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Antonio Resines: “Antes, cuando te apetecía decir una burrada la decías, y ahora no”

El actor ha participado en más de un centenar de películas y series. “Soy un tipo medio. Encima soy calvo, y como hay muchos, eso me iguala con la media”, dice

Antonio Resines, fotografiado en su casa en Madrid.
Antonio Resines, fotografiado en su casa en Madrid.INMA FLORES (EL PAIS)
Borja Hermoso

Un careto imborrable del cine y de la televisión en España es el de Antonio Fernández Resines, alias Resines. Nunca pensó en ser actor, pero películas como Amanece que no es poco, La buena estrella o Todos los hombres sois iguales y series como A las once en casa, Los ladrones van a la oficina o Los Serrano —cuya reposición actual es un pequeño boom entre preadolescentes— lo convirtieron en epítome de lo popular en la pantalla. Un tipo corriente de lo menos corriente.

Pregunta. Antonio Resines, natural de Torrelavega, Cantabria, 67 años… ¿67 años ya o 67 años todavía?

Respuesta. Yo estoy igual que hace 10 años. Pasé un cáncer en 2015 y tuve mucha suerte, era muy controlable. Pero cuando me fui a operar, también me vieron una angina de pecho y eso sí que me acojonó. La angina de pecho, cuidadín.

P. En su entrada de Wikipedia, en el apartado “Filmografía parcial” salen 75 películas. ¿Pero cuántas ha hecho?

R. Con tres que me acabo de rodar ahora, creo que voy por la 122.

P. ¿Y entre sus planes, aunque sea así, en abstracto, no figura la posibilidad de parar?

R. No. Vamos a hacer un poco de caja y oye, luego ya… A mí es que me gusta este trabajo, bueno, está mal que lo diga, pero para mí no es un trabajo. Yo la gran suerte que tuve fue encontrarme en la universidad con anormales como Fernando Trueba, Óscar Ladoire, Julio Sánchez Valdés y Carlos Boyero. Gente que tenía muy claro el tema del cine. ¡Yo jamás me había planteado ser actor! Pero la parte de hacer el tonto me gusta mucho.

P. La Wikipedia —y dale— dice también de usted: “Aprovechando su aspecto de hombre corriente, decidió ganarse la vida haciendo cine y televisión”. ¿Esto qué es, un cumplido o una pulla?

R. Pues no se sabe. Un día el director Emilio Martínez Lázaro me dijo: “Lo bueno de ti es que no eres ni alto ni bajo, ni guapo ni feo ni gordo ni delgado”. Yo le dije que guapo, más que él de aquí a Lima. Los feos es que dicen todo tipo de gilipolleces. Pero algo de eso hay. Sí, soy un tipo medio. Encima soy calvo, y como hay muchos, eso me iguala con la media. Que por cierto, el único de mi familia que se ha dedicado a esto de ser actor, y el único que es calvo, también tiene cojones. A mí hay una definición de mí que siempre me ha gustado: apañao.

P. El público parece que también le ve así.

R. Es que todo el mundo piensa que es así. Y como yo lo represento de alguna forma, pues… Mira, mucha gente me suele decir, “Joder, eres igualito que mi cuñao”. Y yo les digo, “A ver, enséñame una foto de tu cuñao”. Y claro, veo al cuñao y se me caen los huevos al suelo. Pero no, es verdad que he hecho personajes que la gente ve muy cercanos.

P. Como Diego Serrano. Un hombre corriente.

R. Los Serrano fue un auténtico escándalo, la veían siete u ocho millones de personas cada jueves. Hasta yo me sentaba a verla, y eso que la hacía yo.

P. ¿Qué demonios pasa con Los Serrano? Hoy es un fenómeno… ¡entre los preadolescentes!

R. Esos son carne de cañón. A mí ahora me reconocen los niños por la calle. No paro de hacerme fotos. Hicieron algo muy astuto antes de la reposición: un lanzamiento con vídeos en TikTok. La verdad es que dejamos de hacer Los Serrano por agotamiento argumental. La broma que nos hacíamos entre nosotros era “como no se líe la abuela con el nieto, a ver qué seguimos contando…”.

P. Había gente que la adoraba y gente que no podía ni verla. Con Resines pasa un poco lo mismo. Unos lo adoran y otros dicen “¡siempre igual, si solo dice tres frases!”.

R. Ya, pues sal tú y dilas.

P. Aquellos setenta en la facultad sospecho que eran años sin filtro, en los que ustedes hacían y decían cosas y luego las pensaban…

R. Exacto.

P. No como hoy, que tienes que pensarte bien todo antes de decirlo y escribirlo. Se ha instalado una autocensura peligrosa, ¿no cree?

R. La gente se autocensura, sí, seguro. Antes, cuando te apetecía decir alguna burrada, la decías, y ahora te la piensas y normalmente no la dices.

P. Antes había en las películas según qué diálogos sobre sexo y género que ya no es posible decir.

R. Es el concepto cuidadín. O sea: para qué nos vamos a complicar diciendo eso si lo podemos contar de otra forma… Yo ahora voy a hacer una serie titulada Serrines, madera de actor. Y hay un personaje que hace de agente artístico y que es un enano. Y ha habido gente a la que le ha parecido mal. ¿Pero por qué?

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Sobre la firma

Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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