Ir al contenido
_
_
_
_

El festival de Venecia se estremece con ‘La voz de Hind’, una niña palestina de seis años asesinada por el ejército israelí en 2024

La película de Kaouther ben Hania sacude al certamen con los audios originales de las llamadas de socorro entre la pequeña, atrapada en un coche acribillado en el norte de Gaza, y sus posibles rescatadores

Imagen de la película 'La voz de Hind', de Kaouther ben Hania, presentada a concurso en el festival de Venecia.
Tommaso Koch

En una película se puede imaginar cualquier cosa. Incluso que un ejército híperentrenado y a la vanguardia tecnológica le esté disparando a una niña de seis años. En un mundo mejor, quizás, La voz de Hind, de la tunecina Kaouther ben Hania, presentada hoy miércoles en el concurso del festival de Venecia, pertenecería a la ciencia ficción. Sin embargo, es un drama. Y real. Tanto como las conversaciones telefónicas que Media Luna Roja mantiene con la pequeña palestina para rescatarla: el filme reproduce los audios originales.

29 de enero de 2024, una estación de servicio al norte de Gaza. El coche donde viaja la familia Hamada es acribillado por las tropas israelíes. Solo sobrevive la más joven, la que responde cuando los servicios de socorro logran llamar a un móvil dentro del vehículo. Arranca entonces una accidentada carrera contrarreloj por salvarla y, mientras, mantenerla en línea, tranquilizarla. Dice que ve tanques, que está oscureciendo y tiene miedo. “Venid a recogerme”, suplica una y otra vez. El desenlace ya se conoce. O se puede intuir. Pero sus palabras volvieron hoy, en la Mostra, para apelar a todos. Al final, se escuchó uno de los aplausos más largos que se recuerde en una proyección para prensa. Poco puede un filme, o un festival, contra una masacre así. La voz de Hind, al menos, denuncia que está sucediendo. Y lo hace a través del arte cinematográfico. Devastadora la historia, poderosa su adaptación a la pantalla. Memorable, en todos los sentidos.

Una foto de Hind Rajab se sostiene en la alfombra roja durante la llegada a la proyección de 'La voz de Hind' en competición en el 82º Festival de Cine de Venecia, el 3 de septiembre de 2025.

Pocas veces se había visto también la acogida que el equipo del filme recibió en la sala de prensa: todos de pie. Una de las actrices, Saja Kilani, leyó primero una declaración: “¿No es suficiente? Matanzas de masa, hambruna, destrucción, ocupación. La película no necesita nuestra defensa, no es una opinión o una fantasía. Su voz es solo una de las de decenas de miles de niños que han sido asesinados en Gaza. Es la de cada hijo e hija que tenía el derecho a vivir, y soñar, que les fue robado. […] La pregunta clave es: ¿Cómo dejamos a una niña suplicando por su vida? Basta”. Más aplausos. Es probable que solo acaben de empezar. Difícil concebir un palmarés, este sábado, o una temporada de premios, sin esta película. Brad Pitt, Alfonso Cuarón, Rooney Mara o Joaquin Phoenix se han sumado como productores ejecutivos al proyecto. Hasta en Hollywood el silencio se va quebrando. En la rueda de prensa, se escuchó también varias veces la palabra tabú sobre lo que hace Israel en Palestina: “Genocidio”. Las salas españolas podrán hacerse su propia idea a partir del 6 de febrero.

De izquierda a derecha, Amer Hlehel, Clara Khoury, Kaouther Ben Hania, Motaz Malhees y Saja Kilani durante el 'photocall' de 'La voz de Hind' en la 82ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, el 3 de septiembre de 2025.

“Las películas traen empatía, para entender y ver el mundo en este caso desde el punto de vista palestino. Cuando escuché la voz de Hind por primera vez me generó un deseo fuerte, rabia, impotencia. Se les llama a las muertes en Gaza ‘daños colaterales’, es deshumanizante, y es importante que el cine dé a esa gente voz y cara”, apuntó Ben Hania. Los intérpretes subrayaron que ni siquiera lo vivieron como un filme: era “un deber”, una “urgencia”, que trataron de sacar adelante cuanto antes, en un año y medio. Tampoco consideran que actuaran. Más bien, dicen que reaccionaban como cualquier humano haría al escuchar esos audios. Uno de ellos, Motaz Malhees, hasta tuvo dos ataques de pánico durante el rodaje: “Soy palestino, de pequeño lo viví. Me hizo volver a mi infancia, donde sentí mil veces que moriría. Fui afortunado, y estoy aquí”.

