Marion Cotillard se convierte en una fría reina del cine en ‘La torre de hielo’
Lucile Hadžihalilović dirige otro de sus atmosféricos cuentos de hadas, y para ello filma el rodaje de una adaptación de ‘La reina de las nieves’, de Christensen
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
Marion Cotillard ha encontrado quién retrate su lado más frío y hierático. Ese que en alguna interpretación de femme fatale había enseñado a hurtadillas. Lucile Hadžihalilović le ha regalado en La torre de hielo un personaje acerado, en el que concentra sus pulsiones a través de sus ojos azules: Cristina, una estrella de cine solitaria y enigmática que en un rodaje en los Alpes, en los años setenta, está interpretando a la villana del clásico de Hans Christian Andersen La reina de las nieves. Allí aparece una adolescente huérfana que huye de su hogar de acogida, y que acabará hipnotizada y atrapada en la telaraña sentimental y emocional que teje Cristina.
Hadžihalilović y Cotillard ya habían trabajado juntas en el primer largo de la directora francesa, Innocence (2004), centrado en un internado para chicas un poco especial. Después, cada una hizo su propio camino. Cotillard devino en estrella mundial y ganadora del Oscar con La vida en rosa; Hadžihalilović indagó en sus atmósferas opresoras en Évolution (2015) y Earwig (2021), además de colaborar en los trabajos de su marido, Gaspar Noé (que en La reina de las nieves da vida al director del filme). En su reencuentro, han llegado a la competición de la Berlinale este domingo.
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El tono y las atmósferas del cine de Hadžihalilović surgen de su infancia. “Desde pequeña me han asustado y fascinado los cuentos de hadas. Los de Andersen especialmente, porque rehúyen la moral, son perturbadores... y aportan una vertiente poética”, aseguraba. En La torre de hielo, un cuento de hadas sirve para envolver otro cuento de hadas, un juego que nace de la fantasía de esa adolescente fugitiva que cae bajo el hechizo de quien considera, porque así se comporta, la monarca de invierno. Para Cotillard, “del libreto me encantó la sensación de fuerza y desesperación de estas mujeres que están pasando por momentos difíciles en sus vidas, y cómo su relación es de fascinación y de cierta dominación”. Conocida por su meticulosidad, la actriz decidió construir todo el pasado de esa estrella fría: “Escribí secuencias de su vida anterior, su carrera, su ascenso a la fama y la pérdida de su inocencia”.

Cotillard subraya: “Las dos mujeres de La torre de hielo están pasando por diferentes miedos porque pertenecen a distintas generaciones, pero en ambas se refleja que, cuando no te respetas a ti mismo, te alejas de quien eres y de tu camino. Eso me encantó en esta versión”. Curiosamente, de niña nunca había leído este cuento. “Descubrí la historia a través de las películas de Disney [hay varias versiones, y la más alejada, aunque también la más famosa, es Frozen]. Hace cuatro años vi una adaptación teatral muy canónica en la Comédie Française, y entonces entendí que no había leído la auténtica historia. Lucile se aleja de clásico, pero acentúa lo más importante: el miedo. Y ha cambiado el espejo del cuento por una cámara”.
Ese terror lo lleva incorporado Hadžihalilović casi en su ADN: “De pequeña, en Lyon, mi madre me escribía y me leía unos cuentos de hadas bellos y crueles. En muchos aparecía el viaje de una chica, sus dificultades y sus luchas”. Justo, la sinopsis de La torre de hielo.
En una Berlinale de aceras heladas y que en muy pocos momentos del fin de semana la temperatura ha subido de los cero grados, en las pantallas hay también un buen puñado de filmes ambientados en nieve y frío. Cotillard hablaba de la belleza de ese paisaje —“A veces se nos olvida que cada copo de nieve es único y distinto”— para acomodar dramas. “Es un gran marco para la mirada de Cristina sobre la adolescente, Jeanne, porque le recuerda quién pudo ser, una mejor persona”.
Y llevando la pregunta a su vida personal, la actriz ha explicado que batalla constantemente por no perderse en la vida: “Es importante protegerte en la sociedad actual, porque el público se inventa la vida de una persona que en realidad solo conoce a través de sus palabras y de su trabajo. Las redes sociales aportan una falsa sensación de cercanía. A la vez lucho por seguir conectada al mundo real. Eso es muy complicado. Cada día lucho por ser Marion Cotillard”.
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En La torre de hielo hay una relación despiada, alguien que se aprovecha, en mundo solitario y gélido, de otra persona que mendiga migajas de cariño. Y, obviamente, la estrella usa en su beneficio la profunda admiración que recibe de la adolescente. En esas manipulaciones construidas desde los ojos de Cotillard, que conduce la mirada en modo Huppert, es donde La torre de hielo alcanza sus mejores momentos.
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