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‘Los domingos’, de Alauda Ruiz de Azúa, irrefutable Concha de Oro del festival de San Sebastián

‘Historias del buen valle’, de José Luis Guerin, logra el Premio Especial del Jurado, y Jose Ramon Soroiz obtiene la Concha de Plata a la mejor interpretación protagonista con ‘Maspalomas’. La gala de clausura se volcó en apoyar a Palestina

Alauda Ruiz de Azúa, agradeciendo la Concha de Oro por 'Los domingos'.Foto: Javier Hernández
Gregorio Belinchón

Los domingos, de Alauda Ruiz de Azúa, ha ganado este sábado la Concha de Oro de la 73ª edición del festival de San Sebastián. Desde su primera proyección, una película sobre la fe religiosa infundió fe en la capacidad del cine en reflejar complejidades. Y confirmó a Ruiz de Azúa, tras Cinco lobitos y la serie Querer, como asombrosa analista de los conflictos familiares, gracias, entre otras muchas capacidades, a cómo rueda las conversaciones en las comidas entre parientes y en sus tormentosas sobremesas. El detonante de Los domingos procede de una chica de 17 años, de familia de clase media-alta bilbaína y educada en un colegio religioso, que anuncia a quienes le rodean que quiere ser monja y recluirse en un convento de clausura. Sus parientes reaccionan de muy distintas maneras, proyectando en ella sus propios medios y opiniones, que van desde respetar su libre albedrío de manera torticera a advertirla del posible adoctrinamiento: ¿secta o religión? ¿Fe o manipulación?

El triunfo de Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 47 años), construido desde una historia que conoció en su juventud, es mayor, porque no solo se ha llevado la Concha de Oro. También ha ganado en la sección Zinemira, dedicada al cine vasco, y otros tres galardones oficiosos: el Signis del jurado eclesiástico; el Fipresci, que otorga la crítica internacional, y el Feroz, de la asociación de informadores cinematográficos. Cinco de cinco.

Si el año pasado la Concha de Oro recayó en Tardes de soledad, de Albert Serra, un documental realizado desde un punto de vista que jamás aclaraba si estaba favor o en contra de la tauromaquia, es decir, dejaba al espectador esa decisión, en esta edición Los domingos juega exactamente a lo mismo: interpela a la audiencia, sirve como espejo al público que verá reflejada su ideología en pantalla, sea cual sea su opción, y si atiende, verá que hay poderosas razones en todos lados. Eso no quiere decir que Ruiz de Azúa no tenga su opinión: “Me pregunto si hay que tolerarlo todo. No sé, espero que la película nos lleve a que se hable sobre los menores y la libertad religiosa. En defensa de esa libertad de los progenitores, ¿podemos enseñar religión a los niños en los colegios? ¿Por qué no esperar hasta los 18 años? Y dentro de cada familia, no en un centro educativo”, explicaba en una entrevista a ese diario antes del Zinemaldia. “En el escenario, la directora apuntó: ”Querer entender algo no quiere decir validarlo". Los miembros del jurado que presidía Juan Antonio Bayona lo han tenido claro. Es una Concha irrefutable, y la tercera consecutiva para la cinematografía española.

Porque si no hubiera ganado Los domingos, ahí estaba otra película española, Historias del buen valle, de José Luis Guerín. Es otro filme rotundo, cincelado por un creador que ha estado dos años y medio rodando en el barrio barcelonés de Vallbona para aprehender su esencia de inmigración resiliente y así crear un documental que hibrida poesía y retrato social que recuerda al gran Guerin, el de Innisfree (1990), Tren de sombras (1997) y En construcción (2001), con el que ganó el mismo galardón, el Especial del Jurado, que ahora obtiene Historias del buen valle. Ha logrado una segunda posición, como podría haber quedado primero.

El certamen entrega galardones a interpretaciones protagonistas y secundarios, sin distinción de género. Y eso provoca que los jurados hagan malabares para cumplir expectativas. El de protagonista fue ex aequo para Jose Ramon Soroiz y Zhao Xiaohong. El veterano Soroiz, protagonista de Maspalomas, ha insuflado vida y emoción a su Vicente, un anciano homosexual que en su regreso a casa, a Donostia, tiene que volver al armario. “En 50 años que llevo trabajando como actor no he sido nunca tan feliz. Por eso, este premio es de todos nosotros. Pero yo me lo llevo a casa”, apuntó con la Concha de Plata en la mano.

Soroiz compartió el honor con la china Zhao Xiaohong, que en Jianyu laide mama se encarna a sí misma: tras una década en prisión por asesinar a su marido (que la maltrataba), Zhao salió de la cárcel por buen comportamiento e intentó ganarse la vida como música a la vez que luchaba por reconectar con su hijo, un niño que se había educado con su suegra. Por eso, con el trofeo en la mano, se lo dedicó a sí misma y a su hijo: “Tu madre te quiere”. Y luchó por no abandonar el escenario, con sus ganas de hablar y recibir aplausos. Otra cosa no tendrá la película, pero Zhao desprende verdad.

