

El Real Madrid alarga el martirio del Atlético
El Real pasa a cuartos contra el Arsenal tras eliminar por quinta vez al equipo de Simeone, que marcó a los 27 segundos y controló el tempo, pero cayó en los penaltis tras un resbalón de Julián que anuló su gol


El tremendo derbi de octavos de la Champions terminó como termina todo en Europa, con el Real Madrid escapando por una rendija situada en el último extremo del duelo, más allá de la prórroga, esa rutina de las últimas seis citas en las que era posible. Y allí, un lance milimétrico cazado por el VAR, un resbalón de Julián Alvarez al tirar su penalti en la tanda que provocó que tocara dos veces antes de marcar. Ahí estuvo la diferencia de un desempate que cerró el acierto de Rüdiger, como el año pasado contra el City, y que conduce al Madrid a verse en cuartos de final contra el Arsenal (ida el 8 de abril en Londres, vuelta el 16 en el Bernabéu).


El campeón sigue adelante pese a que solo despertó en una prórroga agitada por Bellingham tras una noche espesa manejada por el rival. Cuando el Madrid parpadeó, el gol del Atlético ya estaba ahí. Fue solo 27 segundos después del saque inicial, y apenas tuvo ocasión de un breve despeje de Asencio. De Paul acabó con la pelota en la derecha, acertó con un pase al área entre las piernas de Mendy y las del central canario, y Gallagher colocó la eliminatoria en el punto al que soñaba llevarla Simeone. Aunque ni habría fantaseado con que fuera tan pronto. Su equipo nunca había marcado tan temprano en la Champions.
Pero allí estaban, empezando desde el principio otra vez, con el efervescente Metropolitano como escenario. Apenas importaba ya lo que buscaba Ancelotti recuperando a Modric para empezar un partido tan crudo, algo de lo que había ido quedando relegado. Lo que necesitaba su equipo los primeros 26 segundos, los que duró la ventaja del Bernabéu, no era lo que requería a partir de ese punto en el que el Atlético se acomodó a esperar sus momentos. Una noche diseñada por Simeone.
El Madrid no tenía mapa para ese paisaje. Acunaba la pelota de banda a banda, con parsimonia, sin filo, sin apenas carreras que invitaran a arriesgar un pase filtrado, con Mbappé, duda hasta horas antes, impreciso y lento recibiendo de espaldas. El Atlético vigilaba, con todos los hombres detrás de un balón que viajaba con pereza. Solo Vinicius liberaba arrebatos de rebeldía. Presionó a Oblak hasta ganar un córner, se iba a buscar a Llorente con energía en el cuerpo a cuerpo y con imaginación en el drible, pero sin fruto. Eran fogonazos que se extinguían al instante: llamas solitarias.
El Atlético manejaba el guión: pocas intervenciones, pero con picante. Se vio más a Asencio, imperial, que a Lenglet y Giménez. A veces a la contra, otras en fases aisladas de toque. Exprimía todo: el tiempo de espera y el de pelota. Julián Alvarez se citó un par de veces frente a frente con Courtois, y el belga sostuvo al Madrid en un partido de falso dominio, una noche dormida por el plan de Simeone. Su equipo reculaba y el Madrid aceptaba la invitación aletargado, en algunos momentos con los cuatro atacantes plantados en el área, quietos.
El pelotón de Ancelotti era incapaz de escapar de ese registro adormecido, mientras el de Simeone manejaba la espera. De fondo latía la certeza de que el Cholo guardaba pólvora para emprender la última carga.

Mientras, Ancelotti miró a su banquillo. Con el equipo abotargado, decidió retirar a Tchouameni y a Modric, y meter a Camavinga y Lucas Vázquez, para adelantar a Valverde al centro. Y enseguida pasó algo, aunque sin relación con ellos. Mbappé se encontró por primera vez con la pelota y campo por delante y provocó un lío a Giménez y Lenglet que terminó en penalti. Cuando más lejos parecía tenerla, el Madrid se encontró con la palanca para cambiar las tornas. Pero Vinicius mandó el penalti a la grada por encima del larguero.
El error desembocó en un breve periodo de agitación del brasileño y el Atlético también se abrió algo al intercambio de golpes, casi todos suyos. Pero el horizonte de la prórroga parecía una certeza, para Simeone casi parte del plan. El técnico no metió Sorloth y Correa hasta el 89, y al argentino le bastó para tener un tiro dentro del área antes de que el partido entrara en el tiempo extra, destino ineludible de estos derbis, territorio del que casi extrae lo planeado. Pero el Madrid aguantó sostenido por el entusiasmo de Bellingham y llevó la eliminatoria más al límite, allí donde sigue sin rival.
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