El Primavera Sound vuelve a hacer su magia
El festival viaja a Madrid tras reunir en Barcelona a 195.000 asistentes
El Primavera Sound de Barcelona cerrará este domingo sus puertas con una asistencia de cerca de 195.000 personas, según el balance ofrecido en la tarde del sábado. Ahora el festival se desplazará a Madrid, donde espera alcanzar las 40.000 personas diarias en su primera edición en Arganda del Rey. Para ello apuesta por una combinación entre artistas veteranos y noveles, amén de permitir el debut en España de jóvenes talentos que renuevan tanto la escena musical como al público asistente. Con todo ello, el Primavera Sound da por buena la fórmula de tres sedes en el sur de Europa: Barcelona, Madrid y Oporto.
Uno de los grandes artistas que han pasado por Barcelona y verá Madrid es Kendrick Lamar. Y es que el hip-hop puede gustar o no, pero es como los callos: hay que probarlos al menos una vez en la vida. Y, sin duda el concierto ineludible de este Primavera Sound, incluyendo todos los estilos que conforman el cartel, es el del recitador de Compton (Californiano). Es el número uno, está en su mejor momento hasta la fecha y su último disco es sensacional. Por medio de un repaso a gran parte de su carrera, no basándolo estrictamente en éxitos, Lamar da una lección de cómo es el rap contemporáneo, abierto a toda la música negra, sin gestualidad dictada por la testosterona, fluido, melódico y sutil aunque no exento de fuerza, poderío, conciencia, frondosidad y con músicos ocultos que, complementado las bases, se escuchan aunque no se ven. Sin lugar a duda uno de los conciertos del festival, sino el concierto del festival. El músico en su momento.
Por ahí va también Rosalía, no por vista y reconocida menos central en la memoria musical de estos días, radar que capta los sonidos que causan furor entre los jóvenes y furia desdeñosa entre quienes no lo son y no recuerdan que lo fueron. Si se quiere hacer doblete, merece la pena acercarse a Tokischa, colaboradora de Rosalía en la canción Linda, y parte de la entrega de dembow y reguetón que completan, entre otros, Villano Antillano y DJ Playero. Música para el cuerpo con el centro de gravedad en el Caribe y que transmite a las nalgas el músculo de su baile. Descaro y provocación. ¿No lo hizo antes el rock and roll?
Aunque parezca un contrasentido, un festival como el Primavera también vive de nombres que llevan refulgiendo muchas décadas. Y no hablamos de vehículos de ocasión con demasiado kilometraje. Es el caso de Depeche Mode, que en Barcelona hicieron un concierto intachable en la primera gira sin Andy Fletcher, a quien siempre dedican World In My Eyes. Dave Gahan está en forma y como líder de escena cumple sobradamente, apoyado en un repertorio trufado con éxitos y escasas apariciones de su último disco, tres en Barcelona. Un concierto que no defrauda.
Tampoco el de John Cale, un octogenario que repesca canciones de su magnífico Mercy en su repertorio actual. Un artista vigente desde que formara parte de The Velvet Underground. Tan vigente como Sparks, septuagenarios, un grupo más excéntrico que el más singular de los asistentes al festival. Solo por ver a los hermanos Mael merece la pena su concierto, pop de vaudeville y melodías imprevisibles. Es más, hay algo de Genís Segarra (Hidrogenesse, Astrud) que evoca la conducta escénica de Ron Mael, el del bigotillo facha, algo entre desinterés arty y elusión de los gestos tópicos de las estrellas. Y no cabe olvidar a Pet Shop Boys, recopilando sus mejores canciones con esa clase tan genuinamente inglesa que en su caso no resulta desdeñosa. Menos aún a Blur, otros clásicos que vienen cargados de clásicos, hits que Damon Albarn, menos disparado que en Gorillaz, defiende con resolución.
Entre los nuevos hay un par de representantes de la llamada Generación Post-Brexit, unida no por estilo musical, sino por sentirse estafados por una sociedad con la que han cumplido formándose y les otorga desempleo o precariedad. Black Country New Road (arty-rock) y Yard Act (postpunk) la representan. Los primeros con cerebro, los segundos con músculo y humor. Hay que escoger entre pensar y bailar pensando. Directamente de TikTok, de donde se importa también el formato de pantalla vertical que cambia la forma de ver un concierto, llega PinkPantheress, una joven de 22 años que, como mandan los cánones digitales, hace piezas que no superan los dos minutos, son directas y bañadas en drum&bass. Por cierto, en Barcelona su concierto acabó 20 minutos antes de lo previsto, mejor llegar puntual. Perfume es otra apuesta, esta para comprobar lo que da de sí, mucho, el pop japonés con su puesta en escena. Más sutil y cálida resulta Kelela con su r&b de corte contemporáneo. Tan personal como fascinante. Judeline, nueva estrella urbana local, es otra de las que piden ser vista, como Bad Gyal, la reina con mando en plaza no presente en la edición barcelonesa del festival. El baile con Skrillex, Fred Again o Two Shell garantizan finales de fiesta eufóricos y sufrimiento de suelas. Hay de todo para todo el mundo en un festival cuyo modelo, dijeron sus directores, interesa en varias ciudades tanto europeas como latinoamericanas.
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