Mucha confianza y un año y medio de conversaciones: así escribió Irene Lozano los libros con Pedro Sánchez
La ensayista y exsecretaria de Estado explica cómo colaboró con el presidente para publicar sus dos crónicas en primera persona, ‘Manual de resistencia’ y ‘Tierra firme’
Si estás escribiendo el libro de un presidente, sabes que toda sorpresa es posible y eso es lo que ha vivido Irene Lozano, ensayista, política, actual directora de Casa Árabe y colaboradora de Pedro Sánchez en la redacción de sus dos libros, Manual de resistencia y el más reciente, Tierra firme (ambos en Península). El primero iba a retratar una caída y acabó en resurrección. Y el segundo estuvo a punto de sufrir lo contrario.
Ambos ―Pedro Sánchez e Irene Lozano― llevaban más de un año trabajando en esta biografía política cuando las elecciones municipales y autonómicas del 28-M hicieron tambalear el contenido y el libro se frenó. “Escribir un libro sobre Sánchez es sobre todo emocionante”, asegura Lozano en su domicilio en Madrid. “Nunca sabes lo que va a pasar. Empiezas escribiendo el libro de un presidente y, cuando ya está casi terminado, de repente hay momentos en que parece que no lo va a ser cuando se publique”, confiesa. “Con Manual de resistencia pasó al revés, lo empezamos cuando le acababan de defenestrar del partido, iba a ser el libro de un secretario general al que acaban de echar, y acabó siendo el libro de un presidente”.
La escritora recibe a EL PAÍS en su casa, donde muestra las carpetas de material que ha acumulado durante un año y medio de trabajo a partir de las entrevistas que ha mantenido con el presidente, sus discursos y otros archivos que nutren Tierra firme. Licenciada en Lingüística y diplomada en Filosofía, trabajó una década como periodista en El Mundo. Exdiputada de UPyD, después del PSOE y exsecretaria de Estado, es autora de ensayos como Son molinos, no gigantes (Península), en el que alertaba en 2020 sobre el peligro que suponen las redes sociales para la democracia; Lenguas en guerra, que le valió el Premio Espasa de Ensayo de 2005, o la biografía No, mi general (Plaza y Janés), sobre Zaida Cantera, militar y política española que fue icono de la lucha por los derechos de la mujer al denunciar el acoso de un superior en el Ejército.
―¿Le molesta que la llamen “la negra de Sánchez”?
―Sí. Me parece una expresión feísima porque da la idea de que escribir es una esclavitud y no una profesión. Este es un debate muy superado en otros países. Eliges a un profesional para que haga un trabajo profesional y que sea un buen periodista reputado le aporta valor al libro. En francés lo llaman “la plume”. Técnicamente, un “negro”, además, es quien no figura y por eso la expresión más correcta es “pluma”. Pero, claro, en España pasar de negra a pluma… me parece que no va a ocurrir [ríe].
Lozano (Madrid, 52 años) no es la “negra” o “ghost writer” (escritora fantasma, como se denomina en inglés a esta figura) de los libros de Sánchez, sino la abierta colaboradora de esta crónica en primera persona del presidente que abarca los últimos cuatro años de la política española, y así figura desde el inicio. “Escribir el libro de un presidente me parece una experiencia única, muy valiosa para una escritora y periodista”, asegura. “Creo que tengo un conocimiento muy profundo de su pensamiento, son muchas horas de conversación con él, de hablar en confianza sobre cuestiones que salen en la conversación y que luego se meten o no en el libro, y estar en el centro de una de las maquinarias de información más importantes del país es único. Ha sido un trabajo muy duro en algunos momentos, la cantidad de información que gestionas te desborda, aquí está”, dice señalando su lugar de trabajo.
Lozano podía tener un guion inicial que ambos definieron y que incluía la pandemia, Ucrania, el patriotismo europeo, la desigualdad, la transformación ecológica o la transición digital, pero nunca terminó de incorporar nuevos materiales que iban surgiendo por la propia andadura del mandato. Hasta que eligieron el punto final: el 23-J, las elecciones generales que él adelantó tras la derrota el 28-M y en las que, aunque quedó segundo, frenó lo que parecía una victoria segura de la derecha.
Hoy Lozano explica el making of de un libro cuyo proceso fue vivo y cambiante, como no podía ser de otra manera al tratarse de un presidente en activo. Los dos se conocieron en una tertulia en La noche en 24 horas (TVE), cuando ella era diputada de UPyD, pero la confianza surgió mucho después. “Cuando él me ofreció ir en las listas del PSOE en las elecciones de 2015, ni siquiera nos habíamos tomado un café. No éramos ni amigos ni nada remotamente parecido”, relata. Cuando UPyD se vino abajo y se reunieron por primera vez, Sánchez le trasladó que había admirado su comportamiento de lealtad con la líder de este partido. “Yo fui elegante con Rosa Díez, mucho más de lo que se merecía. Ahí fue cuando nos empezamos a tratar y se empezó a generar la relación de confianza, pero no éramos amigos”.
