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Entrevista a un terrorista: el documental de Évole sobre Josu Ternera sacude el festival de San Sebastián

Sus directores aseguran: “Estamos convencidos de nuestro trabajo y estamos tranquilos. No es un documental que blanquee o justifique a ETA”. El filme se estrena el viernes 22 en el Zinemaldia

Jordi Évole, durante su entrevista con Yolanda Díaz.
Jordi Évole, durante su entrevista con Yolanda Díaz.
Gregorio Belinchón

El anuncio de la proyección de No me llame Ternera el próximo viernes 22 en el festival de San Sebastián ha provocado un movimiento en contra de esta entrevista filmada de Jordi Évole y Màrius Sánchez —producida por Netflix— a Josu Urrutikoetxea, más conocido como Josu Ternera, figura clave, y de las más sanguinarias, de ETA. ¿Puede un festival dar espacio en sus pantallas a un asesino despiadado como Ternera? ¿Se puede sentir como una afrenta a sus víctimas? La carta Contra el blanqueamiento de ETA y Josu Ternera, publicada el lunes por la noche y firmada por medio millar de personas, pedía la retirada de la película de 101 minutos. El certamen ha confirmado que se mantiene, según su director, José Luis Rebordinos: “Es una película muy interesante por muchas razones. Y que arranca con una víctima y acaba con una víctima. Hay una declaración de principios en que la primera palabra y la última se le den a una víctima. En el Zinemaldia todo el mundo va a poder verla con normalidad”.

El viernes 22, al finalizar el pase de prensa de No me llame Ternera, se habrá acabado el misterio. El público podrá verlo, por primera vez, al día siguiente por la tarde en la sala 2 del Kursaal, cuando su proyección acompañe la inauguración de la sección en la que está programada, Made in Spain, que alberga una selección de lo producido en España en el último año. Este ruido previo al pase recuerda una polémica similar: la que acompañó el documental La pelota vasca, de Julio Medem, en 2003. Antes de haber sido vistos, ambos filmes provocaron una riada de comentarios. En el caso del documental de Medem, con su proyección se acabó la marabunta mediática. La situación en España es muy distinta: ETA anunció “el cese definitivo de su actividad armada” en 2011, aunque en la pasada campaña electoral su fantasma resurgió a lomos del “Que te vote Txapote”, un eslogan del extremo más reaccionario de la derecha para atacar a Pedro Sánchez.

Por escrito, Évole y Sánchez se confiesan extrañados por la carta: “Entendemos el debate que una película que incluye la entrevista a un miembro histórico de ETA puede generar, pero nos sorprende que se opine e incluso se pida que no se proyecte en el festival un documental que ninguna de las personas firmantes ha visto. Estamos convencidos de nuestro trabajo y estamos tranquilos. No es un documental que blanquee o justifique a ETA”. Eso sí, la polémica no les ha pillado de nuevas: “Sabíamos que era algo que podía ocurrir. El terrorismo de ETA es un tema que todavía causa mucho dolor en nuestro país, porque es muy reciente y fue devastador. Pero no imaginábamos que incluso antes de verlo, hubiera gente que se opusiera a la existencia de este documental”.

Jordi Évole y Josu Ternera
Jordi Évole y Josu Ternera, en una imagen del documental ‘No me llame Ternera’.

Los dos periodistas insisten en que respetan toda opinión, siempre tras su visionado, y acerca del posible dolor de las víctimas, reflexionan: “Somos muy conscientes del dolor causado por esta violencia y del efecto que la simple noticia de la existencia de la película podía provocar. En la película aparece una víctima directa de un atentado en el que participó Urrutikoetxea, un personaje que abre y cierra esta película. Esta persona nos agradeció haberle enseñado la entrevista porque le aportó una información que desconocía sobre el atentado del que fue víctima”. A Josu Ternera la Fiscalía española le imputa 11 delitos de asesinato consumado y otros 88 en grado de tentativa (tantos como heridos en el atentado de la casa cuartel de Zaragoza de 1987), y solicita para él una pena de 2.354 años de prisión. Tras 17 años huido, el etarra fue detenido y apresado hace cuatro años en Francia y está en libertad vigilada desde 2020, a la espera de la resolución de una causa francesa a dilucidar antes de la extradición.

El terrorismo de ETA y la violencia en Euskadi siempre han tenido reflejo en el festival de San Sebastián. En 1979, Operación Ogro, de Gillo Pontecorvo, sobre el asesinato de Carrero Blanco, se retiró de la sección oficial fuera de competición, a tres días de su proyección. Se adujeron problemas con la copia para España del filme, que era distinta a la versión internacional. En esa misma edición se proyectó El proceso de Burgos, de Imanol Uribe, director fundamental en la traslación a pantalla del conflicto vasco. En el Zinemaldia estrenó La fuga de Segovia (1981) y, sobre todo, Días contados (1994), Concha de Oro de esa edición, la única película sobre ETA que ha logrado este gran reconocimiento.

