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Premios Nobel
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El portero del miedo

Peter Handke ha marcado en más de medio siglo de escritura rompedora y exigente la literatura occidental

El escritor Peter Handke en su casa a las afueras de París este jueves, después de conocer que era el galardonado con el Nobel de Literatura 2019.
El escritor Peter Handke en su casa a las afueras de París este jueves, después de conocer que era el galardonado con el Nobel de Literatura 2019. Alain Jocard (AFP)

Desde hace tres décadas ha estado en su lista, ahora finalmente la Academia Sueca premia a uno de los escritores más relevantes e innovadores de nuestra época. Peter Handke que publicó su primera novela, Los avispones, a los 23 años y abandonó, el mismo día que le aceptaron su manuscrito en la editorial Suhrkamp, su casi concluida carrera de derecho, ha marcado en más de medio siglo de escritura rompedora y exigente la literatura occidental. Probara el género que probara, el teatro, la poesía, el ensayo, la crítica —con excepción tal vez de la dirección cinematográfica, donde una vez reunió en el plató de La ausenciaa nada menos que Jeanne Moreau, Bruno Ganz y su traductor al castellano Eustaquio Barjau— siempre ha destacado por su lucidez intelectual y su compromiso con el ser humano.

Cuando en 2017 la Universidad de Alcalá de Henares otorgó el doctor honoris causa a Peter Handke y éste pronunció su discurso de agradecimiento en castellano, a todos los presentes les quedó claro el profundo vínculo que unía al escritor austriaco con España. Y del público lector con él. Ya en 1971 José Luis Gómez estrenó su pieza teatral El pupilo quiere ser tutor en un escenario barcelonés, causando una sensación mayúscula, seguida en 1973 por otro hito teatral, Gaspar. Desde entonces, los lectores peninsulares han reclamado y discutido todo lo que salía de la pluma de Handke. Casi 100 entradas en todas las lenguas autonómicas figuran en el catálogo de la Biblioteca Nacional de España.

Títulos que llegaron a ser proverbiales como El miedo del portero ante el penalti, Carta breve para un largo adiós o La mujer zurda (reeditados en Alianza) se convirtieron en verdaderos bestsellers. Pero justo entonces, cambiaba otra vez de registro. En los años ochenta, las obras de crítica de lenguaje de los años sesenta, y los experimentos formales de los setenta dejaron lugar a una narrativa que busca el aliento épico. Escribe los grandes novelones que contienen su proyecto de salvación del mundo: a través de la vuelta a la lentitud y la contemplación. Mi año en la bahía de nadie (1994), sobre la periferia urbana y el cuidado de las pequeñas cosas: La pérdida de la imagen, una distopía soñadora ubicada en la Sierra de Gredos; y La noche del Morava (2008), que reivindica el narrar épico y la amistad.

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Al mismo tiempo, de su colaboración como guionista para su amigo Wim Wenders surge El cielo sobre Berlín, que catapulta a Peter Handke a la fama entre el gran público. El descomunal éxito de la película en España, le eleva a autor de culto, del que circulan textos de una complejidad y exigencia formal hoy día inimaginables. Publicaciones meta-literarias de contenido altamente reflexivo como el tomo de apuntes El peso del mundo o el diario Historia de un lápiz se convierten en lectura obligada.

Sin embargo, este fervor se desploma con la publicación en 1996 de Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Morava y Drina o Justicia para Serbia. En su visita a Serbia durante la guerra de Croacia y Bosnia, Handke cuestiona la cobertura informativa de los medios de comunicación internacionales a los que acusa de instigación al conflicto bélico. El libro, igual que Apéndice de verano para un viaje de invierno, entona un lamento muy personal, pero matizado en la descripción de las destrucciones por parte de ambos bandos y del sufrimiento de la población civil. Sin embargo, su protesta contra el maniqueísmo de los medios y los políticos no consigue otro efecto que levantar una tormenta de indignación con descalificaciones de todo tipo por parte de los intelectuales de izquierdas en Europa. En sucesivos relatos de viajes a Yugoslavia durante la guerra del Kosovo y en los ensayos sobre el Tribunal Internacional de La Haya Handke insiste en su denuncia de la cadena de intereses internacionales que llevan al bombardeo de Serbia por parte de la OTAN. Pero son libros que ya no se leen, pues desataron tal caza de brujas contra el ciudadano Handke que nadie quiere publicarlos.

Su obra empezó a ser objeto de un descrédito generalizado. Entre 1996 y 2011 las ventas de sus libros en España, igual que en los demás países occidentales, caen en picado y sólo recientemente se ha observado un interés renovado. Parece que una nueva generación de lectores españoles está reivindicándola desde una óptica menos ideológica. Se suceden las recuperaciones de los inicios de la prolija bibliografía: se ha hecho una nueva traducción de Los avispones; se han publicado los poemas de la primera época, Vivir sin poesía (Bartleby); pequeñas editoriales realizan ediciones de textos marginales, como la edición bibliófila del poema Canción de la infancia (Dos cuervos, 2015) o la de sus críticas de cine, arte y literatura de El final del callejeo (Nórdica, 2017). Hasta los textos sobre Yugoslavia y el Tribunal de La Haya, Preguntando entre lágrimas (Alento, 2011), finalmente se han publicado.

A la ingente obra literaria a sus espaldas, hay que sumar las traducciones con las que el escritor generosamente ha dado a conocer obras de autores poco conocidos. Peter Handke no muestra señales de cansancio o de desafecto por su oficio. Todavía queda Handke por leer.

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