“Joaquín Sabina es el mejor jefe, el más generoso”
Mara Barros, Pancho Varona, Antonio García de Diego y Paco Beneyto llegan a México en un homenaje a Sabina con la “Noche sabinera” y la nostalgia de una época que marcó la música popular en español
En los bares de la Ciudad de México, de Buenos Aires o en la oscuridad de cualquier apartamento de una ciudad latinoamericana, miles de personas han llorado las penas de amor con canciones como Y sin embargo, el éxito de desamor de Joaquín Sabina. Coreada millones de veces, es un bálsamo para el alma, con algunos tequilas entre pecho y espalda. Y si te vas me voy por los tejados /como un gato sin dueño/perdido en el pañuelo de amargura. Letras cargadas de una nostalgia que llegan a México esta vez dentro de las maletas de Mara Barros, Pancho Varona, Antonio García de Diego y Paco Beneyto, la banda de Sabina que hace 13 años creó Noche sabinera, un espectáculo que presenta lo mejor del repertorio del cantautor español venerado en toda América Latina. Serán 10 presentaciones en suelo azteca, en las que los seguidores podrán romper las reglas, subirse al escenario y cantar al lado de los acompañantes del artista. “No hace falta que cantes bien, ni que te sepas la canción, solo canta con nosotros”, invita Pancho Varona. Sobran los motivos.
Uno de esos motivos es que Sabina y sus compañeros preparan nuevos proyectos, después de una pausa en la producción musical y el éxito arrollador de Lo niego todo. Aunque no ahondan en los nuevos planes del artista y su banda, los cuatro aseguran que será un año de “buenas noticias”, durante una conversación en la redacción de EL PAÍS en México. “Van a pasar cosas. Y esa es la mejor noticia que podemos dar: que hay viajes previstos, que hay planes de hacer cosas juntos”, asegura Varona.
Por el momento aprovechan esta pausa para presentar en México “Noche sabinera”, un encuentro para los bohemios, románticos, quienes adoran las canciones de Sabina. El 19 y el 20 de marzo se presentarán en el Lunario del Auditorio Nacional de la Ciudad de México, pero también tienen programadas otras presentaciones en Puebla (12 de marzo), Tuxtla Gutiérrez (el 14), Monterrey (16), León (22), San Luis Potosí (23) y Guadalajara (24). La banda también visitará Ciudad de Guatemala el 15 de marzo. “Es maravilloso estar aquí en México, es una aventura”, afirma Pancho Varona. “¡Y sin Joaquín! Él es como un paraguas protector, aunque estar sin Joaquín da un poco de vértigo”.
Pregunta: ¿Cómo es Joaquín Sabina como jefe?
Pancho Varona: Muy generoso, muy cercano, es el mejor jefe que hay en España, el que mejor trata, el que mejor paga. Es un tipo estupendo y cuanto más mayores nos hacemos, nos volvemos más blanditos, más entrañables.
Antonio García de Diego: El más regalón, porque es alguien que nos da opciones a los músicos de cantar canciones dentro de su espectáculo, y eso —que aparte a él le viene bien, porque ya tenemos una edad— para nosotros eso es un regalo.
Mara Barros: Es muy divertido también. Tengo la suerte de que viene al camerino a verme antes de empezar el show y le hago preguntas, cotillas, como si es verdad que se acostó con no sé quién. (Ríe).
P: Pancho, una vez dijo que cuando Sabina le contrató entró en pánico y se puso a estudiar. ¿Qué ha aprendido de Sabina desde entonces?
P. V. : Sigo tocando tan mal como tocaba antes, pero he aprendido a componer, a hacer canciones, a leer, a escribir, a viajar. Joaquín es un maestro y me ha enseñado todo lo que sé. A disfrutar los países, de los viajes, de las giras. Joaquín me ha enseñado todo. Y sobre todo a leer y escribir.
P: ¿Y de esta larga relación profesional cuáles son sus canciones favoritas?
P. V.: Antonio y yo hemos hecho 90 o 100 canciones con Joaquín. Todas nos gustan, pero hay algunas que sobresalen un poquito: Sin embargo, Contigo, Ruido, Esta boca es mía, Peces… Todas son hijas mías, todas son guapas, a todas las quieres mucho. Unas son un poquito más guapas que otras, o es que han tenido más éxito en la vida, pero son todas canciones muy queridas por nosotros.
P: Hay en América Latina una veneración hacia Sabina y todo lo que lo rodea. ¿Qué representa para ustedes Latinoamérica?
M. B.: En América el público es como más caliente. Es algo que nos salpica a todos de forma directa. Como Joaquín es tan generoso y nos da tanto espacio en un escenario, la gente nos reconoce y nos asocia.
A. G.: Aquí la pasión se desatada mucho más, aquí se desatada una gran frescura. Una vez que estás metido en el mundo de Sabina es como que formamos parte de él. La gente de Sabina es muy seguidora, y nosotros somos aprendices de Joaquín y nos sentimos metidos en esa adoración, aunque a otro nivel.
P. V.: Cuando venimos a Argentina, a México, a Latinoamérica, es una cosa especial para nosotros y para el público también. A lo mejor hay más ganas de vernos. La gente lo valora, pone más pasión, se entrega más. La gente nos quiere también por la fidelidad que tenemos con él, porque si seguimos juntos es porque algo está bien y eso la gente lo valora. La gente nos quiere más por esa fidelidad.
P: ¿Qué proyectos para el futuro tienen, porque después de Lo niego todo hubo una sensación de ser el cierre de un ciclo?
