La dama que retrató a los travestis de São Paulo en los setenta
Un museo brasileño dedica una exposición a Madalena Schwartz, que llegó tarde a la fotografía y posó su mirada en la diversidad sexual en plena dictadura
Madalena Schwartz era en los años setenta (1921-1993) una señora de mediana edad, esposa y madre, convencional en apariencia, curiosa, que regentaba con su familia una tintorería en el centro de São Paulo, barrio de intelectuales, bohemios, teatros y vedettes. Epicentro de la escena canalla en un Brasil sumido en los peores años de la dictadura. Desde el mostrador, aquella inmigrante húngara que solo unos años antes se había aficionado a la fotografía forjó intensas amistades con su variopinta clientela. Y en aquel ambiente que combinaba contracultura y represión se embarcó en el proyecto de fotografiar a travestis y transformistas. Esos retratos se reúnen en la exposición As metamorfoses, inaugurada el 9 de febrero en el Instituto Moreira Salles de la metrópoli.
Schwartz trataba a sus modelos con ternura infinita. “Para ahí, donde estás, con esa expresión de dolor y angustia… Estás maravillosa, ¿sabes?”, animaba con voz suave durante una sesión que se puede ver en la muestra. Se exponen 112 retratos realizados por la fotógrafa, la mayoría en blanco y negro, en los que explora la iluminación y el contraste. La exhibición incluye también decenas de revistas, películas y carteles que ilustran el contexto histórico brasileño, con un vibrante movimiento de contestación cultural y de liberación sexual en los años de plomo del régimen militar. Completa la exhibición una serie de fotografías que documentan el universo travesti de hace medio siglo en varios países de América Latina. Desde Argentina hasta Venezuela.
Empezaban a asomarse a la vida pública sin dejar de ser estigmatizados. Y Schwartz les ofrecía una especie de refugio donde expresar con libertad su vertiente artística, su verdadera personalidad o su lado más vulnerable, explica el argentino Gonzalo Aguilar, comisario junto a Samuel Titan Jr. de la exposición, en una entrevista por videollamada desde Buenos Aires. “En un mundo muy difícil, de mucha persecución y represión, las travestis y las transformistas [hablan de ellos en género femenino] encontraban en la fotografía de Madalena un espacio en el que exhibir el glamur, la recuperación de figuras del cine de los años treinta como Marlene Dietrich o Greta Garbo”.
Como extranjera, emigrante, judía, mujer y conocedora de la marginación, se identificaba con sus retratados. Su propia vida entrañó una profunda metamorfosis que quizá sea el motivo por el que decidió fotografiar a aquellos hombres: algunos, artistas famosos con espectáculo propio; otros, anónimos. Aunque su arte fue reconocido en vida, Schwartz nunca aclaró cómo nació su interés por este colectivo. También trabajó para los grandes medios e inmortalizó a las grandes figuras de la cultura de la época.
Para los comisarios era importante aprovechar este momento en que las reivindicaciones de los derechos de las personas trans tienen más fuerza que nunca, aunque persisten los ataques y el propio Gobierno brasileño tiene un discurso intolerante, para “poner en escena la visibilidad trans en obras de enorme significación estética y política y relacionarlo con la historia. Porque la militancia de hoy tiene un pasado”, recalca Aguilar.
Nacida en Budapest hace un siglo, Schwartz emigró de adolescente a Argentina. Por eso hablaba portugués brasileño con acento español. Creció y se casó dentro de la comunidad de los judíos húngaros en Buenos Aires. Emigró a São Paulo ya con marido y dos hijos. Aquello era un universo repleto de estimulantes novedades. Ya había cumplido los 45 cuando una casualidad le abrió la puerta de un mundo que le permitió reinventarse en una nueva profesión y llegar a ser calificada como la primera dama del retrato en su Brasil de adopción. Solo empezó a trastear con una máquina de fotos cuando uno de sus hijos ganó una en un concurso de televisión.
“Recuerdo perfectamente el estupor de mi padre al ver aquellas extrañas producciones, hechas casi siempre en el apartamento donde vivían, en el [edificio] Copan”, escribía su hijo Jorge hace unos años. El matrimonio estaba instalado en un apartamento del sinuoso bloque diseñado por Oscar Niemeyer. El Copan es todavía uno de los edificios más emblemáticos de São Paulo. La tintorería-lavandería de los Schwartz quedaba a la vuelta de la esquina. En vez de adentrarse en el territorio de sus modelos, la noche, la calle, los bares y teatros, prefirió atraerlos siempre a la intimidad de su estudio casero.
El resultado es una colección de retratos que es un festival de lentejuelas, pestañas postizas, carmín, pelucas, tacones… combinado con miradas y poses sensuales, pícaras, lascivas, misteriosas, inocentes, divertidas. Parejas cómplices, confiadas. Rostros tristes. Ya en 1974 tuvo su primera exposción monográfica, que incluyó travestis. Fue a pocas manzanas de la exposición actual, en el museo MASP, también en la avenida Paulista. Quedaban 11 años para que terminara la dictadura, un régimen militar menos cruel que los de Argentina o Chile.
También en aquellos años Brasil destaca como vanguardia latinoamericana de la diversidad sexual. Ahí están los cantantes travestis en Fantastico, el gran programa de televisión para la familia, en películas, piezas teatrales de Caetano Veloso y otros o revistas con titulares como “Brasil, campeón del mundo de travestis”.
El comisario Aguilar atribuye aquella exposición a la arraigada tradición brasileña del carnaval, que abraza la transgresión. Pero en las calles y boites de otros países los travestis ya asomaban la cabeza. La exposición recoge fotografías de los setenta y los ochenta del Archivo de la Memoria Trans de Argentina, de la colombiana Luisa Escarria, de Sergio Zevallos (Perú), del archivo Quiwa de Bolivia, de Paz Errázuriz (Chile), de Mario Montez (Puerto Rico), de Phedra de Cordoba (una cubana exiliada en Brasil), Adolfo Patiño (México) y de Vasco Szinetar (Venezuela).
Brasil es probablemente todavía el país latinoamericano donde más visibles son los transexuales y las drag queens, pero también donde mayor riesgo corren, sobre todo en São Paulo. El año pasado 175 mujeres trans fueron asesinadas, un 40% más que el año anterior. Ni siquiera el coronavirus, con sus confinamientos, les dio tregua.
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