Roberto Cantoral, el artífice de la transición del bolero a la balada
El polifacético artista mexicano triunfó en todo el mundo con el estilo romántico latino y se convirtió en el gran defensor de la propiedad intelectual de los compositores
La influencia de la buena memoria de su padre y la inspiración y alma poética de su madre a buen seguro que le valieron de mucho a Roberto Cantoral a lo largo de su carrera musical. En el seno de una familia humilde, Roberto y su hermano Antonio pronto destacaron en el mundo de la canción, aunque ni en sus mejores sueños Cantoral pudo imaginar que sus composiciones serían interpretadas y versionadas por decenas de artistas y convertidas en éxito en todo el mundo a lo largo de su vida.
Artistas mexicanos como Luis Miguel y José José, el español Plácido Domingo, la estadounidense Joan Baez, la italiana Mina y los chilenos Antonio Prieto y Lucho Gatica, entre muchos otros, encontraron la fama a lo largo de su carrera gracias a los temas compuestos por Cantoral.
Del dúo con su hermano con el que se dio a conocer, los Hermanos Cantoral, pasó a formar un trío, Los Tres Caballeros, que marcó una época en la canción romántica mexicana llena de giras internacionales. Después, ya como solista, Roberto Cantoral se consagró como artista mundial y gran compositor, siendo conocido como El caballero del bolero gracias a temas como El reloj, La barca, Al final, El triste…
El reconocimiento a su trayectoria y al legado de su obra se mantienen vivos, ya que Roberto Cantoral popularizó, junto a decenas de intérpretes, más de un centenar de temas en diversos idiomas cuando se convirtió en uno de los cantautores solistas más exitosos en los años 60 y 70 del siglo pasado.
Vinculado siempre a la música, Cantoral también fue un gran activista de la protección de la propiedad intelectual de los compositores desde su cargo honorífico de presidente de la Sociedad Mexicana de Compositores y Autores durante más de 25 años.
Roberto Antonio Cantoral García nació en Ciudad Madero, en el estado de Tamaulipas (México), tal día como hoy, 7 de junio, hace 86 años, en 1935. La influencia musical que recibió en casa, sobre todo de su madre, le hizo seguir la estela de su hermano Antonio, que también mostró su predilección musical como vocación.
Los hermanos decidieron comenzar una carrera musical juntos, algo que no fue sencillo. Con apenas 15 años tenían que cantar con un antifaz para poder actuar en bares y centros nocturnos. Sin embargo, la simpatía y la popularidad que alcanzaron los animó a formar, en 1950, el dúo Los Hermanos Cantoral y dedicarse a la música de manera profesional. Sus primeras composiciones de huapangos fueron El crucifijo de piedra y El preso número nueve, temas que después consiguieron el favor del público en las voces de famosos como Lola Beltrán y Miguel Aceves Mejía, entre otros.
Cuatro años más tarde, en 1954, Roberto Cantoral funda el trío Los Tres Caballeros, y también se convierte en el compositor y arreglista del grupo. Junto a Leonel Gálvez y a Chamín Correa, el trío marcó una época dorada en la música romántica mundial en la que destacaban la originalidad de los temas, letras y metáforas. Además, la armonía de sus voces era diferente a los grupos del momento, por lo que casi de manera inmediata adquirió popularidad y pudo realizar importantes giras internacionales a diversos países como a Estados Unidos, Japón y Argentina, entre otros.
En 1960 Cantoral se convirtió en solista y su obra empezó a contener canciones de gran popularidad y prestigio como El reloj, La barca, Al final, El triste, Noche no te vayas, Regálame esta noche, Yo lo comprendo, Chamaca, El Quijote, Soy lo prohibido, Qué mal amada estás, Me estás gustando, Un poquito de pecado, entre otras. Sus canciones alcanzaron los primeros lugares de popularidad, en México y también en diversos países, rompiendo récords de ventas y permanencia.
