Viceversa, ni con Sabina ni sin Joaquín
El grupo que acompañó al jienense, capitaneado por Pancho Varona, regresa al directo para resucitar los temas de los ochenta y rememorar la época en que aprendieron el oficio
La canción Princesa, de Joaquín Sabina, ha sonado desde 1985 en radios, teléfonos y televisiones para contarle a aquella mujer: “Ahora es demasiado tarde, princesa / Búscate otro perro / Que te ladre, princesa”. Por aquel entonces, al cantautor le acompañaba una banda, Viceversa. Ahora, ese grupo ha querido recuperar el repertorio de esos cinco años (de 1983 a 1987) en los que se empaparon de la vida melómana junto a Sabina. Pancho Varona (62 años, Madrid), bajo y voz; Paco Beneyto (62 años, Villena, Alicante), batería, y Manolo Rodríguez (59 años, Madrid), guitarra, van a devolver esas melodías a los escenarios. Varona, que lleva 39 años acompañando Sabina, señala: “Nos hacía ilusión recuperar canciones míticas que tocábamos con Sabina y que la gente está deseando oír”.
Además de Varona, Beneyto alguna vez acompaña a Sabina (72 años, Úbeda), pero Rodríguez no se dedica a tocar profesionalmente desde hace 25 años. De hecho, el local madrileño donde han empezado a ensayar y donde tiene lugar la entrevista es también su estudio personal, que utiliza para su actual trabajo como técnico de sonido. ”De hecho, si tenemos un concierto un domingo tiene que irse echando hostias, porque curra en el programa de Iker Jiménez”, bromea Varona. A Beneyto lo que más le conmueve es volver a tocar con su compañero, y Rodríguez lo secunda: “Podría hacer versiones de aquella época con otra gente, pero tiene todo el sentido hacerlas con Pancho y con Paco, mis amigos”.
Han tenido que ensayar intermitentemente por la covid, por la nevada y por una caída de Varona, que ya se encuentra bien. El primer concierto lo tienen programado para el 20 de junio en el teatro Muñoz Seca, de Madrid, que para Rodríguez es un espacio con una “apuesta valiente” por seguir programando pese a la crisis que deja la pandemia. El guitarrista explica que la idea se llevó a cabo en dos conciertos en el Teatro Galileo, en 2018 y 2019, donde reforzaron la banda y llevaron invitados.
Los conciertos se han ido a la mierda, los músicos seguimos trabajando, pero desesperadosPancho Varona
Vuelven también por pelear su dignidad como músicos: “Los conciertos se han ido a la mierda, los músicos seguimos trabajando, pero desesperados. Tenemos un chat donde estamos los músicos de Sabina y, cuando uno dice que tiene un concierto, todos respondemos: ‘¡Joder, enhorabuena!”, exclama Varona. No todos corren esa suerte. “Un compañero trabaja en una residencia de ancianos poniendo altavoces para la música”, agrega. Se queja también de que son los últimos y siempre lo han sido, de que han dado conciertos en línea o clases gratis, y que ninguna ayuda ha estado a la altura de lo que hacen ellos.
De todos los conciertos de Sabina y Viceversa, el batería rememora con emoción uno en Bilbao: “Joaquín vio una cola que daba la vuelta a la manzana y dijo: ‘Eso no será por nosotros ¿no?”. Fue la primera vez que vimos tanta gente en un sitio en el que íbamos a tocar”. Varona añade: “Joaquín siempre dice que ese día se dio cuenta de que pasaba algo. Y fíjate, 30 años después, cómo está”. La banda se mantiene con esa misma energía y ganas de hacer música. A Rodríguez, que admite que le encanta la idea de que sean tres, le apetece interpretar Rebajas de enero por el solo “increíble” de guitarra: “Hemos alucinado por cómo suena así, sin tanto acompañamiento”.
Varona se decanta más por las letras: “Tengo ganas de una canción, Ciudadano cero, porque es la segunda que compuse con Joaquín [la primera fue la Balada de tolito]. Es muy siniestra y triste, le tengo un cariño especial”. Reconoce con orgullo que Sabina le enseñó el oficio, “a saborear las letras de las canciones” o a rimar en asonante y en consonante. Pero también a viajar ―por ejemplo, al aterrizar en Buenos Aires le recomendaba un libro sobre Argentina―, a escuchar música ―sobre todo a Bob Dylan―. “Tantas cosas, que me tiraría horas explicándolas, por eso estoy agradecido. No solamente me ha dado trabajo, un trabajo maravilloso, sino que me ha enseñado a vivir de una forma determinada”.
Ni rock duro ni blando ni pop
La ropa que llevan es un reflejo de su estilo heterogéneo a la hora de tocar. Varona viste un abrigo elegante y gorro, y los otros dos miembros de la banda llevan camisetas; la de Rodríguez, de Radiohead. “No somos ni rock duro ni blando ni pop”. Dicen que suenan a Cream, a Leño o a Police, el grupo que escuchaban en las giras a todas horas. “Fue nuestra fuente de inspiración, queríamos ser ellos cuando nos juntamos para escuchar discos como Outlandos d’Amour o Reggatta de Blanc”, señala Varona, aunque sus predilectos son los Beatles. Se revuelve en su asiento e incluso eleva la voz para decir que le enamoran cada día: “Siempre descubro algo nuevo. Estaban tan seguros de sí mismos que eran capaces de hacer las mayores barbaridades sabiendo que cuantas más hicieran, más iban a trascender”. Rodríguez lo secunda, pero recuerda un episodio adolescente: con 14 años le regalaron Rubber Soul, de The Beatles, y fue a El Corte Inglés para cambiarlo por Pasaporte a Dublín, de Karina. “Debieron alucinar, no pusieron ninguna pega, claro”, comenta entre risas.
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