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Dos mujeres se colocan tras la cámara en el cine ecuatoriano

Gabriela Calvache y Micaela Rueda hablan de su experiencia en un oficio lleno de hombres

Gabriela Calvache (derecha) supervisa el cuadro durante un rodaje.
Gabriela Calvache (derecha) supervisa el cuadro durante un rodaje.

La ecuatoriana Gabriela Calvache (Ambato, 1977) está terminando su primera película de ficción después de siete años de trabajo. Se llama La mala noche y pone en escena la trata de mujeres. La película ha significado el momento más difícil en sus 20 años de carrera porque la hizo chocar contra varios muros. “Los 20 años anteriores de mi vida estuve dedicada a aprender, a producir a otras personas, a hacer cortitos, pero cuando quise hacer mi película sí hallé dificultades. Creo que el respeto no es el mismo hacia las mujeres directoras, más aún para las que somos grandes”, reflexiona. La cineasta recuerda que muchos cuestionaron su capacidad. ¿Crees que puedas dirigir?, le dijeron algunos hombres del oficio. 

La duda venía, en parte, porque son pocas las mujeres que se han atrevido con la ficción en Ecuador. Gabriela, que ya tenía una producción documental, vaciló y pensó mucho su proyecto. Escribió 15 versiones del guion. “Es probable que me hayan cuestionado más de la cuenta, pero esto me llevó a exigirme más. Hice muchas cosas, estudié dirección de actores durante dos años, entrevisté a muchos directores que admiro para entender cómo habían dirigido y aprendí”. 

La maternidad también la obligó a avanzar a un ritmo distinto al que hubiera querido. “No es lo mismo dirigir una película cuando eres madre, allí se marca la diferencia. Un director de cine que tenga hijos puede alejarse de su casa, esto una mujer no lo puede hacer, se espera de ella otras cosas… Es un hecho que las madres tenemos menos tiempo para trabajar, pero yo me propuse hacer una película muy minuciosa y fui al ritmo que podía ir”. 

Ese aire de construcción permanente llevó a la ecuatoriana a mercados internacionales como el Marché du Film en Cannes y también el encuentro de coproducción del Festival de Cine de San Sebastián, además del encuentro de productores en Cartagena de Indias. En estos espacios conoció al productor mexicano Geminiano Pineda, quien se vinculó a la producción para darle una proyección internacional. 

Sácame a pasear 

Micaela Rueda (Quito, 1983) es otra mujer que se atrevió a la ficción en Ecuador. Su filme, UIO: Sácame a pasear, relata el enamoramiento de dos adolescentes. La película tiene previsto su estreno este año en Ecuador después de casi ocho años de trabajo. Su proyecto y el de Gabriela tienen en una cosa en común. Ambas han apostado por mujeres protagonistas. Su guion también pasó por varios laboratorios y encuentros de coproducción internacional. 

Micaela cree que las mujeres deben poner un extra de concentración en la dirección audiovisual. “Lastimosamente, se sigue dando importancia a la mirada del hombre. Yo tuve que concientizarme desde el principio y dialogar mucho con el equipo técnico para transmitir lo que quería en mi película”. Su equipo era 80% femenino, pero no encontró mujeres para los roles técnicos. 

La discriminación ahuyenta a las pocas que se atreven a desempeñar roles técnicos. Analía Torres, que trabaja en la iluminación y es asistente de cámara, habla de los prejuicios con los que se ha topado. “Hombres y mujeres me han dicho que mi lugar en el set debería ser otro porque la fotografía es un trabajo técnico o porque hay que cargar cosas y yo no puedo. También me han criticado por posiciones corporales que ellos consideran indebidas o provocadoras. Es difícil parar eso. ¿Qué puedes hacer? Las respuestas de las personas machistas no suelen ser positivas, no dan lugar a un diálogo”. 

La paridad en el cine ecuatoriano es similar a los parámetros de la industria en la región. Los puestos jerárquicos y técnicos están ocupados por hombres. La Federación Iberoamericana de Academias de Cine (Fiacine) difundió el año pasado que solo el 31% sus 3.700 miembros son mujeres. Apenas el 18% se dedica a la dirección. La excepción está en la interpretación, donde las actrices superan con un 51% a los actores. 

Los números en el cine local son inamovibles, al menos en el corto plazo. Carla Valencia, montajista y profesora en la escuela de cine de la Universidad de las Artes, comenta que los trabajos de los hombres tienen más visibilidad. “Cuatro de los seis proyectos audiovisuales que este año se producirán en este centro de estudios serán dirigidos por hombres”, dice. Apenas el 37,5% de los estudiantes de esa escuela es mujer. En otras palabras, las Gabrielas y Micaelas seguirán siendo escasas tras las cámaras del cine ecuatoriano.

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