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Enrique Cavestany lleva a París sus ‘Seres mutantes’, ideados durante la pandemia

La exposición del artista madrileño en la capital francesa presenta una bandada de aves raras y desconocidas, generadas por mutación incontrolada con objetos cotidianos

Dos figuras de Enrique Cavestany expuestas en 'Seres mutantes'.
Dos figuras de Enrique Cavestany expuestas en 'Seres mutantes'.Enrique Cavestany

Una bandada de aves, raras y desconocidas aves, sobrevoló recientemente París. Volaban en formación delta, en cuyo vértice viajaba con ellas un español, raro también, Enrique Cavestany, Enrius (Madrid, 80 años), que sabía bien dónde hacerlas aterrizar: la sala de exposiciones René Capitant, el selecto espacio que la alcaldía del Cinquième Arrondissement de París, en la plaza del Panteón y junto a la Sorbona, dedica al arte y la cultura en el corazón mismo del Barrio Latino. Allí, las aves entraron en contacto con dos antroposaurios, un diplodocus sputator y numerosos peces e insectos que les aguardaban sobre plintos, vitrinas y muros frente a collages cuya hechura corresponde también al cuidador de las aves.

Enrique Cavestany, pintor, dibujante e ilustrador de prensa, es creador de mundos, personas y animales habitualmente soterrados en su infraconsciencia. Desde su torbellinesca imaginación, con pincel sabio y desenvuelta mano, los hace emerger hasta la realidad. La bandada que él guía acaba de posarse en París y las aves y bestezuelas mostradas exhiben orgullosas sus rarezas en esta importante alcaldía de la impar Lutecia, donde morarán hasta el 24 de mayo. Entonces, regresarán a Madrid, al jardín del pintor, de donde se asegura que partieron, en su singladura hacia la perla del Sena.

El visitante se sorprende al contemplar que el espinazo de las aves puede ser un tenedor; su pico, una navaja albaceteña; el buche, una lata de conservas abierta; el plumaje, trenzado de palillos y la cocorota, de viruta de maderita fina. Algunas de las aves, generadas por mutación incontrolada, proceden de Paraguay o Madagascar y cuentan con moños propios, mientras otras exhiben sin rubor los contornos rojos que recubren sus galináceos párpados. Incluso una de ellas desciende altivamente por una escalerita en un andante maestoso, homenaje del autor a Marcel Duchamp.

'Nu descendant un escalier, d'après Duchamp ', homenaje a Marcel Duchamp.
'Nu descendant un escalier, d'après Duchamp ', homenaje a Marcel Duchamp.Enrique Cavestany

La composición matérica de las aves y bestezuelas es tan lograda que les permite adquirir personalidad propia: son silenciosas, aunque desafiantes y altivas —eso sí, un punto ortopédicas—; pero tienen presencia y entidad. Su autor supo dotarlas de alma y tienen la disposición de despertar una sonrisa, incluso carcajadas, hasta en los rostros de los parisienses más adustos, que ya es un mérito.

Una hospitalaria Florence Berthout, alcaldesa de este hegemónico distrito de París, ha sabido detectar y apostar por el talento de este veterano artista visual español, quien, proponiéndose no rebasar los límites de su artesanía aquí en clave pajarera y animalesca, logra dotar de vida, de arte y actualidad perenne creaciones suyas tan únicas como estas.

Del Conde de Buffon

Pero no lo hace sin red. Se ha zambullido en algunos de los 44 volúmenes de la Historia Natural de George Louis Leclerc, conde de Buffon y de sus discípulos Cuvier e Hickman, libros que leyó desde su mocedad, para describir y nombrar —nombrar, esa veterana potestad adánica— todas y cada una de las especies de estas aves y bichos varios de su imaginación surgidos. La mirada de quienes los observan ve aflorar de cada uno de ellos, merced a su cuidadosa hechura, fogonazos de civilizaciones imaginarias, como las que Cavestany descubrió en la península de Burelandia, en su exposición El mundo de los Oparvorulos, exhibida en el Museo de América de Madrid en marzo de 2004. Personajes como Onésima Stanhope viajaban a la selvática isla con fines taxonómicos, provista de una erudición científica irónicamente transgredida por el autor. O en su inolvidable Madrid marítimo, expresión suprema del vedutismo veneciano de los Canaletto y Belloto trasladada a la urbe matritense, de cuyo Museo de Arte Contemporáneo penden sus 34 fascinadores cuadros de un Madrid bellamente anegado por el agua, con embarcaderos en la Puerta del Sol y ríos declinando mansamente por la Gran Vía.

Figura de Enrique Cavestany expuesta en París.
Figura de Enrique Cavestany expuesta en París.Enrique Cavestany

La muestra ha contado con el apoyo y aval de Roberto Varela, consejero de Cultura de la sección cultural de la Embajada de España en París, cuyo embajador, Victorio Redondo Baldrich, asistió a la inauguración el 4 de mayo y felicitó con efusión a Enrique Cavestany. Al ser preguntado este por su intención a la hora de musealizar tan bizarro trasunto, el artista madrileño subrayó que esta exposición la realizó “en pleno confinamiento por la pandemia”, por lo cual asegura haberla concebido como “relativa a seres mutantes e inciertos”, como los animales que ha traído a París, “semejantes a los tiempos de confinamiento y desconcierto que entonces vivimos todos”. En cuanto al propósito que preside esta exposición asegura que se ha propuesto “lograr un cruce teratológico entre el Gato con Botas y el Leviathan, de Thomas Hobbes”, sentencia.

La exposición Seres mutantes ha sido comisariada conjuntamente por Fernanda Celis, investigadora de la universidad suiza de Neuchâtel, y la conservadora de museos Elena Delgado; en su montaje y organización han colaborado Carla de la Guardia, coordinadora cultural; Christine Monot, novelista y traductora; así como la docente Catherine Mayran, escritora y vecina del distrito parisiense donde se encuentra la exposición, abierta de lunes a sábado de 11 a 18.00 horas y jueves de 11 a 19.00 en la alcaldía de la plaza del Panteón.

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