Las estatuas del Pórtico de la Gloria que los Franco ocultan en su inmobiliaria
Un nieto del dictador traspasa a una firma de su propiedad dos esculturas de la catedral que reclama el Ayuntamiento de Santiago de Compostela
Cuando el maestro Mateo comenzó a cincelar en 1168 el desaparecido peristilo o galería exterior (técnicamente exonártex) del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela, no se imaginó que sus esculturas de Abraham e Isaac terminarían en manos de Pristina SL, una inmobiliaria propiedad de Francis Franco, nieto del dictador Francisco Franco. Tampoco lo sabía el responsable del Juzgado de Primera Instancia número 41 donde este lunes estaba previsto que se dilucidase quién era el dueño legal de estas dos joyas del románico mundial. Por ello, el magistrado tuvo que retrasar el juicio hasta el próximo 19 de noviembre, cuando la familia Franco tendrá que presentar la documentación que demuestre que los dos profetas bíblicos aparecen en los balances contables de su firma, porque de la supuesta compra de las imágenes en 1954, sus abogados admitieron a EL PAÍS que no tienen pruebas.
El Pórtico de la Gloria era originalmente de mayor tamaño. Lo conformaba una antesala que incluía un gran arco central custodiada por dos puertas laterales menores, además de diversas esculturas de profetas. Detrás, se situaba el pórtico del que actualmente disfrutan los visitantes que se acercan a la capital de Galicia.
Pero en 1521 se modificó el conjunto arquitectónico y en el siglo XVIII el exonártex desapareció definitivamente de la nueva fachada catedralicia. Sus esculturas se desperdigaron. De hecho, de todas las figuras originales solo se conservan nueve: cuatro en el museo de la catedral, dos en el Museo Provincial de Pontevedra, otra en una colección particular y las de Abraham e Isaac, que son propiedad de una inmobiliaria radicada en la madrileña calle de los Hermanos Bécquer, 8, residencia hasta su fallecimiento de Carmen Polo, esposa del dictador.
¿Y cómo es posible que el “domicilio fiscal” de ambos profetas esté en la capital, mientras que las dos estatuas se ubican en el pazo de Meirás? Esto es precisamente lo que el juzgado 41 de Madrid intenta dilucidar, ya que las posturas de los demandantes (el Ayuntamiento de Santiago) y los demandados (los herederos de Carmen Franco Polo, hija del dictador) disienten. Lo único que está claro es que el 25 de julio de 1954, las dos estatuas estaban en el vestíbulo de entrada del Consistorio. Y que el día anterior Franco y su esposa visitaron la ciudad para protagonizar “una fervorosa y patriótica jornada en Compostela”, tal y como tituló al día siguiente y a cinco columnas La Voz de Galicia. A partir de aquí las posturas difieren.
El Ayuntamiento recuerda que en 1948 compró —existen las actas municipales— al conde de Ximonde, Santiago de Puga, tres esculturas, entre ellas las dos mencionadas. Este noble era descendiente del que en el siglo XVIII, tras ser desmontado el soportal del maestro, se las llevó a su casa. El Consistorio pagó por ellas 60.000 pesetas y las colocó en la escalera del pazo de Raxoi, sede municipal. Si en algún momento abandonaban Santiago, el Ayuntamiento tendría que compensar al conde con otras 400.000 pesetas.
Pero la visita de Franco a Santiago provocó, según el Consistorio, que las esculturas apareciesen, de repente, en el pazo de Meirás, residencia veraniega de los Franco. “Está claro que Carmen Polo las vio al entrar en el Ayuntamiento, se encaprichó de ellas y se las llevó”, dice Xoaquín Monteagudo, letrado del Ayuntamiento compostelano. A lo que el abogado de los Franco, Juan José Aizcorbe, del bufete Milans del Bosch, responde negativamente. “Tenemos un título justo [venta entre privados]”, si bien admite que no cuentan con ningún documento que lo demuestre. “Ellos [el Ayuntamiento de Santiago], tampoco”, afirma el letrado. Para Aizcorbe, además, existe una “prescripción adquisitiva”, lo que significa que han pasado los suficientes años desde la supuesta compra para que ya no se pueda poner en duda su propiedad.
Pero estos argumentos no convencen al Consistorio, que denunció a Carmen Franco Polo como heredera de las propiedades del dictador. Al fallecer esta en diciembre del año pasado, sus siete descendientes directos se convirtieron en propietarios del pazo de Meirás (sobre el que también hay un litigio) y las dos esculturas de valor incalculable.
El juicio estaba previsto para este lunes, pero tuvo que suspenderse porque Francis Franco decidió traspasar su parte a la sociedad Pristina. El juez, por lo tanto, tiene que modificar la demanda: ahora contra seis herederos y una sociedad. “Son tácticas dilatorias”, afirma Xoaquín Monteagudo. “Nos volveremos a ver en el juzgado dentro de un mes y, a lo mejor, otro de los herederos vuelve hacer lo mismo. Vamos, que nos quedan seis todavía por ver qué van a hacer. Y así va pasando el tiempo”, profetiza el abogado, lo que no hizo el maestro Mateo.
Cuatro nombres para dos personajes
El Diario Oficial de Galicia (DOG) publicó el pasado 5 de febrero una resolución de la Dirección General de Patrimonio Cultural que incoaba el expediente para declarar bien de interés cultural "las nueve esculturas del maestro Mateo procedentes de la desaparecida fachada occidental de la catedral de Santiago de Compostela".
En el documento se describe cada uno de los elementos y su ubicación. En el caso de las dos imágenes en poder de la familia Franco, la Xunta reconoce que pueden corresponder a cuatro profetas distintos.
Una, la que podría ser de Abraham o Jeremías, representa a un anciano de larga cabellera y barba, descalzo y que "porta una cartela en la mano izquierda a la altura de las rodillas y sujeta el manto que lo cubre"
En el caso de Isaac o Ezequiel, "esta figura manifiesta un gran paralelismo con la anterior, presentándose casi idéntica en efecto espejo, como corresponde a dos esculturas concebidas para estar enfrentadas"
El resto de personajes que la Xunta ha declarado bien de interés cultural y que formaban parte del pórtico son las figuras de David y Salomón, Enoc, Elías, Fernando II de León, el profeta Malaquías y la cabeza de un hombre barbado.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.