El cine argentino solo ha logrado el galardón a la mejor interpretación secundaria para Camila Plaate, que en Belén, de Dolores Fonzi, interpreta a una mujer que pasó dos años en la cárcel tras sufrir un aborto espontáneo en un hospital de San Miguel de Tucumán, en el norte de Argentina. Sí, es una historia real, y sí, fue la chispa que propulsó la marea verde feminista que llevó a la aprobación de la Ley del Aborto en el país sudamericano. Plaate recordó que esta película trae “memoria, libertad y justicia porque si se pudo, se puede” en referencia al “movimiento de liberación de las mujeres”. E insistió que lo que supuso Belén para las argentinas: “Esta historia es el fuego de todas. Vivas y libres nos queremos”.

La otra gran película argentina, Las corrientes, de Milagros Mumenthaler, se fue injustamente de vacío, cuando su dirección es muy superior a la del belga Joachim Lafosse en Seis días de primavera, que no solo ha ganado la Concha de Plata en ese apartado, sino también el premio al mejor guion. Demasiado para una película muy liviana, en la que el belga reproduce un episodio de su propia infancia, y que está muy lejos del resto de su potente y rigurosa filmografía.

Poco premio parece para Los Tigres, de Alberto Rodríguez, el de fotografía, que se lo ha llevado el responsable de esta labor, Pau Esteve Birba (ganador de este mismo trofeo en San Sebastián y del Goya por Caníbal). Eso sí, su trabajo brillaba por encima del resto, y sus secuencias en las profundidades marinas, en las que el público nunca se pierde en la acción a la vez que sufre, como los buzos de la película, la falta de visibilidad, son fastuosas.

Mientras se entregaban los premios en el Kursaal, en la alfombra roja hubo despliegue de banderas palestinas, aunque no con la intensidad de la gala de inauguración. Ha sido el Zinemaldia de Gaza, el que ha quedado clara la posición de San Sebastián y del mundo del cine, que ha llamado genocidio, como no puede ser de otra manera, a los crímenes que está cometiendo Israel en aquella franja de tierra. En la gala de clausura, premiado tras premiado, recordaron la situación en Gaza.

Los domingos ha sido una de las dos películas del festival, la otra ha sido la tunecina La voz de Hind, de Kaouther Ben Hania. El drama está construido con las grabaciones de la Media Luna Roja, que el 29 de enero de 2024 intentó salvar a Hind Rajab, una niña de seis años que viajaba en un coche junto a otros familiares en el norte de Gaza, cuando en una estación de servicio el vehículo fue acribillado por las tropas israelíes. Solo sobrevivió al ataque Hind, que respondió al teléfono cuando los servicios de socorro llamaron. El esfuerzo de horas por lograr llegar hasta ella fue infructuoso, y la cría murió sola, sin recibir ayuda. La voz de Hind, que se proyectaba en Perlak, ha ganado el premio del Público con la mejor puntuación de la historia del certamen: 9,52 puntos sobre 10. Al recoger el diploma, el actor Motaz Malhees recordó la historia de Hind, y la impotencia de quienes quisieron salvarla, antes de rematar con un “Palestina libre”.

En el resto de las secciones, no ha habido sorpresas. En Nuevos Directores, la danesa Vaegtloes, de Emilie Thalund, fue elegida la mejor película. En Horizontes latinos ganó la candidata colombiana al Oscar, la desopilante Un poeta, de Simón Mesa Soto. En Zabaltegi–Tabakalera, triunfó La torre de hielo, de Lucile Hadzihalilovic, con Marion Cotillard como fría reina del cine. Y el Premio de la Juventud se lo llevó la chilena La misteriosa mirada del flamenco, de Diego Céspedes.

Para tristeza de los cinéfilos, en la sección oficial a concurso ha habido dos niveles radicalmente diferenciados: el de las cuatro películas españolas y dos de las argentinas (lo que explica que esta sea la tercera Concha de Oro española consecutiva) y el del resto. No hubo películas deplorables, sino multitud de trabajos mediocres de grandes autores, que cada día provocaban desilusiones en el patio de butacas. Que el Zinemaldia no logre reclutar mejores títulos más allá de los caladeros españoles, franceses y latinoamericanos, los habituales, es un problema grande, que aumenta edición tras edición. Y no tiene fácil solución.

Palmarés del 73º festival de San Sebastián

Concha de Oro: Los domingos, de Alauda Ruiz de Azúa.

Premio Especial del Jurado: Historias del buen valle, de José Luis Guerin.

Concha de Plata a la mejor dirección: Joachim Lafosse, por Seis días de primavera.

Concha de Plata a la mejor interpretación protagonista: ex aequo para Jose Ramon Soroiz, por Maspalomas, y Zhao Xiaohong, por Jianyu laide mama.

Concha de Plata a la mejor interpretación de reparto: Camila Plaate, por Belén.

Mejor guion: Joachim Lafosse, Chloé Duponchelle y Paul Ismaël, por Seis días de primavera.

Mejor fotografía: Pau Esteve Birba, por Los Tigres.

Nuevos Directores: Vaegtloes, de Emilie Thalund.

Horizontes latinos: Un poeta, de Simón Mesa Soto.

Zabaltegi–Tabakalera: La torre de hielo, de Lucile Hadzihalilovic.

Premio del Público: La voz de Hind, de Kaouther Ben Hania.

Premio de la Juventud: La misteriosa mirada del flamenco, de Diego Céspedes.

Premio Fipresci: Los domingos, de Alauda Ruiz de Azúa.

Premio RTVE-Otra Mirada: Las corrientes, de Milagros Mumenthaler.

Premio Zinemira: Los domingos, de Alauda Ruiz de Azúa.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.
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