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El taconeo de acero de Sara Baras ahoga el mito de Medusa

La bailaora gaditana revive en Peralada la trágica historia griega, pero la obra pide a gritos un director artístico y una dramaturgia potente que de consistencia al montaje

Sara Baras en la primera parte de su espectáculo que presentó en Peralada.
Sara Baras en la primera parte de su espectáculo que presentó en Peralada. miquel gonzález

La noche del viernes era oscura y la luna casi llena brillaba entre tupidas nubes. El ambiente que envolvía el escenario del Festival Castell de Peralada presagiaba la tragedia. Todo estaba preparado para que el Ballet Flamenco Sara Baras, capitaneado por la bailaora gaditana, reviviera ante el público la trágica historia de Medusa, la doncella de la mitología griega que fue violada por Poseidón y decapitada por Perseo. Lo de menos fue la historia, ya que la dramaturgia resultó endeble. El éxito de la noche fue el arrollador y brillante baile de Sara Baras, su fuerza ahogó la idea.

La fascinación que Sara Baras siente por personajes y mitos de la historia, cuyas vidas o leyendas encierran un gran dramatismo, la ha llevado en diversas ocasiones a encarnas a algunas de estas heroínas con mejor o peor fortuna. Si primero fue Juana la Loca (2000), a quien siguió María Pineda (2002), Carmen (2007) y la Constitución de 1812, La Pepa (2012), ahora le ha tocado el turno a Medusa. Montaje que fue estrenada el pasado mes de julio en el Festival de Teatro Clásico de Mérida. La artista de Cádiz firma la coreografía, la dirección, el guion y la iluminación del espectáculo y como apunta el dicho: demasiadas cuerdas para un violín. La obra pide a gritos un director artístico y una dramaturgia potente que de consistencia al montaje. Hasta ahora el mejor espectáculo de este tipo de Sara Baras ha sido María Pineda, en él que contó con la dirección de Lluís Pasqual.

Medusa con música en directo de Keko Baldomero y de una hora y media de duración sin interrupción, presenta dos partes diferenciadas, la primera transcurre en el Templo de Atenea, Sara encarna a la inocente doncella, Medusa. Vestida de blanco bailó con la energía y vitalidad de la juventud. Sus vueltas de riñón fueron torbellinos de ilusiones, mientras su taconeo versátil eran gritos de impaciencia a la espera del amor, la expresión de su rostro era dulce. Todo el elenco bailó con fuerza y su zapateado entrañó la insolencia del adolescente.

Desde el principio de Medusa el actor, Juan Carlos Vellido, que interpreta la conciencia de la protagonista, va recitando textos rimados del cantautor Javier Ruibal, su presencia no tiene un carácter determinante, se diluyó en la inmensidad del escenario.

En la segunda parte, tras la violación de Medusa por Poseidón (David Martín), todo cambia, el escenario se vuelve obscuro y la protagonista muda su expresión de niña por la de mujer ultrajada y abandonada por todos. Desde este momento Sara Baras estará soberbia en todas sus intervenciones. Majestuosa y con rabia avanzará por el escenario como una faraona. Su baile lo impulsará el odio y se convertirá en una diosa herida de mirada envenenada. Su electrizante zapateado brilló en todo su esplendor acariciando con rabia el suelo con una riqueza de registros asombrosa. El movimiento de brazos dolido y suplicante resultó hipnótico.

Mención especial merece el bailaor, José Serrano, en su papel de Perseo por su zapateado sobrio y arrebatador. Magnífico el dúo que interpretó junto a Medusa, segundos antes de que le cortara la cabeza. Al final del espectáculo el público puesto en pie aplaudió calurosamente el baile de estos artistas.

Tras su actuación, que se repetirá este sábado, la bailaora recibió en una ceremonia privada de manos de Carmen Mateu, la presidenta del Festival, la medalla de oro.

 

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