De Medusa a Nevenka: cuando los mitos se asoman a la realidad
La escritora e ilustradora María Hesse hace una relectura de las mujeres que tradicionalmente han sido consideradas perversas para mostrar cómo la feminidad en los relatos de ficción ha condicionado la vida real
Locas, prostitutas, brujas, manipuladoras. En resumen: malas. “Ese es el lugar que nos corresponde a las mujeres, incluso desde niñas, en cuanto nos salimos de la línea que han trazado para nosotras. ¿Pero quién traza esa línea?”, se pregunta María Hesse en una entrevista con EL PAÍS en Madrid. La escritora e ilustradora acaba de publicar Malas mujeres (Lumen), una obra donde realiza una relectura de figuras literarias, mitológicas y bíblicas que tradicionalmente han sido consideradas perversas por mostrar cómo la feminidad ha sido construida en los relatos de ficción. La autora también traza un paralelismo con mujeres reales, como Juana de Castilla o Nevenka Fernández, para “dar consistencia al libro y enseñar cómo estos relatos se trasladan a la vida real”.
María Hesse (Sevilla, 40 años), autora de diversas biografías ilustradas de figuras como Frida Kahlo o Marilyn Monroe, cuenta que de pequeña le encantaba leer y dibujar historias. Pasaba horas viendo la película La bella durmiente y cantaba “eres tú el príncipe azul que yo soñé” como un disco rayado. Años después, cuando se transformó en madrastra, una figura tan perversa en los cuentos de hadas, sintió recelo de ocupar este papel: “Intuía que si decía tres veces la palabra madrastra delante del espejo, me convertiría en bruja de inmediato”. Pero con los años logró romper el hechizo y pasó a ver las cosas desde una óptica distinta: “Entendí que solo eran cuentos y que yo no era mala, pero el estereotipo se había reproducido tantas veces en mi cabeza que la lección quedó grabada”.
En las fábulas de hadas que Hesse leía cuando era niña, tanto Cenicienta como Rapunzel y Blancanieves tenían madrastras que se complacían en fastidiar a las hijastras. Según el historiador alemán Eckhard Sander, el relato original de Blancanieves está basado en la historia real de la condesa alemana del siglo XVI Margarita von Waldeck, quien tuvo una aventura con el príncipe Felipe de España y fue envenenada por la corte del emperador Carlos V. En la versión reescrita por los hermanos Grimm, la villana fue representada por una madrastra que, después de envenenar a la princesa, es castigada con unos zapatos de metal ardiente. Para Hesse, estos cuentos dejan un mensaje claro para todas las niñas del mundo: “Cuidadito con las mujeres que les rodean, porque a la mínima se la van a jugar, aunque no se sepa bien por qué”.
Ya en el cuento original de La bella durmiente, escrito en 1634 por Giambattista Basile, el rey encuentra a una joven aparentemente muerta y no puede evitar tener relaciones sexuales con ella. Meses después la doncella, aún dormida, tiene dos hijos que, en busca de leche, confunden el pecho con el dedo y succionan la espina envenenada que llevó al letargo a su madre, que por fin despierta de su sueño profundo. Cuando se entera, el rey vuelve a buscarla, lo que enciende la ira de su esposa. Así que, traicionada, la mujer del rey se transforma en la mala de la historia y acaba muerta, mientras el violador vive feliz para siempre con la bella joven. “Mientras se perdonan las reiteradas violaciones de los hombres, a las mujeres se las castiga por el mero hecho de existir”, señala Hesse.
Malas mujeres también se detiene en el oscuro mito de Medusa, que según el relato de Ovidio era una bella sacerdotisa que fue tomada por la fuerza por el dios Poseidón en territorio sagrado. En lugar de castigarle a él, Atea desató toda su furia contra la víctima, transformando su cabello en serpientes y haciendo que su mirada se volviera petrificante. “Con esta concepción de fondo, es comprensible que muchas mujeres no se atrevan a denunciar una violación: si Medusa era demasiado bella, si Ana volvía borracha a casa, si Marta llevaba la falda muy corta, está claro que lo provocaron ellas”, ironiza la escritora.
Páginas después, Hesse recuerda el caso real de Nevenka Fernández, la concejala de Ponferrada que denunció en 2001 el acoso sufrido a manos de su jefe, el alcalde Ismael Álvarez. Era la primera vez que se juzgaba en España a un político por acoso sexual. “Todas las miradas, dudas y acusaciones se dirigieron a ella. Consiguió la victoria judicial, pero no la social, y se vio obligada a emigrar a Inglaterra. Mientras ella no lograba encontrar trabajo, su acosador mantuvo el apoyo de muchos de sus conciudadanos”, escribió Hesse.
La escritora destaca también cómo los relatos bíblicos señalan a la mujer como la raíz de todos los males. Según el Antiguo Testamento, Lilith vivía con Adán en el Edén, pero no era feliz porque no aceptaba jerarquías y, por eso, se marchó del paraíso. Solo después de irse, Dios tomó una costilla de Adán y creó a Eva. Las sagradas escrituras dicen que el diablo se presentó ante Eva en forma de serpiente para hacerla comer el fruto prohibido; otros escritos afirman que en realidad era Lilith, que había jurado venganza —”o quizá solamente quería abrirle los ojos”, añade la escritora—. Y así como la curiosidad de Pandora la hizo abrir la tinaja, la tentación de Eva trajo todos los males a este mundo. “Nosotras somos portadoras del pecado y la raíz del mal. ¿Cómo van a permitir entonces nuestra ordenación religiosa o que administremos los sacramentos? Nuestra hipoteca empezó el día en que Eva tomó la manzana y nos condenó para siempre. Es un recurso astuto: de un plumazo, las mujeres quedamos en un lugar subordinado, en la vida y en la Iglesia”, apunta la autora.
El libro también recuerda cómo muchas mujeres que lograron alcanzar puestos importantes de liderazgo sufrieron reiterados ataques para ser deslegitimadas. “Convertir a las mujeres poderosas en seres depravados y fuera de toda razón ha sido un truco efectivo desde que Cleopatra —tan caprichosa y sibilina que la apodaron ‘la serpiente del Nilo’— comenzó a darse sus supuestos baños de leche”, escribe Hesse. Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos, fue proclamada reina de Castilla en 1504 y reina de Navarra en 1516, pero casi no llegó a ejercer el poder en sus cincuenta años al frente de la corona. Conocida como Juana la Loca, pasó gran parte del tiempo encerrada en Tordesillas, acusada de estar incapacitada para gobernar. “Decían que sufría de melancolía y trastornos de comportamiento, aunque antes de ser coronada nadie había cuestionado la capacidad de Juana para reinar”, afirma.
Mientras las princesas dóciles y pasivas viven felices para siempre, las villanas independientes y audaces siempre terminan con un final trágico, castigadas y expulsadas del paraíso, opina Hesse. Aunque haya contextos en que estos estereotipos parecen estar superados, la autora señala que todavía existen muchas realidades en que estas narrativas se repiten, y declara: “Ahora sabemos que no hay que tener miedo a salirse de esas líneas caprichosas que otros marcaron, y que las que abrieron esas grietas buscando otros horizontes no estaban locas, ni eran perversas, ni malos ejemplos para otras. Si acaso fueron mujeres valientes, fuertes, decididas. Rompedoras. Y si las llaman malas mujeres que se lo llamen; las paredes cayeron y nosotras ya no estamos ahí para oírlo”.
Babelia
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