‘Tadeo Jones 3: la tabla esmeralda’, la más refinada entrega de las aventuras del albañil arqueólogo

Hace ahora una década, el cine de animación español encontró el camino por el que aprovechar el espectacular tirón comercial que vivía y sigue experimentando el formato entre las familias. Enrique Gato debutó en el largo desarrollando un personaje propio con el que ya había realizado dos exitosos cortometrajes —ambos, ganadores del Goya de la categoría y con decenas de galardones nacionales e internacionales—, y la respuesta del público fue espectacular: casi tres millones de espectadores fueron a ver Las aventuras de Tadeo Jones (2012), con más de 18 millones de euros de recaudación. La película quizá estuviera demasiado pendiente de los guiños hacia el más inmediato presente y fuera demasiado deudora de la saga de Indiana Jones, a medio camino entre la parodia y la emulación, pero el salto de calidad técnico era palpable.

Cinco años después, Tadeo Jones 2: el secreto del Rey Midas (2017) confirmó el éxito de la primera entrega con unas cifras similares y una loable apuesta por lo local de vocación universal: Granada y la Alhambra como escenario principal. El albañil reconvertido en arqueólogo, la chica inteligente y dulce como compañera inseparable, y el inevitable personaje de comedia encargado del desahogo para la risa —en este caso, Momia— fueron conformando un grupo reconocible que, sin grandes alardes narrativos ni artísticos, pero sí con una notable factura técnica, estaba dispuesto para un tercer capítulo. Tadeo Jones 3: la tabla esmeralda se presenta así, de nuevo tras otros cinco años, como un más de lo mismo, pero algo más apuntalado en cuanto al guion, con la misma maquinaria publicitaria detrás, y con la sempiterna ventaja de las sagas: ya no hace falta vender el personaje.

Aquí, salvo un cameo vocal y en versión animada del periodista Iker Jiménez, Gato y sus coguionistas, Manuel Burque y Josep Gatell, parecen menos proclives al fastidioso chistecillo de actualidad que se queda antiguo en dos telediarios, habitual en las dos primeras entregas, y acaban componiendo una digna película de aventuras con mucha acción y diversos elementos de slapstick, ambientada en múltiples escenarios: París, México, Estados Unidos y Egipto. La solvencia técnica vuelve a estar presente y en los apartados artísticos destaca el dibujo en las localizaciones nocturnas o poco iluminadas, más bellas que en las diurnas cargadas de luz. Pero quizá donde Tadeo Jones 3 se hace más auténtica es en el perfilado dramático del personaje principal: un tipo honrado y noble, valiente y listo, que está condenado a no poder hablar de sus triunfos. El clásico héroe anónimo, el (casi) maldito ganador invisible.

En una película que seguramente no será vista por los críos y sus mayores acompañantes como la más memorable de la saga, pero sí por este crítico como la más refinada, el retrato de Tadeo termina siendo lo más sorprendente. Algo en lo que también tiene mucho que ver el sobresaliente trabajo de doblaje a lo largo de las tres películas de Óscar Barberán, preciosa voz cargada de matices en el tono.