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Dos ejecuciones horribles por delito de fornicación en la Islandia del siglo XVIII: la primera novela histórica de Arnaldur Indridason es muy negra
El reconocido autor de narrativa policiaca cambia de género literario en ‘El rey y el relojero’ y explica el letal código contra la inmoralidad que regía en la isla
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El escritor islandés Arnaldur Indridason (Reikiavik, 64 años), maestro de la novela negra escandinava y padre literario del detective Erlendur Sveinsson, publica ahora traducida al castellano su primera novela histórica, El rey y el relojero (RBA, 2025). Indridason cambia de género pero lo que le ha salido es igualmente muy oscuro, una amarga historia en cuyo núcleo hay dos horribles ejecuciones bajo la acusación de fornicación y usurpación de paternidad: la decapitación de un hombre con hacha y el ahogamiento de una mujer, su pareja, por inmersión dentro de un saco en el agua helada de un río. Ambas en base al estricto código de leyes que regulaba las relaciones sexuales prohibidas en la Islandia del siglo XVIII, el Stóridómur (”el gran juicio”), en funcionamiento desde 1564 tras la adopción del luteranismo.
La durísima narración de lo que constituye un verdadero crimen judicial es la parte central del relato que le hace el relojero islandés Jón Sívertsen al rey Cristian VII de Dinamarca (reino del que dependía Islandia junto con Groenlandia y las islas Feroe), ambos personajes históricos, mientras arregla en el palacio real de Copenhague un valioso reloj averiado, una obra maestra. La progresiva relación entre el relojero, hijo del decapitado, y el rey, un hombre inestable con problemas mentales, proclive a la ira y la violencia y cuyo padre, Federico V, fue el monarca que sancionó las ejecuciones, crea la enorme tensión sobre la que se asienta la novela.
“Siempre me ha interesado mucho la historia”, explica durante una estancia en Barcelona Indridason, un hombre con el intimidatorio aspecto de un correoso agente de la Lögreglan, la policía islandesa, pero en realidad muy amable y con gran sentido del humor. “Estudié Historia en la universidad y siempre introduzco elementos históricos en mis novelas negras. He escrito mucho en ellas sobre la transformación de la sociedad islandesa de las últimas décadas y el desarrollo de Reikiavik desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Ciertamente, El rey y el relojero es mi primera novela histórica, pero estaba muy preparado para el género”, apunta. El escritor señala que la razón por la que existe su novela es porque se topó con un material excepcional que le dio la idea: “Leí sobre ese relojero que reparó ese importante reloj y que tenía un padre ejecutado injustamente”. El autor continúa: “La parte de lo que ocurre en Copenhague entre el relojero y el rey es invención mía, pero los personajes son históricos y todo lo que pasa en Islandia está basado en hechos históricos que he documentado. Mi idea era juntar al relojero hijo de un ejecutado y al rey cuyo padre había dictado la sentencia de muerte”.
Indridason está de acuerdo en que le ha salido una novela que será histórica pero es muy negra. “Sí, y es cierto que hay un crimen en su centro, aunque sea un crimen legal, esa sentencia injusta contra Sigurdur y Gudrún”. Es una trama policiaca de la que sabemos los culpables (el rey, el gobernador y el aparato judicial) y desde el primer momento lo que ocurrió. “Cierto, pero lo que lo hace muy interesante es ver que no podemos detener la acción, ni la implacable investigación que lleva a las ejecuciones”. Ni el reloj. “Ni el reloj”, asiente con una sonrisa Indridason.
El autor subraya que el rey era así de quisquilloso y lunático. “No me lo invento, los diálogos sí, pero el monarca era realmente de esa manera, lo que es una suerte porque resulta muy interesante y colorido. Está claro que tenía problemas psíquicos”. Una de las cosas que se le achacaban era una gran pulsión masturbatoria, y en la novela se menciona su relación con una conocida prostituta de Copenhague. “En la novela ya ha perdido el poder y ha caído su valido, el médico alemán Johann Friedrich Struensee, amante de la reina; lo vemos, al rey, como una especie de espectro que deambula por palacio. Se interesa por el relojero y esa historia que le cuenta de su padre ajusticiado. La relación que establecen es muy frágil y desigual. El rey quiere que le vaya contando, pero siempre está el peligro para el relojero de que el monarca estalle contra él. En el fondo, la novela es una historia sobre cómo contar una historia en condiciones muy difíciles”.
