Joseph Beuys, pionero del arte en lucha por el medio ambiente
El museo Helga de Alvear de Cáceres se suma a la celebración del centenario del artista con la exposición de 44 piezas donadas por la coleccionista
Joseph Beuys (Krefeld, 1921-Düsseldorf, 1986) está considerado como uno de los artistas más rompedores del siglo XX y el creador vanguardista más genuino de la Alemania de la posguerra. Provocador incansable, creó un personal mundo de imágenes, siempre con grises y marrones, para las que recurrió a materiales hasta entonces insólitos como el fieltro, la grasa, la tierra o las cortezas de árboles. Profesor de arte en Düsseldorf, en sus intervenciones fueron célebres sus conversaciones con liebres y la disección de sus cadáveres ante el público. En el año en el que se celebra el centenario de su nacimiento, una treintena de museos de todo el mundo han analizado diferentes aspectos de su innovador legado. El museo Helga de Alvear de Cáceres se suma a la celebración con la exposición Joseph Beuys: Antecedentes, coincidencias e influencias, con 44 piezas donadas por la coleccionista. Con acceso gratuito, la exposición permanecerá abierta hasta el 12 de mayo.
En la presentación de la exposición, Helga de Alvear contaba este jueves que nunca llegó a conocer personalmente a Beuys. Las primeras referencias le llegaron a través de un amigo común, el fotógrafo Werner Krüger, quien retrató el proceso de creación de muchas de las obras de Beuys y contribuyó a la difusión del personaje del artista en decenas de fotografías en las que, tocado con sombrero, miraba directamente a la cámara. La coleccionista no recuerda cuál fue la primera obra que adquirió del maestro conceptual. “Para que yo compre una obra”, explica durante la presentación de la exposición, “tiene que enamorarme. Si algo me llega al corazón, me lo llevo. No importa el precio. Así he funcionado siempre, por corazonadas”.
El famoso autorretrato fotográfico La rivoluzione siamo Noi (1972) da paso a un recorrido en el que la obra de Beuys cuestiona el papel de la creatividad, del arte y del artista en la era del poscapitalismo. José María Viñuela, conservador jefe del museo y comisario de la exposición, explica que Beuys fue muchas cosas: chamán, nómada, líder, espiritualista, político y, siempre, un hombre de acción. Ciñéndose a lo artístico, Viñuela precisa que Beuys supo desplegar “unas cualidades plásticas extraordinarias que le llevaron a dejar a la humanidad algunas de las metáforas más bellas de su tiempo. Persona comprometida en la lucha a favor del medio ambiente, pilar fundamental en la génesis del partido verde alemán, concibió para sí mismo una imagen impactante y dinámica que complementa a la perfección una singular presencia escénica de gran eficacia para la actividad performativa que practicó intensamente”.
Viñuela reconoce que es difícil organizar una exposición de alguien que no se consideraba un artista y que trabajaba con materiales como la medicina, la filosofía o la sociología. El comisario recuerda que gran parte del proyecto artístico de Beuys tuvo su origen en los happenings, las conferencias y la construcción de su propia imagen como figura reconocible por todos. De esas grandes acciones quedan los vídeos, las fotografías y los dibujos. Viñuela precisa que también quedan los sentimientos que inspiraron cada una de las piezas. A Beuys le ocurrió lo que a muchos alemanes: tuvo que sobrevivir a lo ocurrido en la guerra. Nunca ocultó pasajes de su biografía, como que a los 15 años estuvo afiliado a las juventudes hitlerianas y que durante la guerra fue primero operador de radio y después piloto de la Luftwaffe. Para entender al artista y su legado, la exposición incluye dos documentales: Muestra tu herida, arte y espiritualidad (Rüdiger Sünner, 2015) y Todo hombre es un artista (Werner Krüger, 1979).
Aquí no hay esculturas gigantescas realizadas sobre grasa y fieltro como las que se exhiben en los museos alemanes y se pudieron ver en Madrid durante la exposición que le dedicó el Reina Sofía en 1994. En Cáceres se puede ver la obra esencial, su huella y legado. En vitrinas o sobre el suelo hay piezas tan relevantes como el fieltro, el cobre y la pintura de Fold (1968) o las piedras, cuerdas y la batería eléctrica sulfatada de Ohne Titel (1962).
No menos evocador es el vídeo que hace referencia a su famosa performance I Like America and America Likes Me (1974), con la que Beuys, por entonces muy conocido en Europa, se presentó en Estados Unidos como un chamán. La obra empezaba durante un viaje de Düsseldorf a Nueva York. Al aterrizar en Estados Unidos, Beuys se envolvía en una manta de fieltro y se movía con la ayuda de un bastón de pastor. Una ambulancia le esperaba para trasladarle hasta la galería Rene Block. Allí compartió espacio durante tres días con un coyote salvaje. El público podía observar la performance detrás de una malla metálica. Veían y escuchaban como Beuys hablaba con el animal y le ofrecía juguetes mientras el coyote orinaba sobre las hojas del Wall Street Journal, símbolo del capitalismo. El artista volvió a Alemania satisfecho por haber representado la historia de la persecución de los indios norteamericanos y, más importante, la reconciliación entre el hombre y la naturaleza, una constante en toda su obra posterior.
Bajo el epígrafe de Coincidencias, por las salas del museo se extienden también obras de algunos de los muchos artistas que estuvieron en la órbita del maestro alemán, tanto alumnos como colegas que compartían una idea aproximada del arte en la segunda mitad del siglo XX. Es el caso del creador belga Marcel Broodthaers, el videoartista surcoreano Nam June Paik o su compatriota y también profesor Klaus Rinke.
Las influencias que ejerció y sigue ejerciendo la obra de Beuys tienen mucho que ver con las enseñanzas que impartió en Düsseldorf y con el activismo político que lo acompañó hasta el final de su vida. En este apartado se despliega la obra de Imi Knoebel, Lothar Baumgarten, Gerhard Richter y Katharina Sieverding. La exposición dedica un homenaje especial a uno de los artistas de este grupo, Blinky Palermo, nacido Peter Schwarze y bautizado por Beuys con el nombre del famoso mafioso. Debido a su prematura muerte en Maldivas, con 35 años, dejó pendiente de ejecutar un proyecto que ahora ve la luz en el vestíbulo del museo. Es una pintura mural titulada Proyecto para una pared, ideada por el artista en 1970.
El museo Helga de Alvear abrió al público en febrero de este año. Pese a las restricciones pandémicas, más de 75.000 personas han desfilado gratis por el edificio blanco construido por el estudio de arquitectura de Emilio Tuñón, donde se exhiben 200 obras de las más de 3.000 donadas por la galerista. “La colección nos permite estudiar y dar a conocer la obra de mis artistas. Hoy Beuys estaría contento no por la exposición, sino porque los verdes, los suyos, forman parte del Gobierno de Alemania, algo inimaginable hasta hace muy poco”.
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