‘Maspalomas’: explicitud y delicadeza en el armario homosexual de la tercera edad
La nueva película de los Moriarti aborda tal cantidad de temas acerca del ser humano y de nuestra coexistencia en sociedad, que la suma de capas resulta fascinante

Los llamados Moriarti —colectivo de cineastas formado principalmente por Jose Mari Gonenaga, Jon Garaño y Aitor Arregi, además de Xavier Berzosa y Asier Acha— se fueron haciendo un nombre entre el gran público fuera del País Vasco a partir del éxito de la preciosa Loreak (2014). Desde entonces, distribuyéndose la labor de dirección y de guion según cada proyecto, cada una de sus películas ha estado presente entre lo mejor del cine español del año en que se fueron estrenando, en el festival de San Sebastián y en los Goya, con decenas de nominaciones y premios. Sin embargo, antes de Loreak, de las estupendas Handia (2017), La trinchera infinita (2019) y Marco (2024), y de la serie de televisión Cristóbal Balenciaga (2024), los Moriarti ya habían dirigido un largometraje bastante más desconocido, de un formidable atrevimiento aunque expuesto con la mayor de las naturalidades, titulado 80 egunean: una historia rodada en euskera, ambientada en San Sebastián, en clave realista y tono de melodrama romántico, sobre el (re)descubrimiento homosexual de una mujer de 65 años al lado de una antigua amiga a la que no veía desde 50 años atrás. Y esto, en 2010.
Esa fusión entre llaneza y arrojo reluce de nuevo en su última obra: Maspalomas, recién estrenada en el festival de Donosti y desde hoy en cines, tratando de nuevo el tema de la homosexualidad a una edad avanzada, aunque de un modo distinto; igual de categórico, pero más artístico. En todos estos años de triunfos, los Moriarti han ido convirtiendo su cine en experiencias mucho más formales, en obras de un exquisito cuidado en la puesta en escena y los aditamentos artísticos adyacentes (fotografía, música, dirección artística…), pero sin olvidar el fondo. En Maspalomas, para el que esto escribe, la mejor película del grupo, se llega a la plenitud en ambos sentidos, en torno a un hombre de 75 años que vive en la población canaria del título dando rienda suelta a su libertad (la sexual, pero no solo), y que tras un varapalo de salud debe ingresar en una residencia de mayores del País Vasco. Un regreso al armario tras haber estado en él hasta los 50 años, casado y con una hija, y 25 más en pareja homosexual y viviendo con la sinceridad que antes no pudo desarrollar.

Hay dos ejes creativos sensacionales en Maspalomas. En primer lugar, el guion de Jose Mari Goenaga, firmado esta vez en solitario, que aborda tal cantidad de temas acerca del ser humano y de nuestra coexistencia en sociedad, que la suma de capas resulta fascinante. La residencia como microcosmos de nuestras distintas sensibilidades, libertades, encierros, ideales sociales y hasta políticos, pulsiones físicas y sentimentales, y modos de acometer el último trecho de unas vidas en proceso de derribo. Personajes reconocibles y creíbles, que despliegan sus existencias no solo hacia el presente sino también hacia su pasado y su futuro, hacia lo que se ha forjado y se ha destruido en sus vidas, con una admirable delicadeza no exenta de esquinazos, y una base mayúscula: las personas nunca somos una sola cosa, así que no las pintemos con un solo trazo.
En segundo lugar, la dirección conjunta de Goenaga y Arregi, elegante y creativa sin resultar invasiva, pues nunca corre el peligro de comerse el poderoso fondo. No pocas veces sus planos, la disposición de los elementos físicos y humanos en el encuadre, y la mirada hacia sus criaturas, está diciendo varias cosas al mismo tiempo. Y no como fáciles simbolismos, sino como elocuentes formas de conformar una psicología individual y colectiva de enorme expresividad. Un tercer vértice artístico es sin duda la actuación de José Ramón Soroiz (y del resto de intérpretes), sobria, cambiante en lo físico y de una humanidad desbordante.
La media hora inicial ambientada en Maspalomas, tan explícita en sus imágenes sexuales, pero de nuevo tan franca, resulta imprescindible para entender, por contraste, lo que viene después. Y la pandemia, con su concepto asociado de encierro, completa un círculo de pasmosa fineza temática acerca de la sexualidad, la vejez, las trincheras (in)finitas, el deseo y la libertad.
Maspalomas
Dirección: José Mari Goenaga, Aitor Arregi.
Intérpretes: José Ramón Soroiz, Nagore Aranburu, Kandido Uranga, Kepa Errasti.
Género: drama. España, 2025.
Duración: 110 minutos.
Estreno: 26 de septiembre.
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