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Quemar Después de Leer
Columna
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El día en que Hunter S. Thompson secuestró a una ornitóloga

La biografía coral experimental que la reina del columnismo gonzo feminista dedicó al autor de 'Miedo y asco en Las Vegas' puede leerse por fin en español

Laura Fernández
Hunter S. Thompson, en la 'War Room'.
Hunter S. Thompson, en la 'War Room'.

Lo último que podía imaginar cuando volé a Buenos Aires hace una semana fue que iba a reencontrarme allí con Hunter S. Thompson. Esperaba todo tipo de otras cosas. Incluido, por qué no, el paseo entre vestidos, y réplicas de vestidos, entre guantes de Hermes, zapatos y libretas cívicas, que propone el Museo Evita, dedicado a su mayor logro – el sufragio femenino – y especialmente apto para iniciados en la historia del peronismo – los demás corren el riesgo de perderse – y poblado únicamente de mujeres. También podía haberme esperado la distópica visión, el viento levantando octavillas, aquí y allá, en la enorme calle vacía, un día después del Paro General, de Corrientes 348, pues el clásico del tango está situado justo enfrente de la Sindicatura General de la Nación, el lugar al que se dirigía la manifestación principal.

¿Qué más cosas? Por ejemplo, asistir a un espectáculo literario clandestino, prohibido por los herederos de Adolfo Bioy Casares, y celebrado, finalmente, en un garaje cercano a la Plaza Mafalda. Probar el matambre. Toparme con la estrella de la fama de Pimpinela y la de Joan Manuel Serrat. Recorrer el Caminito. Comprobar que la Bombonera sigue en pie, y que, a su alrededor, las tiendas de souvenirs venden pequeños Messis y algo más copados Maradonas. Visitar tres de sus más de 450 librerías. Pero ¿ver a Hunter S. Thompson volver a la vida en lo que parece una suerte de mockumentary literario (real) firmado por la reina del columnismo gonzo feminista norteamericano? No, ni pensarlo. No podía ni imaginarlo.

Publicado en 1993 – 12 años antes de que el propio Hunter se volara la tapa de los sesos en la cocina, el sitio en el que solía escribir desde que se le había hecho imposible ascender hasta la Sala de Guerra: War Room, así llamaba a su despacho –, Hunter: La vida salvaje de Hunter S. Thompson, la cosa que me trajo de vuelta a uno de los reyes del Nuevo Periodismo, es un híbrido fabuloso. Está escrito por E. Jean Carroll, la mujer que fue Miss Indiana – y Porrista del Año – en 1964, la mujer que a finales de los 80 se internó, sola, en las Star Mountains de Nueva Guinea en busca de “un hombre de verdad”, porque, decía, en plena Era del Hombre Sensible, “las mujeres no hacen más que pedir uno primitivo, y voy a ir a buscar uno que lo sea de verdad”, y casi no lo cuenta.

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Una biografía coral – a la manera en que lo fue Edie, de George Plimpton, la primera biografía hecha por entero de testimonios orales de quienes habían conocido a la modelo fetiche de Andy Warhol – que podría pasar por novela experimental, o pieza de simulación gonzo hecha a medida para contar la vida – devastadoramente explosiva – del inventor de lo gonzo, orgulloso dueño de una pequeña colonia de pavos reales. Es decir, el híbrido fabuloso del que hablábamos: periodismo y literatura decididos a reconfigurar el mundo, o a retratarlo justamente como fue, porque ¿acaso no cuenta la ficción un tipo de verdad (sentimental) que a la no ficción le cuesta de alcanzar?

Carroll, personaje excéntrico donde los haya – llevaba más de 20 años al frente en Elle de la corrosiva y divertidísima columna Ask E Jean, es decir, Pregúntale a E. Jean, hoy convertida en página web, y presume de vivir en las montañas Wawayanda con un gigantesco caniche de mechas azules –, no se limita a interrogar a exmujeres, Ángeles del Infierno, amigos de la infancia, senadores, amigas como Sally Quinn – dispuestas a cargarse la fama de chiflado de Thompson diciendo cosas como: “Siempre he visto en Hunter a una persona muy dulce, delicada, buena y vulnerable” –, y hasta agentes literarias.