M. B.: Sí, sonó a despedida ese disco, ¿verdad? (Ríe)
P. V.: También se puede considerar como el principio de un ciclo nuevo, porque cerramos un ciclo en aquella época con Antonio y yo como productores y se empezó un ciclo nuevo con Leiva (José Miguel Conejo) como productor y con otro tipo de canciones. Durante muchos años fuimos tres: Joaquín, Antonio y yo componiendo y llegó un momento en que nos secamos un poquito y hacía falta aire fresco, que le dio Leiva. Este año hay proyectos, van a pasar cosas. Y esa es la mejor noticia que podemos dar: que hay viajes previstos, que hay planes de hacer cosas juntos.
A. G.: Pues a mí me parece que ese disco dio pie a que haya futuro, porque yo creo que Joaquín ha tenido un reverdecer, lo ha disfrutado mucho. Es cierto que quizá estábamos un poco cansados y él también sufrió su enfermedad, lo que hizo que se encerrara mucho en sí mismo.
P: ¿Ya acabó aquella vida de excesos que se canta en el repertorio de Sabina? ¿Cómo es la vida ahora?
A. G.: Ya somos personas mayores, unos más que otras, pero el físico aguanta…
P: ¿Hay nostalgia por aquella época?
P. V.: Yo estoy encantado con la segunda parte de mi vida que estoy viviendo. Creo que fuimos inteligentes tanto Antonio como Joaquín y yo en decir: “bueno, ya tenemos una edad, vamos a hacer cosas correspondientes con esa edad”. Lo estamos llevando muy bien. Fue divertido, pero esta época para mí todavía es mejor. Mis rutinas diarias, lo que me a mí me produce felicidad diaria hoy, me gusta mucho más que lo que me producía felicidad antes. Las mañanas, los amaneceres; yo ahora no cambio eso por nada. Antes no conocía lo que era un amanecer y ahora en cambio me encanta levantarme lo antes posible para disfrutar de la mañana y del día.
A. G.: Yo creo que se nota que ahora Joaquín interioriza más en sus canciones. Antes todo era extroversión, callejerío, caderas, alcohol y ahora todo es más introspectivo.
P. V.: Todo el mundo veía al poeta canalla, pero no es tan canalla.
M. B.: Yo les robo la frase de que no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió. A mí me da mucha pena haber nacido en los ochenta y haberme perdido toda esa época de Joaquín, todo ese disparate, canallería. Yo todavía me identifico más con la primera carrera de Joaquín que con Lo niego todo. Vivir la vida así como lo hacían. ¡Es que hay cada disparate! Que no te vamos a contar.
A. G.: Está bien vivir esta vida ahora habiendo vivido la otra. La serenidad es un buen lugar.
P. V.: Exactamente.
P: ¿Creen que este es un buen o mal momento para la música?
P. V.: Ahora la gente se busca la vida como puede y eso agudiza el ingenio, el tener que decir qué hago, qué me invento para poder seguir viajando y tocando en directo. Eso ha hecho que la gente se ponga las pilas.
M. B.: Hay una nueva corriente de cantautores —me consta que aquí también—, porque gracias a las redes tienes todo al alcance de las manos. Antes estar en un sello era una señal de éxito, ahora no. Como está la industria tan jodida y se vende tan poco, pues la gente empieza a inventar cosas, a componer mucho más, porque además tienen más experiencias qué contar. Tienen otras formas de mostrarse, ya no depende tanto de la industria. Es verdad que ya no se venden discos, pero hay otras opciones. A mí me alegra mucho que retrocedamos un poquito en la historia y volvamos al boca a boca. Uno llega al público porque alguien me comparte una canción, otro me la comenta, porque sigo a este y me llega un vídeo relacionado a este otro. A mí eso me emociona, porque estamos llegando por fin a la gente como se llegaba antes, cuando ibas a un bar a cantar y la gente te seguía.
A. G.: El boca a boca ahora es el like a like.
P: ¿A quién se le ocurrió lo de Noche sabinera?
P. V.: De repente decidimos que era una buena idea tocar en una ciudad la banda de un cantante conocido, sin el cantante. Y de paso pensamos que también era una buena idea invitar a gente del público a cantar con nosotros, cante como cante, da igual, no hace falta que cantes bien, ni que te sepas la canción, canta con nosotros. Y eso a la gente le gusta, porque se sienten Sabina por un ratito.
A. G.: La gente sale emocionada de cantar canciones de Joaquín acompañada de la banda de Joaquín, aunque hay una diferencia muy grande: estamos mucho más nerviosos cuando estamos solo nosotros que cuando estamos con Joaquín. De alguna manera el éxito está asegurado, porque es tan grande lo que ocurre ahí, aunque obviamente tienes que estar concentradísimo, porque estás cantando de una manera profesional, estás acompañando a un gran cantautor. Pero también es cierto que te quita la presión y cuando salimos nosotros, somos nosotros los que damos la cara.
M. B.: Cuando cantamos con Joaquín son casi como vacaciones pagadas, porque la responsabilidad es de él, nosotros estamos acompañándole. La gente viene a verle a él, nosotros vamos a poner nuestro granito de arena, a embellecer, pero no tenemos entrevistas, ni tenemos que madrugar. Y, además, porque Joaquín tiene la voz que tiene, normalmente, necesita un par de días de descanso entre concierto y concierto y nosotros tenemos dos días libres para conocer la ciudad. En cambio, en estos conciertos nos mostramos, la gente conoce nuestra personalidad, hacemos bromas, metemos las patas. Es igual de hermoso, pero diferente.
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