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El rechazo de Francia y las dudas de último minuto de Italia amenazan con descarrilar la firma del acuerdo entre la UE y Mercosur

El pacto entre la Unión y los países americanos crearía la mayor zona de libre comercio del mundo en un momento crucial para Europa

Manifestación en París el pasado octubre en contra del acuerdo entre la UE y Mercosur

El acuerdo de la Unión Europea con los países del Mercosur, que crearía la mayor zona de libre comercio del mundo, con más de 700 millones de consumidores, pende de un hilo. Y cuando su firma entre la Unión y Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay ya casi se acariciaba. El rechazo de Francia y las dudas de último momento de Italia pueden matar el pacto, que está ya en su recta final. Sus posturas pueden dinamitar 25 años de trabajo y negociaciones en un momento clave para la Unión Europea, que afronta los ataques de Estados Unidos y de Rusia, y se ha movido para buscar nuevos socios fiables mientras ve cómo se tambalea el orden multipolar basado en reglas por las presiones de Trump. Con Mercorsur, la UE se juega su prestigio.

El cronograma que las instituciones europeas y americanas habían marcado para rubricar el acuerdo —que se lanzó hace un año tras mucho tiempo en el limbo— fija que el proceso en la UE debe finalizarse esta semana. En agenda estaba la votación en el Parlamento Europeo de varias cláusulas de salvaguarda para los productos europeos, la negociación entre la Eurocámara y los Estados miembros y finalmente la votación de los representantes de los Veintisiete para ratificar el acuerdo. Después, para el fin de semana hay prevista una gran ceremonia de firma en Foz de Iguazú (Brasil).

“Firmar el acuerdo es de crucial importancia, económica, diplomática y geopolíticamente e incluso en términos de credibilidad en la escena internacional”, ha afirmado este lunes un portavoz de la Comisión Europea, la responsable de la política comercial de la UE, que ha dicho que tiene esperanzas en que se firme el acuerdo antes de final de año.

Pero todo está en el aire. El domingo, el primer ministro francés, Sébastien Lecornu, pidió aplazar la votación de los representantes europeos (que, en realidad, debía haberse celebrado el viernes). “No se dan las condiciones para ninguna votación del Consejo de la UE sobre la autorización de la firma del acuerdo”, dijo el mandatario francés. Su petición, que llega desde el Gobierno de un Emmanuel Macron muy debilitado, ha sido un golpe para el acuerdo. Pero lo es más las reticencias de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que hace unos días transmitió a las instituciones europeas que prefiere no votar el pacto esta semana por temor a protestas de sus agricultores.

Sin Francia, que ha salido enormemente beneficiada en la negociación del acuerdo y que ha logrado introducir en las regulaciones del pacto numerosas cláusulas de salvaguarda para proteger sus productos frente a los americanos, y sin Italia, el acuerdo no podrá salir adelante. Hace falta una mayoría de países (en términos de población) que lo respalde. Y contando con que Polonia votará que no, las cuentas no salen si París y ahora Roma también lo rechazan en conjunto.

La decepción puede ser enorme. Y más teniendo en cuenta que Italia es uno de los países que más se beneficiará del acuerdo con Mercosur, con quien comparte un comercio de unos 16.400 millones de euros al año, ya que el pacto eliminará los aranceles sobre el 91% de los productos.

Si se aplaza la votación, el acuerdo con Mercosur está muerto, insisten varias fuentes europeas. Brasil, que preside este semestre la asociación de países latinoamericanos, que con Luiz Inácio Lula da Silva se ha dejado la piel para sacar adelante el pacto, dejará el 1 de enero la organización en manos de Paraguay, que es mucho más escéptico con el acuerdo. Y de fondo están, además, las presiones de Estados Unidos con Donald Trump.

“Solos en el mundo”

“Si no lo hacemos [si no firmamos el acuerdo con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay] nos quedaremos solos en el mundo”, advirtió hace unos días el presidente del Consejo Europeo, António Costa, en una conferencia en París. “Y no basta con tener debates académicos sobre cómo evitar la presión entre EE UU y China”, aseveró el ex primer ministro portugués, que ha invertido un gran capital político en sacar adelante el acuerdo.

Los detractores del acuerdo en Europa creen que perjudica a los agricultores y que inundará el mercado con productos más baratos. Aunque se han introducido salvaguardas importantes no solo económicas (en términos de precios) sino también de controles. De hecho, la semana pasada, tras las presiones de París, la Comisión Europea introdujo nuevas auditorías en las importaciones agroalimentarias a la UE.

Los defensores del acuerdo, como Alemania, que lo apoyan con ahínco, o España, remarcan que es una oportunidad para ahondar lazos con nuevos socios fiables. También sostienen que ofrece oportunidades de explorar nuevas rutas para obtener materias primas esenciales y reducir la dependencia de China, especialmente tras el impacto de los aranceles impuestos por Trump. Advierten, además, que si los países del Mercosur no firman con la UE, Pekín reforzará sus lazos comerciales con ellos.

Con el acuerdo con Mercosur, la UE se juega su reputación de socio fiable. Y en una semana crítica para su futuro, cuando los Veintisiete deben decidir si pueden mantener el apoyo a Ucrania y le entregan los activos soberanos rusos congelados por las sanciones que están alojados mayoritariamente en Bélgica, que se opone de momento a la idea. Y mientras Europa está tratando de hacerse un hueco en la mesa en la que Estados Unidos quiere firmar la paz entre Rusia y Ucrania.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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