México, la tierra prometida del pop español
De Raphael a Rosalía, el país norteamericano mantiene intacto su imán para la música española por tradición sentimental, tamaño de mercado y músculo industrial
—¡No pinches mames! ¡Esto es una joya!
Teo Espinoza tiene en sus manos un cedé. La última grabación en directo del músico español Antonio Vega antes de morir en 2009. Lo huele como si fuera una fruta exótica. Lo besa como a un amuleto.
— Antonio Vega fue como un padre para mí
Espinoza, 42 años, colecciona cedés españoles. Tiene más de 150 y le gusta escucharlos a solas en su estéreo. Pero hoy tiene prisa y vuelve a dejar la joya –junto a más discos de Duncan Dhu, Mecano, Radio Futura– en la manta tendida a las puertas del teatro Metropolitan de Ciudad de México. Ha venido con un amigo en taxi desde Toluca, a 70 kilómetros, para ver a Nacha Pop, el grupo que fundó Vega en los ochenta.
Los 4.000 boletos del viejo teatro para este 19 de febrero se agotaron hace semanas. El día siguiente, a unas calles de aquí, Los Porretas llenaron una sala de 400 personas. Joan Manuel Serrat cerró su gira este fin de semana en el Auditorio Nacional ante 10.000. El siguiente sábado, un festival con Amistades Peligrosas, Los Toreros Muertos, Ella Baila Sola, Danza Invisible, Cómplices, Los Inhumanos y Tam Tam Go! llenó un pabellón de otros 22.000. Plácido Domingo abarrotó otro en Guadalajara con 19.000. Y en los próximos dos meses recorrerán México Pablo Alborán, Julio Iglesias, Rosalía, Ska-P, Vetusta Morla, Hombres G o Enrique Bunbury.
Nostalgia y actualidad, clásicos y periféricos. México mantiene intacto su histórico brillo como un poderoso imán para el pop español pese a los cambios geoestratégicos de la industria musical durante los últimos años. “Antes éramos la plataforma número uno para triunfar en Latinoamérica –apunta el subdirector del área de catálogo de Sony México, Jorge Ávila Tellez–Ahora competimos con otras plazas como Miami, pero seguimos siendo un punto neurálgico”.
Nacha Pop ha vuelto más de 30 años después de su concierto en la Plaza de Toros para 42.000 personas. “México es un trampolín. De aquí es más fácil que vayas a Los Ángeles u otros sitios que desde Madrid o Buenos Aires”, aseguraba antes del concierto Nacho García Vega, que planea conseguir más fechas mexicanas en los próximos meses.
Detrás de la mayoría de las giras de artistas españoles durante las últimas décadas está Ocesa, la promotora de conciertos más grande de Latinoamérica. Participada por Televisa y parte de un poderoso grupo que cotiza en bolsa, tiene en nómina a Miguel Bosé, Juanes o David Bisbal. Y en los últimos años al gigante le ha crecido un nuevo tentáculo como discográfica y agencia artística.
Dentro de este paraguas mexicano de 360 grados —una compañía gestiona todos los aspectos del negocio del artista— se ha cobijado Ana Torroja tras una época difícil en España. “En 2013 no tenía discográfica y no sabía si iba a seguir en la música. Ocesa era nuestra compañía de conciertos desde los tiempos con Mecano. Me propusieron grabar un disco aquí y me acabé trayendo a toda la familia”, cuenta Torroja, que vive en México desde 2015.
Mirándose al espejo con España, la excantante de Mecano apunta tanto a la cantidad como a la calidad mexicana. “El mercado es gigante. Hay lugares de distintos aforos y el público es fiel. Si tienes un bagaje musical importante puedes seguir haciendo giras. España es más fría en ese sentido. La gente no está ahí para siempre”.
Desde el 5 de mayo de 1967, Margarita Muchaca es miembro y fundadora del club de fans de Raphael en México. Con apenas 18 años, recuerda ir al aeropuerto a recibirlo –“todas vestidas de negro como él”– y asistir en primera fila al histórico concierto de 1969 en el parque de la Alameda, en el corazón de la capital. “La gente se subía a los árboles, se volvía loca. Desde entonces nació nuestra historia de amor, lealtad y fidelidad”. Desde entonces nacieron también los apodos que acompañan a los mitos: El torbellino de la Alameda, El fénix de la canción.
“Somos un público al que le gusta mucho la música romántica. Aquí primero había que gustarle a las chicas”, apunta el directivo de Sony, que no tiene ninguna duda sobre cuál es el tridente español más popular en México: Raphael, Camilo Sesto y Julio Iglesias. “El vínculo de todas maneras viene desde antes. Entre los exiliados republicanos vinieron unos músicos que se llamaban los Churumbeles de España. Sus versiones de coplas y pasodobles empezaron a hacer participe al público mexicano”.
La censura como trampolín
La consolidación en los setenta y ochenta también tiene un trasfondo político. Durante los años de hierro del PRI, el rock estuvo prohibido en las estaciones de radio. “Todo era en inglés y cuando llegó la apertura a principio de los ochenta por ahí se colaron los grupos de la movida como Alaska, Nacha Pop o la Orquesta Mondragón”, dice Ávila.
La pegada de los músicos españoles en México se renueva y actualiza hasta la paradoja. “Han abierto brecha en una nueva escena de un género que culturalmente no les pertenecía como el reguetón underground. Son una referencia gracias a que los chicos de aquí los descubrieron por Youtube. Han hecho crecer la escena mexicana”, apunta Prims, director de Waco, una promotora del norte del país que en los últimos años ha traído a los puntales del género: Bad Gyal, Miss Nina o Pxxr Gvng. Hace tres años, el cabeza de cartel de un festival para 2000 personas en Coahuila, casi en medio del desierto, fue el proyecto paralelo de reguetón de Pxxr Gvng: La mafia del amor.
Con unos beneficios discográficas casi a la par entre los dos países –rondado un crecimiento del 8% según datos Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI)–, el streaming ganando cada vez más bocados a las ventas físicas y el cogollo del negocio volcado en las conciertos, la ventana mexicana se ha revalorizado. “Por tamaño y posición geográfica, México sigue colocado en un lugar privilegiado, más que Argentina o Chile” defiende el director de Seitrack, la pata discográfica de Ocesa, Octavio Padilla. “El negocio son los conciertos. Sigues dependiendo del éxito del disco pero los artistas grandes pueden ganar en un fin de semana de gira lo mismo que todo un año de regalías”, apuntan desde Sony.
El caso de Ana Torroja les da la razón. “Yo sigo sacando singles y discos porque me gusta grabar cosas nuevas. Pero si quisiera podría seguir trabajando solo de las giras de Conexión”, el disco en directo con el que aterrizó en 2015. Mientras, el fan de Nacha Pop también tiene claro que seguirá a su ídolo el resto de la gira mexicana. “Los voy a volver a ir a ver en mayo, no me importa que sea en Guadalajara, en Monterrey o que me deje mi novia”.
Babelia
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