No. No se limita a formar con lo que unos y otros le cuentan – y con lo que el propio Hunter dice de sí mismo en determinados momentos – un coro de voces que expliquen, como en un documental televisivo, la vida del autor de Miedo y asco en Las Vegas, el tipo que vivió – y escribió – peligrosamente hasta que dejó de soportarse – cosa que ocurrió en 2005, aunque no había publicado nada digno de mención desde 1983 –. Carroll juega a inventar su propia obra dentro de la obra, porque ¿acaso podría escribirse una biografía de Hunter S. Thompson, debió decirse, sin formar parte, de alguna manera, de ella? La respuesta es no. Al menos, si se quiere ser fiel al espíritu Thompson.

Sí, Betty Jean conocía bien a Thompson, y su mutante biografía es la clase de biografía que escribiría tu mejor amiga

Así, Carroll, la menos ortodoxa, la más genial de sus biógrafas, escribe sobre Thompson encarnando al mismo Thompson. ¿Que cómo lo hace? Se inventa a una ornitóloga: Laetitia Snap. Laetitia tiene 24 años y colabora habitualmente con la revista American Wildlife. Es una autoridad en pavos reales y también, virgen. La razón por la que acaba en el rancho de Thompson, en Colorado, tiene que ver, claro, con los pájaros. Su intención era la de que el escritor le mostrase su colección de pavos reales. Si pensamos en Laetitia como en un álter ego ingenuo y desquiciado – en el relato acaba cautiva en un pozo, obligada por la Bestia, es decir, Hunter, a escribir su biografía – de Betty Jean, la autora, podría decirse que esos pavos reales objeto de su estudio son todo aquello que rodeaba a Hunter S. Thompson, y que él no podía evitar amar ardorosamente: todo aquello que era él mismo.

Sí, Betty Jean conocía bien a Thompson, y su mutante biografía es la clase de biografía que escribiría tu mejor amiga, tratando de tomarte el pelo todo el tiempo sin dejar de homenajearte en cada momento. Sí, hay un Episodio sexual entre el Doctor y la virginal ornitóloga, pero sobre todo hay caos y destrucción: un sinfin de paquetes de Dunhill, otro de botellas de Chivas, cocaína, ácido como el que casi se toma un día sin querer su hijo Juan – lo cogió de la nevera, el niño era poco más que un bebé caminante –, ni una sola página escrita, algo de jacuzzi, cintas de porno experimental y comprimidos de triazolam para el insomnio.

“Su manera de tratar el chauvinismo de Thompson fue celebrándolo paródicamente”, advierte, en el prólogo a la edición, la primera en español, que acaba de publicar Tusquets – salió a la venta en Argentina a la vez que las memorias de Cristina Fernández de Kirchner, Sinceramente, durísima competidora, pues, por cada cualquier otro libro que se vendía el lunes pasado en El Ateneo, la librería que fue antes majestuoso teatro, se despachaban al menos diez, 15, puede que 20, de la expresidenta –, el escritor Juan Forn, y así es. Acierta, Betty Jean, al considerar que no podía escribirse una biografía de Hunter S. Thompson que no protagonizara el propio Hunter S. Thompson. Así, el personaje delirante en que se había convertido a sí mismo en sus libros, vive una última aventura en la que se concibe la idea de una biografía que piensa en reírse de la propia idea de la biografía.

¿Los pavos reales? Siguen a salvo. Cualquiera que pretenda encarnar a Laetitia Snap estos días podrá comprobarlo. Solo tiene que viajar hasta Aspen y preguntar por la Owl Farm. Aunque si quiere asegurarse de poder echar un vistazo al interior de la casa en la que Thompson casi mata a su asistente y en la que él mismo se voló la tapa de los sesos, en la que acogió a Jack Nicholson en los 80 y a Johnny Depp en los 90, tendrá que contactar antes con Anita, su última mujer. Hay una página web en algún lugar en la que se organizan visitas que incluyen el desayuno que Anita le preparaba (a las dos del mediodía): pomelo, huevos revueltos, zumo de naranja, café, y fruta fresca suspendida en gelatina, con una pizca de ginebra y Grand Marnier.

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Sobre la firma

Laura Fernández
Laura Fernández es escritora. Su última novela, 'La señora Potter no es exactamente Santa Claus' (Random House), mereció, entre otros, el Ojo Crítico de Narrativa y el Premio Finestres 2021. Es también periodista y crítica literaria y musical, y una apasionada entrevistadora de escritores y analista de series de televisión.

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