François Ozon: “Soy una perdición para el catolicismo”
El director francés estrena en España su última película, 'Gracias a dios', centrada en el caso de abusos sexuales a menores más mediático de la Iglesia gala
El cineasta François Ozon se ha desmarcado de las coordenadas temáticas en las que se siente más cómodo. Reconocido por sus ácidas ironías sobre la masculinidad, la familia o la sexualidad, el director francés se lanza en su último filme, estrenado en Francia en febrero, a un terreno menos fértil para la parodia: los escándalos sexuales en el seno de la Iglesia. Gracias a dios, presentada este lunes en España, se basa en el caso más mediático de encubrimiento de abusos a menores ocurrido en la Iglesia gala: el del exarzobispo de Lyon Philippe Barbarin, condenado hace apenas cuatro semanas a seis meses de prisión por silenciar los abusos cometidos en un grupo de scouts entre finales de los setenta y comienzos de los noventa por el sacerdote Bernard Prenyat.
Los cines Golem han albergado el preestreno ayer lunes de una película que en Francia ya ha superado los 900.000 espectadores y que el director comenzó a vislumbrar tras recoger testimonios del entorno familiar de víctimas de este tipo de abusos. “Me di cuenta de que la información que estaba recopilando no servía para hacer un documental, y supe que tendría que probar con una ficción”, ha relatado Ozon en un breve coloquio tras la proyección. “Entonces acababa de publicarse Spotlight en Francia [2016] y era difícil no desembocar en una versión nacional de esa película”, señaló a continuación en referencia al filme del estadounidense Tom McCarthy que narra la revelación del encubrimiento de los abusos cometidos durante décadas por sacerdotes católicos de la ciudad de Boston.
En una conversación en la que también participaron el actor Denis Ménochet y el periodista de EL PAÍS Íñigo Domínguez, Ozon insistió en resaltar la importancia de los testimonios de las familias de las víctimas. “Creo que es una parte muy importante de esta realidad: si pensamos en qué ha cambiado, yo diría que probablemente el hecho de que los padres de mi generación no hablaban claramente con sus hijos y hoy, por el contrario, ese peligro se conoce y los progenitores ponen a sus hijos en alerta”, sostuvo. También aludió el director al escándalo que generó el estreno en Francia, que llegó a estar en el aire por una denuncia del propio Barbarin, cuya dimisión tras ser condenado fue rechazada el pasado marzo por el papa Francisco. “Me he dado cuenta de que la película asustaba más que la justicia”, señaló irónicamente.
“El papel que interpreto es sumamente difícil”, señaló por su parte Ménochet, que da vida a uno de las víctimas que protagonizan la trama. “La honradez que exigen los personajes de esta película es tremenda: se deben a historias concretas y, en ese caso, lo único que puedes hacer como actor es ponerte a su servicio”, apuntó, y opuso esa exigencia a las ficciones clásicas, “en las que siempre cabe algo de imaginación”. Pese a que Gracias a dios es propiamente una ficción, Ozon ha tratado de trasladar todos los detalles que ha descubierto en su investigación previa, desde vivencias personales de actores secundarios que solo parcialmente se vinculan al argumento hasta el motivo de obras artísticas que decoran la habitación del propio cardenal Barbarin.
Ménochet también respondió a la pregunta que le lanzó la moderadora del evento, la periodista y vicepresidenta de Reporteros sin Fronteras Alicia Gómez Montano, quien le inquirió por la huella personal que le ha dejado este papel. “Ha sido más intensa que en otras ocasiones, pero sobre todo ha sido increíble la reacción social que ha generado”.
El análisis de la situación en España a partir de la comparativa con el caso que relata la película —en cuyo preestreno ha colaborado EL PAÍS— fue el eje de la intervención de Domínguez, reportero que forma parte del equipo de este periódico que durante los últimos meses ha publicado historias de abusos en el seno de la Iglesia católica española. “Estamos muy lejos de conocer un panorama completo de lo que puede haber ocurrido”, defendió el periodista, para quien, sin embargo, el “paulatino descubrimiento” de diferentes casos ha permitido que España “deje de ser una excepción” en la geografía global de este tipo de abusos. “La película refleja muy bien cómo la historia logra avanzar a partir de la voluntad de liberación de personas que deciden unirse bajo ese objetivo”, resumió.
Pese a lo poco propicio del argumento, Ozon encontró pequeñas fugas en el relato por las que colar alguna muestra de su tradicional irreverencia humorística, como reconoció durante el coloquio, en el que también advirtió de que no pretende hacer causa del tema de los abusos. “Como realizador no quiero ser el abanderado de la pederastia", comentó el director, a quien la fe en Dios no perturba ni mucho menos como a algunos de sus personajes. “La perdí hace tiempo”, añadió. Y poco después reconoció que tampoco espera que nadie lo intente rescatar del purgatorio: “Soy una perdición para el catolicismo”.
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