La ausencia del público adulto en las salas amenaza al cine español y de autor frente a Hollywood
‘Way Down’, de Jaume Balagueró, y ‘Pan de limón con semillas de amapola’, de Benito Zambrano, intentan atraer a un sector de audiencia que no ha retornado a los locales cinematográficos
El público regresa a los cines para reencontrarse con los taquillazos de Hollywood tras el socavón de la pandemia, pero no para ver cine español o de autor, al que suele asistir una audiencia más adulta. La ausencia de los espectadores de esa franja de edad pone en peligro la diversidad cultural de las películas que llegan a la gran pantalla. Mientras que en países como EE UU, Francia y China las recaudaciones se acercan a las del boyante 2019, en otros como Italia o España no se ha logrado el regreso. Este viernes se estrenan Pan de limón con semillas de amapola, de Benito Zambrano, un relato íntimo protagonizado por una tribu de mujeres y basado en el best seller de Cristina Campos, y Way Down, un thriller sobre un robo del Banco de España dirigido por Jaume Balagueró; y el cine español observará, entre inquieto y esperanzado, su lanzamiento. Es una cuestión de negocio, aunque también de diversidad cultural.
Para Way Down, Sony ha reservado 362 cines con 525 pantallas. Jaume Balagueró reflexiona: “Yo siempre pienso en el público. No digo que eso es lo correcto, ni que solo haya que pensar en él”. El cineasta reconoce su temor a que la taquilla no le acompañe, “pero en algún momento hay que estrenar, y llevamos un año con la película parada”. Remata: “En algún momento tenemos que volver, este es el mundo que hay y es necesario adaptarse”. Benito Zambrano vuelve a presentar un retrato femenino en Pan de limón con semillas de amapola, que sale con más de cien copias. “Hay muy poco cine en el que las protagonistas sean mujeres, la mayoría son hombres y a todo el mundo le parece normal. Sin embargo, cuando pones la mirada en personajes femeninos parece que estás haciendo algo extraordinario”, apunta el cineasta. “Hay un público, el mayor, que ya no va, y es una pena para el cine español. Yo espero que a Pan de limón... se acerquen no solo espectadoras de treinta años o más, sino que vayan acompañadas de sus parejas y amigos”. Como confirma el sevillano, ese segmento femenino de audiencia es “muy activo culturalmente y si a esa franja le gusta, podría ir muy bien... dentro de lo mal que está el panorama”.
Desde el pasado septiembre, el top 20, el listado de las 20 películas más taquilleras cada fin de semana en España, no ha superado —sumadas esas dos decenas de títulos— los 4,8 millones de euros, cuando en tiempos prepandémicos podrían haber recaudado casi el doble. Solo hubo una excepción: el fin de semana del 15 al 17 de octubre, cuando se estrenó Venom: habrá matanza, que se llegó a los 6,3 millones de euros. Analizado cada top 20, el cine de Hollywood sí ha ido aportando su granito de arena. A las mencionadas se suman títulos familiares, como La familia Addams 2, La patrulla canina o la reciente El lobo y el león, que también alcanzan números de antes de la covid-19. Son las películas españolas y de autor más pensadas para un gran público las que no están aportando su empuje habitual. El pasado fin de semana el aterrizaje de Eternals, la nueva entrega del universo Marvel, llevó al top 20 hasta los 5,1 milllones de euros, de los cuales 2,5 millones procedían del filme de Chloé Zhao. Venom ya se acerca a los ocho millones de euros acumulados en cuatro semanas, y Dune ya los ha superado, eso sí, tras ocho semanas en cartel. Entonces, ¿por qué solo 5,1 millones de euros cuando ya no hay restricciones de aforos?
Desde FECE, la federación de salas de cine que agrupa al 80% del sector, prefieren ser prudentes y no hacer valoraciones sobre este momento delicado del cine en España. Y señalan al sleeper (la película que sigue atrayendo al público cada semana) de la temporada, Maixabel, de Icíar Bollaín, que en su séptima semana en cartel ha llegado a los 2,5 millones de euros, una agradable sorpresa. Pero de forma individual y anónima, los dueños de salas sí muestran su temor, y explican que están vendiendo el 44% de entradas menos que en las mismas fechas de antes del coronavirus. Ni Madres paralelas, de Pedro Almodóvar (2,4 millones de euros en cinco semanas), ni El buen patrón, de Fernando León (2 millones en cuatro), han estado a la altura de lo esperado. Peor aún le ha ido a Las leyes de la frontera, de Daniel Monzón, con tan solo 640.000 euros.
