, que ya en 2019, tras tres años de Stranger Things, quería atar en corto el futuro de su estrella. En la segunda parte, de 2022, la actriz cobró 10 millones de dólares, según Vanity Fair, que apunta que es el mayor sueldo para un intérprete menor de 20 años.
Las aventuras de Enola Holmes, una de las pocas franquicias que han recibido continuación en Netflix, fue además abrazada por la crítica. Pese al éxito de visualizaciones de Damsel, sin embargo, esta solo recibió un 56% de críticas positivas en el agregador de reseñas Rotten Tomatoes, muy por encima, eso sí, del bajísimo 15% de Estado eléctrico, destrozada por la crítica y con resultados bajos para lo que se espera de una producción tan costosa. Pese a eso, Netflix sigue sin plantearse llevar proyectos tan caros a cines para poder tener ciertos ingresos. Prefieren que sea su algoritmo el que siga recomendando.
Vida granjera
Esos ecos de la crítica, aun así, no harán mucha mella en la vida de Brown, alejada del ruido en una granja de Georgia que encontró cuando rodaba Stranger Things en Atlanta, justo frente a la que compró su familia (ambas con el salario de la serie). El objetivo de sus padres, de hecho, era que viviera alejada de la industria de Los Ángeles, que puede ser dañina para un niño prodigio, apuntaba la actriz en una entrevista del famoso podcast Call Her Daddy: “Crecí sin dinero. Cuando mis padres compraron la casa, recuerdo tener por primera vez algo propio, vivir sin miedo por el alquiler”, recordaba la actriz británica, que nació en Málaga, donde pasaban sus abuelos su jubilación.
Brown se define como “tradicional pero poco convencional”. Junto a su granja llena de caballos, vacas, ovejas, un burro ciego y 10 perros, hoy tiene una protectora de animales donde descansan otros 23 perros. En total, tiene 62 animales, e incluso recibió clases de veterinaria. Al mismo tiempo, se apuntó a la universidad para estudiar servicios humanos como parte de su labor como embajadora de Unicef. Y no para ahí: con 15 años fundó la marca de belleza de la generación Z Florence by Mills, llamada así por su abuela. A los 19 escribió su primera novela, Diecinueve escalones, inspirada en las historias de la Segunda Guerra Mundial que le contaba esa abuela.

Pero entre tantas pasiones, la que le acompaña desde pequeña es la actuación. Fue a los ocho años, después de viajar de Londres a Orlando, donde sus padres tenían un negocio de blanqueamiento de dientes, cuando Bobby Brown comenzó con papeles en episodios de series como Érase una vez en el país de las maravillas, donde interpretaba a una pequeña Alicia; Navy: investigación criminal, Modern Family y Anatomía de Grey. “Me gustaba ser diferentes personas, porque me costaba encontrar mi identidad”, explicaba a la revista Allure: “Siempre pensé que no pertenecía a nada, y luché contra esa soledad. Sentía que nadie me entendía”.
Con discursos así, a los 10 años le dijeron en una audición que era “demasiado madura” para un papel. Entonces llegó Stranger Things, donde su rapada y superpoderosa Once, víctima de pruebas científicas secretas, necesitaba de ese bagaje. Ese fenómeno colea nueve años después a la espera de su última temporada, que se estrenará en 2025, y que pondrá otra vez a Bobby Brown en el baile promocional. En la serie, eso sí, sigue teniendo 14 años; en la vida, 21.

Pero ese fenómeno repentino tuvo otra cara. Brown se apartó de las redes sociales a los 18 cuando empezó la sexualización de su personaje siendo solo una adolescente. Sentía que internet ya no era un lugar “seguro” para encontrarse con fans. Todavía hoy, su vida pública le hace ser señalada constantemente por su aspecto y por cada cosa que hace. Con el estreno de Estado eléctrico, varios comentaristas se mofaron, por ejemplo, de su aspecto de persona adulta. “Me decían que parecía vieja. Pero me conocisteis con 10 años y mi cara ha crecido, igual que cambia mi acento. Quise cambiarme a mí misma para contentar a las masas, pero mi rostro cambia y llevo mucho maquillaje, porque es quien soy. No me vas a decir cómo ser una mujer”, zanjaba la actriz en un podcast sobre el acoso recibido.
“No tengo muchos amigos por ser quien soy. No fui al colegio, y no soy la mejor relacionándome”, concluía desde su granja a Vanity Fair. Allí podrá retirarse cuando el algoritmo ya no apueste por ella. De momento, tras Stranger Things y la tercera Enola Holmes, ha firmado otra película con Netflix, alejada por primera vez de las aventuras familiares de fantasía. Según datos de Bloomberg, en la tercera entrega de la serie llegó a cobrar 250.000 dólares por episodio. Millie Bobby Brown es lo más cercano a esas estrellas de cine clásico que tenían un contrato exclusivo con un estudio. Era su hogar. Como Marilyn Monroe con Fox o James Stewart con MGM. La diferencia hoy es que es una estrella de cine sin pisar el cine.
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