Ben Hania ya había abordado otra tragedia real, y actualísima: en Las cuatro hijas, que llegó a estar nominada a los Oscar, narraba la radicalización fundamentalista de dos jóvenes que rompió por dentro una familia. Dos hermanas enroladas con el Estado Islámico, las otras dos en casa con la madre, tratando de entender esa ausencia. Sin embargo, la forma invalidaba tamaño contenido: parecía importarle más el juego entre verdad y ficción, o la estética de los planos, que la narración. De ahí que La voz de Hind encendiera las alarmas: arruinar una historia así sería tan fácil como imperdonable. Sin embargo, la cineasta parece haber aprendido la lección. O cambiado su enfoque. No se permite ningún artificio, ejerce toda la contención posible. Bastante tiene ya el caso real.

Manifestación a favor de Palestina con motivo del Festival de Cine de Venecia, el 30 de agosto de 2025.

La cámara nunca se mueve de una habitación: la sala de gestión de emergencias de Media Luna Roja. El horror solo se escucha. Y se refleja en los rostros de quienes se esfuerzan a toda prisa por evitarlo. Así, además, el filme muestra condiciones y encrucijadas extremas con las que trabajan los rescatadores. El coche donde se esconde Hind Rajab está a solo ocho minutos, según el navegador. Se interponen, sin embargo, infinitos procedimientos burocráticos, para encontrar una ambulancia, avisar al Ministerio de Sanidad palestino y al ejército israelí, y garantizar su recorrido seguro hasta la niña. Mientras, un trabajador pinta con un rotulador en la pared del despacho del coordinador el tiempo que están perdiendo. Una hora, dos, tres. Pero el responsable tiene sus razones: de él depende que la operación por salvar una vida no termine perdiendo también las de los dos socorristas.

Al fin y al cabo, más de 62.000 han sido truncadas en Palestina desde octubre de 2023, en cifras del Ministerio de Sanidad de Gaza, dirigido por Hamás. Mientras, el sistema sanitario se halla al borde del colapso, según la Organización Mundial de la Salud; y la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases, sistema internacional apoyado por las Naciones Unidas, declaró oficialmente la hambruna en Ciudad de Gaza. Ahí se dirigen estos días las tropas israelíes para la nueva operación terrestre lanzada por el Gobierno de Netanyahu. Mientras, algo se mueve no solo en el cine: Bélgica se ha sumado a la lista de países que reconocerá Palestina, igual que Francia, cuyo presidente, Emmanuel Macron, acaba de ser reprendido por el Ejecutivo israelí, por calificar su plan para Gaza como “un desastre sin precedentes”.

Invitados posan en la alfombra roja con un cartel que dice “We are all an audience to genocide” (“Todos somos público de un genocidio”) en referencia a la situación en Gaza, a su llegada al estreno de 'The Smashing Machine' durante la 82ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, el 1 de septiembre de 2025.

De todo ello se ha hablado desde el mismísimo comienzo de la Mostra. O incluso antes. El festival arrancó con polémica: el movimiento Venecia por Palestina, integrado por artistas de renombre italianos e internacionales, pidió al certamen una condena más clara de Israel. El director artístico, Alberto Barbera, contestó que se ocupan de cultura, no de política, y en todo caso su posición estaba clara: por eso habían escogido La voz de Hind en el concurso. Cuando la citó, en la presentación del festival, en julio, Barbera tuvo que parar: le pudo la emoción. El pasado sábado, el Lido de Venecia acogió además una manifestación a favor de Palestina. Y varias estrellas invitadas han recibido preguntas sobre la cuestión: entre otros, Alexander Payne, presidente del jurado, las rehuyó; Jim Jarmusch, en cambio, compartió su preocupación.

Ben Hania únicamente dejó sin respuesta una interrogación. Le plantearon contestar a quienes le acusarán de explotar el sufrimiento: explicó que no tenía nada que decirles. “Los días en que estoy realmente deprimida me pregunto qué sentido tiene esto, hacer películas... Pero creo que es importante hablar”, agregó la cineasta. De la matanza en Palestina, y de Hind Rajab. Estaba en la clase de las mariposas, en su colegio. Le gustaban el mar, y la arena. En un viejo vídeo, se le ve jugar en la playa de Gaza. La que Donald Trump pretende convertir en una riviera.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_