Más de 1.500 conciertos en los años 60 y 70 llevaron a Roberto Cantoral a recorrer el mundo. Su característica imagen con el tupé ondulado y las patillas largas y gruesas se convirtió también en asidua de los programas de televisión y radio de los países que visitaba, ya fuera en Estados Unidos con Arthur Garfield, Ed Sullivan y Steve Allen; en Italia con Alice Bontorno o en España en el programa La Gran Parada.
En el máximo esplendor de su carrera pasó a ser conocido como El señor festival porque participó en los principales certámenes de la canción en países de todo el mundo, y siempre acabó entre los primeros clasificados. En 1971 ganó como compositor el Festival de la OTI con Yo no voy a la guerra, interpretada por Alberto Ángel El Cuervo, y en 1973 repitió su triunfo con Quijote, en la voz de Enrique Cáceres.
Otro de los éxitos reconocidos a nivel mundial fue el tema Pobre Navidad, del que cedió los derechos a Unicef, y por el que fue reconocido por jefes de Estado y de Gobierno de numerosos países. También su canción Plegaria de paz fue trasmitida durante tres años consecutivos desde el Vaticano, así como la obra músico-literaria Para el hijo del hombre, representada en los teatros más importantes de México.
Los reconocimientos y homenajes por su dilatada obra y su contribución a la música le llegaron de todos los puntos del planeta: tres Discos de Oro en Hollywood por El reloj, La barca y El triste, respectivamente; Guitarra de Oro en Pessaro (Italia), por Noche no te vayas; Medalla al Mérito otorgada por el entonces presidente de la República de México Adolfo López Mateos por sus diversas giras internacionales; Medalla Diana Cazadora y galardón Cuauhtémoc de Oro; Espuelas de Plata en Argentina por El reloj por ser una de las canciones más escuchadas de todos los tiempos; Ciudadano de Honor de Texas; Reconocimiento a su trayectoria por parte del expresidente de los Estados Unidos Ronald Reagan; primer compositor en ingresar al Salón de la Fama; Grammy por parte de la Academia Latina de la Grabación,… entre muchos otros.
Pero en medio de su exitosa carrera, Roberto Cantoral decidió convertirse también en activista en favor de los derechos de autor de los compositores. En 1982 fue elegido presidente del Consejo Directivo de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), comprometiéndose hasta el día de su muerte a defender la calidad de vida de los compositores mexicanos.
Entre sus logros al frente de este organismo destacan las reformas a la Ley del Derecho de Autor, con las que logra terminar con los contratos de cesión de derechos a perpetuidad. También consiguió la protección de las obras durante cien años después de la muerte del creador, y un beneficio patrimonial para sus herederos antes de que la misma se convierta en dominio público.
En el año 2003 fue nombrado, por sexta ocasión consecutiva, presidente honorífico del Comité Iberoamericano de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC). Su incansable labor y prestigio en la institución ayudó a la creación de distintas leyes que fortalecieron los derechos de autor en todo el continente, colocando a la organización mexicana entre las sociedades de autores más avanzadas e importantes del mundo.
Roberto Cantoral se convirtió, en 1993, en la única persona sin cargo gubernamental en intervenir en un congreso de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Al final de su alocución fue ovacionado por su ponencia en defensa del derecho de autor.
Un año antes de su muerte, el 16 de junio de 2009, puso la primera piedra del Centro Cultural que lleva su nombre en Ciudad de México, inaugurado el 7 de junio de 2012.
El maestro Roberto Cantoral García falleció el 7 de agosto de 2010, a los 75 años víctima de un infarto. Su legado, sin embargo, sigue vivo en la memoria y la cultura mexicanas con decenas de temas que forman arte de la vida romántica del país. El disco Roberto Cantoral: siempre vivo fue un homenaje de diversos artistas años después de su muerte en el que se incluyeron temas inéditos que dejó escritos antes de su muerte.
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