Estamos en un escenario de un contador de historias ante un oyente poderoso, como en los casos de Marco Polo y Kublai Kan y Sherezade y el sultán Shahriar. “Absolutamente, mi novela trata sobre la censura y el peligro de decir la verdad. El relojero cuenta su historia bajo la continua amenaza de la pena de muerte que le puede imponer el rey en un arrebato de ira. El entorno que describo es completamente real. Mi libro también aborda el tema de cómo has de contar una historia para mantener el interés del oyente o del lector. El relojero quiere contar la verdad de lo que ocurrió y con ello toca un punto sensible del rey y eso le pone en peligro”, comenta.

En la novela, en la que se describen las penosas condiciones de vida en Islandia, un personaje se pregunta por qué alguien querría vivir allí. “No sabría qué responder, yo no tengo ni idea”, ríe Indridason. “Nunca iría allí si pudiera elegir. Es muy difícil vivir, un desafío; siempre ha sido un lugar muy inhóspito. El clima, con el frío ártico, los terremotos, los volcanes, la oscuridad, el aislamiento, todo amenaza la vida humana. Como explico en el libro, tras una gran erupción y lo que se llamó ‘las calamidades de la niebla’, los daneses se plantearon sacar a todos los 30.000 habitantes de la isla y llevárselos a Dinamarca, dejando Islandia desierta”. ¿Compensó Dios lo despiadado de la isla con su belleza? “Sin duda, al menos el lugar es hermoso, y bueno, tenemos también la recompensa de vivir hoy en un Estado muy moderno, con ese bienestar social que es epítome de lo nórdico”. Y desde luego tienen un buen escenario para la novela negra. “Sí, así es, aunque cuando empecé a escribir me decían que era una tontería situar una novela policiaca en Islandia, se reían de mí. ‘Es un lugar en el que no pasa nada de interés’, me decían. Por eso mis novelas tenían que ser muy verosímiles, y había que cuidar mucho el argumento del caso, con pocos crímenes. Ahora, treinta años después, ya puedes asesinar a tantos como quieras sin que la gente se escandalice . Aunque yo sigo siendo muy del socio-realismo: lo más importante para mí son los personajes y la crítica social”.
Lo del Stóridómur es estremecedor. “Era una reglamentación muy severa, cruel, sobre todo en casos de relaciones carnales entre miembros de una misma familia; un código escrito por temor a la promiscuidad y, claro, al incesto, en una población tan pequeña donde el riesgo siempre estaba ahí. Su alcance era muy largo y los castigos tremendos para actos que se consideraban inmorales”. Las ejecuciones que describe el autor dejan muy mal cuerpo. Indridason mira con renovado interés a su interlocutor cuando este le dice que ha visto en el Museo Nacional en Reikiavik, con espanto, el tajo y el hacha de la última decapitación en Islandia. “Era peor el ahogamiento; en la novela le hago pedir a Gudrún, inútilmente, que la decapiten cuando va por la tercera inmersión sin morir. Era así de duro. Fue la mujer número 25 ejecutada de esa manera, siempre era peor para ellas”.
Con respecto a las codiciosas aspiraciones de Donald Trump sobre Groenlandia, el escritor lo considera un tema “absurdo”, pero apunta que hay que estar al tanto, dada la personalidad del presidente de EE UU. En todo caso, “nadie puede tomar una decisión sobre Groenlandia excepto los groenlandeses, y no, por supuesto, un empresario inmobiliario fallido de Nueva York”. Indriason no cree que Islandia esté en el menú del presidente, “pero quién sabe”.
En cuanto a si hay un declive de la novela negra nórdica, por fatiga de los lectores, Indridason dice que lo ignora. “Ha durado mucho y la gente siempre quiere cosas nuevas. Pero no me lo planteo, la popularidad de la que hemos disfrutado se debe a que han salido obras muy buenas, y eso no veo que cambie”.
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