Tras una legislatura fallida, hubo elecciones en 2016, para las que Lozano ―relata― trasladó a Sánchez que no quería repetir. “La experiencia no había sido buena, había mucha guerra interna en el partido. Y cuando yo ya estaba fuera, le escribí un día y le propuse: ‘Se me ocurre un proyecto interesante: ¿me acerco a tomar un café y te cuento?”. Los dos quedaron, Lozano le propuso un libro con su experiencia, “a él le pareció buena idea y así fue cómo empezó”. ¿Cómo? “Yo te entrevisto y lo cuento”. ¿Y qué podemos contar? “Las peripecias de tu elección como secretario general y tu proyecto político”. “Me dijo que sí, y se podía haber quedado ahí, sin más, pero él cree que escribir es bueno”. El tema quedó aparcado mientras Sánchez estaba concentrado en los problemas del momento, pero, tras su caída como secretario general, lo retomaron. “Cuando lo echaron, me dijo: ‘Irene, vamos a volver a comentar el libro que me propusiste’. Él lo retomó”. El resultado fue Manual de resistencia.
Tierra firme ha tenido un camino diferente. Esta vez fue él quien lo propuso y su objetivo, señala, ha sido trasladar una “visión esperanzadora” ante los retos del país después de más de 40 años de una democracia de éxito. Para ello se reunieron en 12 entrevistas, que han durado en general una hora y media o dos, con excepciones como las tres horas que pudieron estar cuando él tuvo el último covid y tuvo que cancelar su agenda; o la que quedó en suspenso en medio del fragor de la guerra de Ucrania. También cientos de wasaps, correos electrónicos y audios que Lozano buscó para “incorporar vivencias y evitar que fuera solo un texto teórico y oficial”.
“Cuando yo veía que él estaba en Ucrania, en una cumbre o en alguna ocasión que pudiera aportar algo significativo, le pedía que me contara sus impresiones, cosas que después tal vez no iba a recordar. A veces me mandaba un audio, un wasap, o no me hacía caso, claro. Lógicamente, tenía cosas más importantes que atender”. Así es cómo relata vivencias como, por ejemplo, su conversación con una mujer ucrania en un paseo por Borodianka con la primera ministra danesa. “Esa mujer había visto que los rusos llevaban sus uniformes de gala en la mochila. Esos soldados creían que iban a llegar y desfilar”.
¿Lo más difícil del libro? Abordar cuestiones del partido sin herir susceptibilidades es una y muy importante, lo que llevó a medir con lupa todas las alusiones. En un momento dado, él le pidió quitar todos los nombres de ministros para que nadie se fijara en las ausencias, lo que vaciaba al libro de protagonistas y figuras clave como el ministro de Sanidad, Salvador Illa, en la pandemia, pero aquello se recondujo. También quiso referirse a Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero y así lo mantuvo. Introducir su lado personal fue la otra. “Él tiene que ser presidente 24 horas al día y hay cosas que han costado mucho, lógicamente él protege su intimidad”. El libro logra recoger momentos familiares, como la presencia e importancia de sus padres o el chat en el que comparte música con sus hijas, a las que mantiene siempre al margen de la esfera pública. “Todo eso se lo tuve que sacar con calzador”, asegura.
Encontrar el tono apropiado fue otro de los retos del libro, especialmente para abordar una pandemia que había causado tanto sufrimiento. “Él lo tenía muy claro, mucha gente había perdido a seres queridos y quería que fuera empático, hablamos bastante de eso. Arranqué por ahí y cuando escribí esas primeras 30 o 40 páginas de la pandemia, se las mandé para ver si le gustaba el tono, me dijo que sí y tiramos con todo el libro”.
El género de biografías de políticos escritas por profesionales conoce casos en que el protagonista ni siquiera lo ha leído. ¿Cuánto ha leído Sánchez? “Se lo ha leído todo y más de una vez. Durante la mayor parte del tiempo, el libro está entre él y yo. Sugería tal enfoque, quitar, poner… Fue un trabajo de ida y vuelta. También hay anécdotas personales que él ha escrito directamente y que me pasaba por correo. El título es suyo, Tierra firme, y llegó a él porque la idea principal del libro es que estamos en momentos de incertidumbre en todo el mundo, pero cuando se terminen de hacer las transiciones necesarias llegaremos a esa tierra firme. Es su visión a largo plazo y el destino político al que llegar”.
En el libro de un presidente, añade Lozano, “participan muchas personas”. El manuscrito pasó también por personas cercanas a Sánchez y fue sometido a un fact check exhaustivo por parte de la editorial. “El resultado es un libro impecable en términos de datos, todos contrastados con fuentes oficiales, organismos internacionales, Seguridad Social, Ministerio de Trabajo, etcétera”.
Pero el mayor reto, sin duda, fue el vaivén que se produjo con la derrota de mayo. “Cuando se adelantaron las elecciones, el libro quedó en suspenso porque, dependiendo del resultado, tenía que ser distinto”, asegura. Con el match point que supuso la cita electoral de julio, una pelota en la red que podía inclinarlo todo, la suerte habitual de Sánchez hizo el resto. Lozano añadió un prólogo minucioso que recoge sin duda el lado más personal del presidente; el humor que asegura es habitual en él y que desplegó ante la aparición del meme de Perro Sánchez. Y el libro terminó siendo, de nuevo, el de un ganador. “Creo que a él”, concluye Lozano, “le gustaría escribir. Tengo esa impresión”.
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