También en los ochenta se proyectó en el certamen El pico (1983), de Eloy de la Iglesia, aunque la explosión de cine sobre ETA llegó en el siglo XXI, con hitos como el estreno de Asesinato en febrero, documental de Eterio Ortega, en 2001; la polémica que antecedió la proyección en 2003 del documental La pelota vasca, de Julio Medem, y el estreno de filmes de ficción como Tiro en la cabeza (2008), de Jaime Rosales, retrato helador de un atentado; Negociador (2014), de Borja Cobeaga, o Maixabel (2020), de Icíar Bollaín, un año en el que también se vio la serie Patria, adaptación por HBO de la novela de Fernando Aramburu.

imagen de la serie 'Patria'
Una imagen de la serie 'Patria'.HBO ESPAÑA

En la última década los filmes sobre el terrorismo se han multiplicado —se han proyectado una quincena relacionados con este tema, a los que se suma alguno más que lo toca de forma tangencial— especialmente por la explosión del formato documental. En 2022 los tres programados lo eran: 918 Gau, de Arantza Santesteban; Gesto, de Xuban Intxausti, y Hirugarren Koadernoa, de Lur Olaizola. “Tenemos una historia de violencia muy complicada. Acabada ETA es más fácil hacer películas sobre diferentes puntos de vista, que es lo que me interesa. Es fácil decir que ETA hizo cosas monstruosas, lo que es cierto, y que ahí se acabe todo. Porque no, porque en la historia hay que analizar, escuchar y aprender para que no se repita”, explica Rebordinos.

El certamen depende de un patronato conformado por el Gobierno vasco, el Ayuntamiento de Donostia, la Diputación de Gipuzkoa y el Ministerio de Cultura. El alcalde de la ciudad, Eneko Goia (PNV), explica: “Como ciudadano, no como alcalde, ya estoy muy mayor y tengo la suficiente capacidad intelectual para juzgar una película. Y no me gusta, porque pertenece a tiempos pasados, que nadie ejerza de censor sobre lo que puedo ver o lo que puedo leer. No puedo entender esas posiciones que últimamente se están extendiendo de forma exagerada. Estoy totalmente de acuerdo con el director del festival de cine. Soy el presidente del Zinemaldia, pero nunca jamás le he dicho al director lo que tiene o no que proyectar. Y no lo haré nunca, porque confío en su profesionalidad”.

Zinemaldía
José Luis Rebordinos, director del Zinemaldia, y Eneko Goia, alcalde de San Sebastián, son los dos primeros desde la izquierda en la presentación de la edición de 2022 del festival de cine. efe

Acerca de la polémica creada por la proyección de la entrevista-documental, el regidor advierte: “No he percibido debate ni polémica alguna en la calle. Aquí, la gente lo está tomando con bastante normalidad. Los espectadores decidirán si ven el documental o no, y luego cada uno opinará lo que considere”.

Entre los 514 firmantes de la carta, figuran nombres como el del filósofo Fernando Savater, los profesores Carlos Martínez Gorriarán y Carlos Fernández de Casadevante, los escritores Félix de Azúa, Andrés Trapiello y Fernando Aramburu, los periodistas Miguel Ángel Idígoras y Santiago González, víctimas del terrorismo como Ana Iribar, Mari Mar Blanco, Rubén Múgica, Cristina Cuesta, Ana Velasco y Maite Pagazaurtundua, así como personas vinculadas con la política como Carmelo Barrio, Rosa Díez y Carlos García Adanero. Consideran que “el Zinemaldia constituye una verdadera e influyente escuela de lo que tiene valor o no en la cinematografía actual, que es tanto como decir en la cultura más popular, promoviendo a personas, ideas y modos de ver y vivir [...]. Por esta razón, la eventual selección de un documental-entrevista al jefe de ETA José Antonio Urrutikoetxea [...] no podría considerarse irrelevante”.

Fernando Aramburu
Fernando Aramburu, en la pasada feria del libro de Madrid.

Uno de sus firmantes, el escritor Fernando Aramburu, cuya novela Patria se convirtió en serie de HBO y se estrenó en el certamen de 2020, explica por email desde Hannover (Alemania), donde reside: “Estoy de acuerdo con unas declaraciones del director del festival, quien meses atrás, oponiéndose al fascismo, afirmó públicamente que ‘la cultura no debe callar’. Es lo que he hecho al firmar el manifiesto. El señor Rebordinos señalaba así que cerraba la puerta a Vox al festival, partido que dice sus cosas, sin duda discutibles, pero que yo sepa no se dedica a colocar bombas ni a pegar tiros en la nuca. También, por cierto, cerró la puerta a un documental de Iñaki Arteta crítico con el terrorismo. Obviamente, no aplica la misma vara de medir con un hombre a quien el calificativo de sanguinario le queda corto. El festival se celebra en la ciudad donde la banda dirigida por el entrevistado (sugiero la lectura de Josu Ternera. Una vida en ETA de Florencio Domínguez) asesinó al mayor número de personas, casi cien. No debe de ser agradable andar por la calle y toparse con el cartel anunciador de la peli de quien te dejó huérfano o mató a tu hijo o tu hija, él o cualquiera de sus subordinados”.

