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El drama financiero de las películas que arriesgan

Cultura destina solo ocho millones de euros para las ayudas al cine independiente. Un nuevo decreto contempla más apoyo

Gregorio Belinchón
Clara Roquet, en el rodaje de 'Libertad', la película que más puntos recibió en las ayudas selectivas de 2018.
Clara Roquet, en el rodaje de 'Libertad', la película que más puntos recibió en las ayudas selectivas de 2018.

El pasado sábado, al recoger el Goya a la mejor película, Pedro Almodóvar pidió más apoyos para el cine arriesgado, el de directores y productores independientes que luchan por sacar adelante proyectos distintos y menos comerciales. En la alfombra roja previa, otros directores habían realizado la misma petición al ser preguntados por EL PAÍS sobre sus reivindicaciones para el nuevo Gobierno. El actor y director Edu Casanova, que realizó su primer largo, Pieles (2017), sin ayudas, y que ahora prepara el siguiente, La piedad, fue contundente: “Nuestras películas necesitan dinero público. Si no, desaparecerán”.

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Las ayudas que concede el Ministerio de Cultura y Deporte a la producción cinematográfica se acercaron —sumadas todas— a los 40 millones de euros en 2018. En otros países europeos, Alemania repartió 150 millones de euros; en Italia un acuerdo parlamentario impide que el fondo baje de los 400 millones, y en Francia se superan los 700 millones de euros.

Si la situación parece precaria, en el cine más pequeño, realizado fuera del paraguas de los grandes conglomerados audiovisuales privados, se vive al límite. En 2018, en las ayudas selectivas que se destinan a esos trabajos, se dieron 8,5 millones de euros. En 2019, se mantuvo una cifra similar (8,4 millones de euros) para 41 producciones, entre largos de ficción, animación, documentales y experimentales. “Es evidente que, desde hace dos años, las ayudas selectivas han pasado a tener más peso del que tenían en ejercicios anteriores”, cuenta desde el festival de Róterdam Beatriz Navas, directora del ICAA (Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales), el organismo encargado de regular el cine en el Ministerio. “El objeto de estas ayudas es apoyar proyectos de productores independientes con un especial valor cinematográfico, cultural o social. Hasta ahora tenían destinado menos dinero, por un planteamiento que conviene revisar, pues se establecía un límite presupuestario para las películas que concursaban en estas ayudas de 1,8 millones de euros. Las condena a ser pequeñas producciones y las limita”.

Ahí está uno de sus principales problemas, como también subraya María Zamora, líder de la parte destinada a la producción de la empresa cinematográfica Avalon. En los últimos tres años, las películas que han recibido más puntos en las convocatorias de estas subvenciones pertenecen a Avalon: en 2017 fue Los días que vendrán, de Carlos Marques-Marcet; en 2018, Libertad, de Clara Roquet, que actualmente se encuentra en fase de montaje, y en 2019 Alcarràs, el segundo largometraje de Carla Simón (Verano 1993), que llegó a 89,44 puntos sobre 100 en la valoración del proyecto.

Carla Simón, en el rodaje del teaser de 'Alcarràs'.
Carla Simón, en el rodaje del teaser de 'Alcarràs'.

A esa convocatoria se presentaron 253 solicitudes de 200 proyectos, y se dieron ayudas a 47 títulos. “Nos preparamos mucho las presentaciones, y todos nuestros proyectos tienen una televisión y distribución garantizada”, cuenta Zamora. “Alcarràs tiene un tamaño mayor que Verano 1993, pero las selectivas no nos dejan crecer. Recibimos el máximo posible, algo que agradecemos [475.000], y recurrimos a la coproducción internacional para poder salvar el problema de este mayor presupuesto”. La productora explica que la lucha actual se centra en que esas películas de tamaño intermedio no se pierdan entre “el gran presupuesto de las ayudas generales y estos filmes de debutantes o más experimentales”. Y acabas condenado “a esa tierra de nadie”.

Navas insiste en que, efectivamente, quieren “cambiar esta concepción”. Y, horas antes de que se hicieran públicos esas modificaciones del Real Decreto que desarrolla la Ley del Cine, afirmaba: “En cuanto a 2020, contemplamos aumentar considerablemente la dotación estas ayudas”.

Las selectivas nunca superan el 25% del presupuesto del proyecto y las conceden un comité que analiza y puntúa cada proyecto, según el reglamento de la Ley del Cine. “En Avalon cuidamos el cumplimiento de todos los puntos posibles”, cuenta la productora. “En el caso de Roquet y Simón logramos más puntos, cierto, por ser directoras, aunque tenían coguionistas masculinos. Y muchos equipos tienen jefas, es verdad, pero de forma orgánica, no buscada. Nunca hemos forzado esas situaciones”.

Y por ello, subraya la directora del ICAA, las ayudas nunca deberían faltar: “Las ayudas tienen el fin de afianzar una actividad continuada para consolidar y fortalecer el tejido que lo sustenta y para impulsar y sacar a la luz el talento de nuestros profesionales”. Tanto las generales, pensadas para apuntalar la industria, como esas selectivas, creadas para debutantes y filmes de interés cultural. “El cine es un sector con un gran potencial para el desarrollo de un país. La sociedad actual se encuentra imbuida en una cultura audiovisual, y el cine es una de sus manifestaciones esenciales. Amplía el conocimiento, genera empleos muy heterogéneos, saca provecho a todos los servicios que ofrecemos, participa del desarrollo de tecnología”, señala Navas.

Más respaldo del ICAA para “las obras difíciles”

El Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales publicó ayer una propuesta de modificación de la Ley del Cine que incluye mejoras en las ayudas para mujeres directoras y discapacitados y facilita la aprobación de coproducciones financieras.

Se trata de una modificación del Real Decreto que se desarrolla la Ley del Cine y con su publicación el ICAA abre un periodo de consultas. En el texto, entre otros cambios, se amplía el concepto de lo que se considera “obra difícil” —que permite aumentar las ayudas— para incluir tres nuevos supuestos: los proyectos dirigidos por mujeres, los dirigidos por cineastas con discapacidad y los que tengan “especial valor cultural y artístico”.

En el primer caso el límite máximo de ayudas que pueden recibir esas obras se fija en el 75% de su coste reconocido, en el segundo en el 80% (exclusivamente para realizadoras con un grado de discapacidad igual o superior al 33 %) y en el tercero un 75%.

Además, se elevan los porcentajes en otros supuestos de “obra difícil” ya existentes como son los filmes de nuevos realizadores (sube del 70% al 80% y además se eleva el presupuesto de producción permitido de 300.000 hasta un millón de euros); los cortos (del 75 al 85%) y las obras en lenguas cooficiales (del 60 al 80%).

Con estas mejoras, dice el ICAA, se intenta “paliar las dificultades que encuentran los proyectos dirigidos por mujeres para introducirse en el mercado y consolidar su presencia en el mismo”, así como “dar respuesta al mayor apoyo que precisan los proyectos dirigidos por cineastas con discapacidad”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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