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Los historiadores contra las ‘fake news’ de Vox

Los especialistas coinciden en la ausencia de rigor del partido de Abascal para proponer la eliminación de Indalecio Prieto y Largo Caballero del callejero madrileño

Manuel Morales
Francisco Largo Caballero (centro de la escena, sombrero oscuro), a su salida de la cárcel tras ser absuelto en el juicio por la llamada Revolución de 1934 en Asturias y Cataluña.
Francisco Largo Caballero (centro de la escena, sombrero oscuro), a su salida de la cárcel tras ser absuelto en el juicio por la llamada Revolución de 1934 en Asturias y Cataluña.

“Lo que ha ocurrido en Madrid no tiene sentido, ni base histórica, es improcedente por una razón: es rotundamente falso”, afirma el historiador Ángel Viñas, estudioso de la Guerra Civil y el franquismo, de los argumentos lanzados por Vox en el pleno de la capital para retirar placas, calles y estatuas de los dirigentes socialistas Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto. La propuesta no vinculante del pasado martes del partido ultra, que por boca del concejal Javier Ortega Smith los calificó de “personajes siniestros”, “criminales” y “antidemócratas”, se alinea “con la derecha que desde hace tiempo carga contra la figura de Largo Caballero con pruebas como frases de algún discurso sacadas de contexto”, añade Viñas. En el pleno del Ayuntamiento, PP y Ciudadanos votaron a favor de la idea de Vox y el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, ha apoyado el cambio de las calles, que tendrá que ser aprobado ahora en la Junta de Gobierno.

Matilde Eiroa, de la Universidad Carlos III, también especialista de ese periodo, apunta que “está más que demostrado” que Largo Caballero, ministro de Trabajo entre 1931 y 1933, durante la Segunda República, no promovió la revolución de Asturias en 1934. De septiembre de 1936 a mayo de 1937 compaginó la Presidencia del Consejo de Ministros con el Ministerio de la Guerra.

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Vox sigue la estela de “libros revisionistas de historiadores como Pío Moa que aseguran que la Guerra Civil empezó con esos sucesos de octubre de 1934”, añade Antonio López Vega, director del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset. Mientras que Juan Pablo Fusi, catedrático emérito de la Complutense, asegura que lo ocurrido en el Consistorio madrileño “es consecuencia de esas leyes de memoria histórica no consensuadas y que se usan desde el poder”. “Largo Caballero tuvo responsabilidad en dos o tres cuestiones importantes, como la radicalización del PSOE, pero no era un totalitario y mantuvo muchas distancias con los comunistas”, añade Fusi. Para Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, “no se puede acusar a ambas figuras de lo que dice Vox, salvo si no reconoces legitimidad a la República, con lo cual tienen un problema PP y Ciudadanos”.

Precisamente, Vox esgrimió la ley de memoria histórica, aprobada en 2007, durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, como justificación a su propuesta, en concreto su artículo 15, en el que se dice se retirarán “placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”. Mercedes Cabrera, historiadora, formó parte del Ejecutivo socialista entre 2006 y 2009 como ministra de Educación y Ciencia: “Es mezclar cuestiones que no tienen nada que ver”. Casanova subraya la diferencia: “Ha habido una abrumadora memoria de los vencedores, que ocultó al otro bando; eso hay que repararlo”. Viñas, cuyo último libro, de 2019, se titula ¿Quién quiso la guerra civil? Historia de una conspiración, agrega que son circunstancias “incomparables por varias razones, como que no fueron los republicanos quienes quisieron la guerra, sino una mescolanza de civiles y militares, que además la prepararon concienzudamente y se preocuparon de la ayuda de la Italia fascista”. En la misma línea, López Vega, subraya que la España republicana era “un régimen constitucional, reformista y, en parte, libre”. “Lo otro fue una dictadura, represiva”.

Indalecio Prieto, primero por la izquierda, junto al general Vicente Rojo, segundo por la derecha, durante la batalla de Teruel.
Indalecio Prieto, primero por la izquierda, junto al general Vicente Rojo, segundo por la derecha, durante la batalla de Teruel.

El otro personaje en la picota, Indalecio Prieto, fue cuatro veces ministro: de Hacienda y de Obras Públicas en la Segunda República, y de Marina y Aire y de Defensa en la guerra. “En él ya está presente tras la guerra la idea de reconciliación y la Transición”, según López Vega. “Fue de los primeros en ver que la solución al franquismo podía venir con una monarquía en la persona de don Juan”, añade Fusi, para quien “Prieto encarna el socialismo liberal, era un demócrata radical y aunque participó en la revolución del 34, pidió perdón por ello en el exilio”.

“Discurso de la furia”

Gutmaro Gómez Bravo, profesor en la UCM e investigador de la guerra y la dictadura, califica esta polémica de “discurso de la furia”. “Largo Caballero y Prieto pertenecían a Gobiernos elegidos democráticamente. No hay pruebas, ni documentos, son como las fake news. Solo lo respalda el mantra franquista de legitimar el golpe y la represión posterior por la violencia que hubo en la República”. Mercedes Cabrera subraya la paradoja de “querer convertir en golpistas a quienes sufrieron el golpe, no tiene fundamento”. “Se quiere hacer ver que aquí todos fueron igual de culpables, cuando las circunstancias y justificaciones para la violencia no fueron las mismas”, destaca la autora de una biografía sobre Juan March, empresario que financió el golpe.

¿Está en marcha, pues, un revisionismo de la guerra? Viñas no lo llama así, sino que habla de “fabulación”. “Han retomado las mentiras esparcidas por la dictadura y por sus epígonos después”, y apunta a otra cuestión: “Lo patético es que los Gobiernos democráticos se han mostrado reticentes a incorporar a la enseñanza los descubrimientos de los historiadores”. Es lo que Casanova llama “la necesidad de dar la batalla en las aulas”. “El verdadero problema son los 40 años de franquismo, un pasado ese no quieren remover”, añade. Para Matilde Eiroa, lo de Vox “es un discurso continuista, ni siquiera es revisionismo, sino la versión oficial del franquismo sobre aquellos personajes”.

Los historiadores sospechan que la ofensiva de Vox no quedará aquí. “No es anecdótico, lo sería si este partido no tuviera apoyos”, según Casanova. “Seguirá creciendo para generar confusión”, añade Gómez Bravo. “Así que ¿el próximo paso será pedir que quiten del callejero de Madrid la avenida de Pablo Iglesias?”, se pregunta López Vega.

Estatua de Indalecio Prieto, en Madrid.
Estatua de Indalecio Prieto, en Madrid.VICTOR SAINZ

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Sobre la firma

Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.

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