Más señales: el cine Paz, situado en el centro de Madrid, una sala especializada en cine de autor en versión doblada, y con gran capacidad recaudatoria, ha firmado un acuerdo de colaboración con la cadena de exhibición mk2 “para encarar problemas similares de las salas”, según sus gestores. Y dos películas que hace dos años parecían predispuestas para un buen arranque como Un espíritu burlón (comedia que adapta un texto de Noël Coward con Judi Dench) y Las fantasías (enredos sentimentales con reparto francés de lujo dirigida por los hermanos Foenkinos, triunfadores en cine y literatura) han sido directamente ignoradas. Si Eternals ha logrado un promedio por sala durante el fin de semana de 2.600 euros, Un espíritu burlón solo ha obtenido una media de 369 (16.000 euros en total) y Las fantasías, 260 euros (7.000 en total). Santos criminales, la precuela de Los Soprano, ha entrado en el puesto 14º, con 66.613 euros y una media también paupérrima de 409 euros. Mientras, siguen atrasándose estrenos de este sector, como CODA, de la estadounidense Sian Heder, o La abuela, de Paco Plaza.
Una fuente de la producción explica: “Si esto sigue así, acabamos con la diversidad del cine, en especial del español, reducido a comedias. Y peor le va a la distribución independiente, la de las películas de mediano tamaño. Como no haya un cambio radical, solo se estrenará el cine que quiere la gente joven”. Lara P. Camiña, de la distribuidora Bteam y portavoz de Adicine, la asociación que agrupa a los distribuidores independientes, apunta: “Han vuelto los estrenos de majors [las productoras de Hollywood], y los cines se han volcado con ellas. No creo que la diversidad corra peligro, pero desde luego ha desaparecido el público para películas pequeñas”. Y subraya: “Puede que los hábitos se hayan transformado durante el confinamiento, y el público adulto aún no ha recuperado el cine como actividad semanal. Hoy es muchísimo más selectivo”. Y como ejemplo de actividades para cambiar la tendencia pone Merci, el mercado de cine independiente que hasta mañana se celebra en Sevilla, dentro de su festival de cine, y en el que un centenar de profesiones del cine, las plataformas y la televisión asisten al visionado de 25 títulos de los próximos estrenos de autor.
Balagueró explica sobre su responsabilidad sobre la taquilla: “Se escapa a nosotros por completo. Tengo la esperanza de que la gente vuelva”. En su caso, cuenta con la maquinaria de Telecinco a sus espaldas para un proyecto que lleva siete años en danza, y que describe el robo de la cámara acorazada del Banco de España justo durante los últimos partidos del Mundial de fútbol de Sudáfrica, que ganó España. “Se rodó en Cibeles, con cuatro equipos rodando simultáneamente la recreación de la final. Fue un rodaje disfrutón y a la vez con nervios. Yo los vivo siempre así”, cuenta el creador de la saga [REC], que define así Way Down: “Un filme a caballo entre el thriller y las aventuras, que resuelve sus enigmas con ingenio y cero violencia”. Zambrano pide un deseo: “Yo quiero que todas las salas se llenen, sea cual sea la película”.
Hay una conexión directa entre ambos estrenos: Pan de limón con semillas de amapola es una novela de Cristina Campos, guionista y directora de casting pareja de Balagueró. “El libro es muy cinematográfico. Es una historia de mujeres urbanas, trabajadoras que, de una forma u otra, viven una existencia incompleta”. Y como la historia gira en torno a una panadería heredada por las dos protagonistas y a Zambrano le gusta siempre contar con la opinión de sus vecinos, el 1 de noviembre ofreció un pase especial para los panaderos lebrijanos, ya que Lebrija es la ciudad natal del cineasta: “La película me está dando una satisfacción tremenda porque funciona muy bien. A la gente le gusta y la hacen suya, la viven y se emocionan”.
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