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Un paraíso frente al mar de cemento

Un antiguo ejecutivo trata de preservar con su finca alicantina L'Hort de l’Alé el alma del paisaje mediterráneo frente a la presión inmobiliaria

Miquel Alberola
Pascual Olmos en el cobertizo de la estufa de escaldar de L'Hort de l'Álé, en Pedreguer.
Pascual Olmos en el cobertizo de la estufa de escaldar de L'Hort de l'Álé, en Pedreguer.Mònica Torres

El valle situado entre la espalda del macizo del Montgó y el monte de la Sella es uno de los espacios más codiciados por la especulación urbanística que hostiga el litoral de la comarca alicantina de La Marina Alta. En medio de esa metástasis de cemento y en contra de la poderosa corriente, la Fundación Christian-Marc Olmos Vente ha rescatado una parcela de 15.000 metros, L’Hort de l’Alé, para recuperar la pureza de esta tierra de moscateles que caramelizó la prosa de Gabriel Miró y sustantivó con sus pasas la repostería de la Inglaterra victoriana.

Pero L’Hort de L’Alé, situado en el término mucicipal de Pedreguer, no es un santuario para la veneración de una causa perdida ni un parque temático rural. Es un proyecto basado en la promoción de la sostenibilidad y cuenta con la declaración de interés comunitario por la Generalitat valenciana, un rango avalado con ocho informes de otras tantas entidades. Sus fundamentos son la ecología (certificada por el Comité de Agricultura Ecológica de la Comunidad Valenciana), la etnología (un museo sobre el proceso y los intrumentos de la pasa) y la solidaridad (todas las actividades apoyan la integración de personas con discapacidad y acción social).

Erigido como huerto en la primera mitad del siglo XIX, cuenta con un riu-rau (casa con secadero de pasas arqueado) y una de las pocas estufas de escaldar uva que quedan en la provincia de Alicante, que hasta principios del XX lideró la exportación de uvas secas al norte de Europa, principalmente al Reino Unido. Además, en el huerto se cultivan 40 variedades de frutales, principalmente mandarinos, así como verduras, hortalizas, aceitunas y hierbas aromáticas y silvestres comestibles. La producción, a tono con la filosofía del proyecto, no se comercializa. La inminente cosecha de algarrobas, unos 2.000 kilos, será recogida por personas en riesgo de exclusión social. En noviembre serán recolectados unos 7.000 kilos de mandarinas por voluntarios para entregarlas a la Cruz Roja de Xàbia y Dénia.

El nombre del huerto refleja el espíritu de la fundación, que lo adquirió en 2012 en un estado decrépito y que empleó tres años en su restauración. “El alé [aliento]”, explica su impulsor, Pascual Olmos, “es la vida”. “El proyecto es una especie de reconocimiento del valor de la vida en varios aspectos, sobre todo el de la sostenibilidad”. En sus años de actividad profesional, Olmos fue un alto ejecutivo de compañías multinacionales. En 2007, la muerte en un accidente de su hijo, Christian-Marc, reorientó su vida e intensificó su inquietud por dejar un mundo mejor para sus dos hijas, que viven y trabajan en Londres.

Terrenos de L'Hort de l'Álé, en Pedreguer, con la sierra Segària al fondo.
Terrenos de L'Hort de l'Álé, en Pedreguer, con la sierra Segària al fondo.Mònica Torres (EL PAÍS)

Esa tragedia fue el germen de la fundación que lleva el nombre de su hijo (www.fundacionchristianmarcolmosvente.org) y cuyo lema es Make life your prayer (vive tu vida como una oración). Se trata de una institución familiar que se financia con recursos propios y no acepta donaciones externas. Sus primeras acciones fueron proyectos en Etiopía, donde la fundación ha construido varios pozos de agua y una línea eléctrica de ocho kilómetros para llevar la luz a los poblados de Girmama y Boromo.

Ahora, donde la norma es la depredación del territorio, la fundación ha levantado un dique para salvaguardar la personalidad del paisaje. “L’Hort de l’Alé conserva intacta el alma de los íberos, fenicios, griegos, romanos, árabes y cristianos”, resalta el escritor Manuel Vicent, uno de los devotos del huerto y usuario adicto de sus hortalizas y las infusiones de las hojas de su centenaria hierbaluisa. El escritor no es el único que busca bálsamo en este recinto de pureza. Aquí acuden actores y cineastas como Álvaro de Luna, Fernando León de Aranoa, Wolfang Burmann o José Manuel Cervino. También, entre otros, el cantante Raimon, el diseñador Xavier Mariscal, el deportista Juan Antonio Corbalán, el exdirector general de Empleo Jesús Fernández de la Vega o algunos exministros.

Armonía material y espiritual

Pascual Olmos (Catarroja, Valencia, 1952) fue un niño asmático que se convirtió en campeón de España de yudo y con 26 años presidió la Federación Española de este deporte. Esta disciplina espoleó su interés por la naturaleza y el zen. Con la perspectiva de haber ocupado diversos cargos directivos en Ford y en Repsol, propugna una alternativa al sistema de vida imperante a través de la armonización de lo material con lo espiritual y de la productividad con la satisfacción personal. Es la esencia de L’Hort de l’Alé.

“El huerto”, razona Olmos sentado en un banco sombreado en la falda de bancales de la Sella, “es un ejemplo de lo que sería vivir una vida material y una vida espiritual en combinación, de cómo buscar un equilibrio entre ambas partes disfrutando de las cosas que te ofrece la vida”. En los informes que consultó para escribir La vida que mereces, un libro realizado a cuatro manos con Álex Rovira, Olmos constató que en un período de 20 años se había duplicado la renta per cápita y, en cambio, la felicidad de las personas había disminuido y habían aumentado la ansiedad, el consumo de ansiolíticos y el número de suicidios. “Debemos reflexionar sobre qué estamos haciendo para que eso no funcione como debe”, alerta.

Él considera que hay que dejar de pensar en qué pasará después de la muerte, “que es la solución que te venden todas las religiones”. “Si hay algo más allá, es lo que te han dado, que es la vida; por tanto, honra lo que es la vida. Lo más importante es la felicidad de las personas, el equilibrio y la solidaridad”, sostiene. Este es la causa de L’Hort de l’Alé, que constituye un acto de rebeldía contra las inercias negativas desde la sostenibilidad, protegiendo el legado de los ancestros, promoviendo valores y difundiendo el patrimonio cultural.

El museo, situado en el interior de la estufa de escaldar, se puede visitar los primeros sábados de cada mes. El 8 y el 22 de septiembre L’Hort de l'Alé celebrará jornadas de puertas abiertas y actos relacionados con la elaboración de la pasa organizados por el arqueólogo del Ayuntamiento de Dénia, Josep Antoni Gisbert. La declaración de interés comunitario con la que cuenta es una garantía para que el proyecto resista las amenazas que lo rodean y el huerto no se pueda urbanizar en 30 años.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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