Y sobre pedir su retirada sin verlo, apunta: “Es un argumento falaz considerar que se está opinando sin conocer el contenido de la entrevista. Nadie está juzgando el contenido, cuyo interés documental no pongo en duda. Lo que se cuestiona es la oportunidad de ofrecer una tribuna, un escaparate, una alfombra roja, al terrorista por antonomasia en una determinada celebración de un indudable valor cultural y de una alta proyección internacional, con una falta de tacto que tira de espaldas”.

Blanca Portillo y Maixabel Lasa
Blanca Portillo y Maixabel Lasa, en el rodaje de 'Maixabel' de Icíar Bollaín.David Herranz

Iñaki Arteta lleva desde 2005 filmado documentales sobre el conflicto vasco, y su nombre aparece en boca de Aramburu y de otro de los firmantes, Andrés Trapiello, en sus explicaciones de la carta. El cineasta conocía el comunicado contra la proyección de No me llames Ternera antes de su publicación: “Rechacé firmarlo, aunque agradezco el apoyo de mis amigos. Un festival como el Zinemaldia claro que puede proyectar una entrevista a un terrorista o a un jefe de la mafia o a un líder del Ku Klux Klan. Yo mismo lo hice en Bajo el silencio. Es más, buscamos a los etarras más sanguinarios, y no quisieron. Ternera, bajo ese punto de vista, es atractivo”. Sobre el rechazo del festival a su proyección, quiere puntualizar: “Yo me siento querido por Rebordinos. Me ayudó a estrenar dos de mis filmes en salas en San Sebastián. No tengo queja del Zinemaldia. En sendas ocasiones me ofrecieron programar mis trabajos en la sección Zabaltegi, lo que tuve que rechazar por motivos comerciales. Solo me provocó cierto resquemor que tras el rechazo de Bajo el silencio no recibiera desde el festival ningún feedback”.

Con todo, Arteta comprende a las víctimas: “Otra cuestión es por qué se sospecha que Jordi Évole no ha hecho su trabajo... No entro ahí porque no he visto el documental. Sí entiendo que las víctimas sientan que ahí hay una afrenta, probablemente porque no tengan claro el resultado de una entrevista hecha por Évole”, comenta Arteta. “Las protestas de las víctimas son comprensibles. Deberían de haberles hecho pases previamente, antes de la polémica”.

Manifestantes contra Medem
Una protesta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo contra la película de Julio Medem 'La pelota vasca' en los Goya de 2004.efe

De los ataques en 2003 a La pelota vasca, de Julio Medem, realizados en un momento de confrontación política similar a la actual (con un eslogan como Que te vote Txapote usado como arma contra Pedro Sánchez en las pasadas elecciones), sabe bien Koldo Zuazua, que fue el productor ejecutivo del documental de Julio Medem, y recuerda: “Su proyección en el K2 [la sala 2 de Kursaal] es uno de los momentos más emocionantes de mi vida”. De aquel viaje “iniciado con bonhomía e ingenuidad” confirma que “Julio quería hablar con todos”, pero que ETA rechazó cualquier aproximación y que desde el PP de Madrid torpedearon presencias como la de Jaime Mayor Oreja, esos años presidente del PP vasco, o de Borja Sémper, entonces un joven concejal popular en Irún. “Aquello fue como fichas de dominó, porque acabaron sacando de la película a las voces del mundo intelectual vasco no nacionalista”, apunta. Llegaron amenazas de denuncias ante un juez para la retirada del filme, que nunca se concretaron; ataques de la entonces ministra de Cultura del Gobierno del PP, Pilar del Castillo, que no había visto el filme... El globo se desinfló con su proyección. “Nosotros se lo habíamos enseñado antes por separado a los participantes. En el Zinemaldia agotamos las entradas y hubo sesiones extras”. Eso sí, en Madrid “hubo que soportar manifestaciones ante las salas: decían que estábamos subvencionados, que éramos un apoyo al plan Ibarretxe, cuando encima no nos dieron ni un euro de ayudas desde el Gobierno vasco”.

Zuazua se ha convertido en productor de peso en el cine español, y de él nació Maixabel, de Icíar Bollaín, otra película clave sobre Euskadi. Maixabel Lasa, directora de la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco entre 2001 y 2012, y viuda del exgobernador civil de Gipuzkoa Juan María Jáuregui, asesinado por ETA el 29 de julio de 2000, participó en un proceso de justicia restaurativa, conociendo a dos de los asesinos de su marido, como se pudo ver en el documental Zubiak (2019), de Jon Sistiaga y Alfonso Cortés-Cavanillas, y en la película de Bollaín bautizada con su nombre. Por teléfono explica: “Es una polémica que nace del desconocimiento, porque no hemos visto No me llame Ternera. Es muy similar a lo ocurrido con La pelota vasca. Antes de opinar, hay que conocer”. ¿Hay que dar voz a asesinos que no se han arrepentido de sus actos? “No se trata de dar voz, sino de escuchar lo que dice este hombre. Eso no significa que se le dé la razón o que se le blanquee. Yo, desde luego, voy a verlo. Y mi apoyo a Rebordinos, que ha ofrecido mostrar la película en un pase previo a los firmantes de la carta contra su proyección”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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