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Reportaje:

Las "campañas orquestadas", denunciadas por el gobierno argentino

En carta abierta, publicada en la prensa española, el embajador argentino en Madrid, general Leandro Enrique Anaya, ha comunicado la grata noticia de que el dirigente minero chileno, Mario Muñoz Salas, no está preso ni muerto, sino que se ha presentado vivo en la embajada argentina en Viena para recabar la posibilidad del viaje a Europa de su mujer y de sus hijos. Desgraciadamente esa noticia optimista de que un dirigente obrero no esté muerto, sino vivo, viene acompañada de acusaciones contra una «campaña orquestada» de la prensa europea contra la Junta Militar que hoy gobierna Argentina. El hecho no es nuevo.Desde hace tres años, a partir del golpe militar en Chile contra el Gobierno constitucional del presidente Salvador Allende, la embajada chilena en Madrid ha dado a luz una prolífica correspondencia con numerosos diarios y revistas españoles para «desfacer entuertos», y aún se recuerda en medios periodísticos la amenaza pronunciada por el embajador chileno en el transcurso de una conferencia de prensa, de detener allí mismo, en la embajada, al corresponsal de Le Monde en Madrid,-José Antonio Novais, «dado que los periodistas se encontraban en territorio chileno y se les podría aplicar la legislación vigente».

También el actual embajador uruguayo en Madrid, señor Pacheco Areco, tuvo a bien enviar, a mediados de junio, un telegrama a los miembros de la Comisión de Juristas Católicos que iba a visitar aquellos países. En ese telegrama, el embajador uruguayo afirmaba que su Gobierno «no acepta comisiones investigadoras de esa naturaleza», que no existe en su país «nadie que esté detenido simplemente por delitos de opinión» y, que los presos «son objeto de un trato humano reconocido en reciente informe de la Cruz Roja Internacional».

Desgraciadamente para el señor Pacheco Areco, la Cruz Roja desmintió que sus delegados hubiesen afirmado que «las cárceles uruguayas son establecimientos modelos» y especifícaba que aquellos delegados sólo visitaron cuatro cárceles y no pudieron hablar con los detenidos.

La «campaña orquestada» contra la Junta Militar argentina proviene no sólo de la prensa, sino de portavoces nada sospechosos de concomitancia con la «subversión», como es el caso del alto comisario de las Naciones Unidas, príncipe Sadruddin Aga Khan, que ha declarado: «Se constatan infracciones cotidianas a los derechos de los refugiados y simplemente a los derechos del hombre: secuestros, extradiciones, desapariciones, asesinatos... Yo considero que hay en Buenos Aires más de 2.000 personas amenazadas de muerte».

El pasado mes de julio el Parlamento Europeo aprobó por unanimidad una moción denunciando la situación en Argentina en la que se concluía: «Se estima en 14.000 el número de detenciones llevadas a cabo después de! golpe, mientras que los asesinatos y desapariciones se cuentan por centenas». En el mismo sentido se pronunciaron los principales dirigentes socialistas del mundo.

Frente a estos datos o las denuncias proporcionadas recientemente por la Comisión de Juristas Católicos, el Gobierno argentino, parece ser, está organizando ya el envío de equipos de periodistas a algunos países europeos, pese a que, en un reciente editorial del diario La Nación, se señala una cierta desconfianza sobre sus poslibilidades de actuación. Tampoco parece excesivamente eficaz el envío de un extenso anuncio de respuesta a los dirigentes o jefes de Gobierno y sindicalistas, en el diarlo Le Monde, firmado por Acción Patriótica Argentina, en el que, además de considerarles idiotas útiles, se escriben párrafos informativos en los que señalan que «es sabido que el comunismo ha perdido últimamente en America importantes batallas. La penúltima la perdió en Chile, con la caída de Allende, la última en la Argentina ... » o la denuncia de las centrales estratégicas de la subversión en Moscú y París.

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La nota de la embajada argentina informando que al menos uno de los miles de presos y detenidos o desaparecidos está vivo, es confortable. Hay sin embargo -varios centenares de españoles en esa situación, como José Felix Díaz Verdayes, secuestrado en Buenos Aires y esposo de Elena Quinteros, que fue secuestrada por la policía uruguaya en la embajada de Venezuela en Montevideo y que originó la ruptura de relaciones diplomáticas entre Venezuela y Uruguay.

También la Iglesia comienza a dejar oír su voz -hay ya nueve religiosos muertos en lo que va de año-, pero sólo la embajada norteamericana ha conseguido, hace unos días, la puesta en libertad del sacerdote James M. Weeks, rector de un seminario en Córdoba, que había sido detenido junto con cinco seminaristas.

En la madrugada del martes han sido detenidos en Buenos Aires los hijos del escritor, poeta y periodista Juan Gelman, que dirigió durante algunos años las páginas culturales del diario La Opinión. Sus hijos, Nora Eva Gelman, de diecinueve años, y Marcelo Ariel Gelman, de veinte años, así como la mujer de este último, Claudia. En estos momentos se teme por sus vidas.

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