Así componen Bnet y Guitarricadelafuente entre cuatro paredes

Solo unos meses antes de verse recluido en una habitación del barrio de Malasaña, el rapero Javier Bonet (Madrid, 21 años), más conocido como Bnet, estaba poniendo en pie a una masa de personas ahora inconcebible en el WiZink Center, en su ciudad. Fue en la Batalla Internacional de Gallos organizada por Red Bull, en la que se proclamó campeón del mundo frente al Mc colombiano Valles-T. Y solo unas semanas antes de que se decretase el estado de alarma, se encontraba en plena gira por México, donde su vuelta no quedó congelada por cuestión de días.

Ahora asiste al fin del mundo desde la ventana mientras añora los pequeños detalles, como las cañas con sus colegas por el barrio. Entre sus cuatro paredes, compone sin prisa el que será su primer álbum. No ha querido tomar atajos y sacar un adelanto rápido para aprovechar la inercia de su momento: “La cultura hip hop a mí me marca mucho como persona, y no me puedo permitir hacer cualquier cosa para coger la bolsa y correr. El día que saque algo quiero que sea porque a mí me gusta". Es uno de esos centennials que no se identifican con las nuevas tecnologías, por lo que de momento ha renunciado a realizar directos por las redes sociales, como explica en este vídeo (el segundo de Mi vida confinada: ver el primero pinchando aquí).

El silencio del confinamiento se convirtió en un inesperado aliado para Álvaro Lafuente (Benicàssim, 22 años), que ha firmado como Gitarricadelafuente una de las grandes historias en la escena emergente de la música en el año pasado. El joven, confinado en Madrid, reconoce en el vídeo que acompaña a este texto que se siente abrumado de cuánto se ha profesionalizado todo en su vida, en lo que hace poco era solo un pasatiempo: coger la guitarra y salir a la calle para que su hermana le grabase cantando sus canciones. El cantautor ha aprovechado todo este tiempo libre para preparar su primer disco, con el que espera girar en cuanto la situación sanitaria lo permita.

Y, por el contrario, lo que extraña la poeta Alejandra Martínez de Miguel (Madrid, 26 años) es el ruido. El del aplauso del público en sus recitales, donde expone las vivencias de una joven de su edad en un mundo aún a menudo dominado por los hombres. “Me faltan estímulos, porque para mí el motor que me empuja a escribir está en la calle, es algo social”, explica. En su obra Báilatelo sola, la artista compuso un poema dedicado a la luz que entra por su ventana, en el escritorio donde trabaja, que parecía casi premonitorio de la situación que se viven en las casas ante el confinamiento y que lee en este vídeo. Como tantos otros artistas autónomos, ha elegido mostrar un arte en sus redes sociales. “Me gustaría pensar que la gente lo va a devolver, y que alguien elija comprar mi libro o venir a un recital cuando sea posible”.

El último invitado a la serie Mi vida confinada, Ricardo Moya, no es un youtuber al uso. Sus vídeos no están apenas ni juega al pinturillo con futbolistas. Se trata de conversaciones extensas mano a mano con cómicos como Pepe Colubi, Ignatius Farray o la artista Flavita Banana con una cerveza en la mano, cuando era legal grabarlos. Algunas de ellas bordean las dos horas de duración, pero lejos de ser “turras insufribles” como dice el propio autor del canal, el público las premia con cientos de miles de reproducciones, que han crecido notablemente ante la reclusión forzada. Moya anuncia en esta entrevista que pronto invitará a científicos y filósofos a su canal. En la birra encontró al camino del éxito hacia otra forma de entretenimiento en la red.

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