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Los Oscar más inclusivos de la historia

La 90ª ceremonia reivindica con orgullo la diversidad, la igualdad y la libertad sexual

Lupita Nyong'o y Kumail Nanjiani, en el escenario de los Oscar. En vídeo, Frances McDormand pone en pie a todas las nominadas tras ganar el premio a mejor actriz.Vídeo: KEVIN WINTER (AFP) / REUTERS-QUALITY
Tommaso Koch

Cualquiera recuerda alguna secuencia de una película. El buen cine sabe regalar sueños, esperanzas, alegrías y dolores. En teoría, a todos. En la práctica, a algunos mucho más. Porque el séptimo arte está hecho, en su gran mayoría, por hombres heterosexuales blancos que cuentan historias sobre y para ellos mismos. Así lo reflejan los datos y las 89 ediciones de los Oscar hasta la fecha. Pero este año un movimiento nacido para combatir el acoso sexual dijo Time’s Up, “se acabó”. El mundo, al fin, pareció escuchar. La gala, también. Y se regaló, por su 90 cumpleaños, la ceremonia quizás más inclusiva que se recuerde. Se lo debía a todos aquellos que el cine siempre ninguneó: la mitad femenina del mundo, los negros, los latinos, los gais, las lesbianas o los transexuales. Por una vez todos tuvieron el espacio que siempre merecieron.

“Somos dreamers [soñadores]. Nos criamos soñando con que algún día trabajaríamos en las películas. Los sueños son el fundamento de América”, afirmaron juntos desde el escenario Lupita Nyong'o, mexicana keniata, y Kumail Nanjiani, pakistaní criado en Iowa. Recordaban así a los llamados dreamers, los más de 800.000 inmigrantes sin papeles que llegaron a EE UU siendo menores, y a los que Donald Trump quiso deportar del país. “A todos los soñadores ahí fuera. Estamos con vosotros”, agregaron. Poco después, el actor y escritor mexicano Eugenio Derbez, al presentar la canción Recuérdame, de la película Coco, centrada en el Día de Muertos en su país, dijo: “En el más allá no hay muros”.

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No los había tampoco en el escenario de los Oscar. No hicieron falta protestas tan evidentes como los trajes negros en la alfombra roja de los Globos de Oro; aunque Frances McDormand, cuando recogió el Oscar a la mejor actriz protagonista, pidió a "todas las nominadas" que se levantaran. "Pido a los productores que no hablen con nosotras de nuestros proyectos en las fiestas de esta noche. Invitadnos a los despachos, y allí os los contaremos", defendió la intérprete. Por lo demás, los premios más importantes optaron por la normalización y los homenajes en lugar de la indignación: el cine somos todos, parecía querer decir la gala. Rachel Morrison, primera directora de fotografía de la historia en optar a los Oscar, afirmó en la alfombra roja que “va a empezar a ser difícil tener excusas para no contratar a mujeres”. Y protagonistas como Guillermo del Toro o Richard Jenkins lucieron chapas de Time’s Up. El cineasta mexicano, con el premio a la mejor dirección en la mano, aseguró: "Soy un inmigrante, como Alfonso [Cuarón], como Alejandro [González Iñárritu], como mis compadres y como muchos de vosotros. Lo mejor de nuestro arte es que borra las líneas en la arena. Hay que seguir haciendo eso cuando el mundo nos dice que las hagamos más profundas".

“Se va abriendo un nuevo camino, los cambios están impulsados por nuevas voces, un coro que recita Time’s Up”, aseguraron, juntas, desde el escenario, Ashley Judd, Salma Hayek y Annabella Sciorra, tres de las víctimas de los abusos de Harvey Weinstein, productor todopoderoso cuya caída en desgracia, tras las denuncias de decenas de mujeres, desató el huracán #MeToo contra el acoso sexual. Y el presentador, Jimmy Kimmel, dedicó buena parte de su monólogo a la inclusión de las mujeres.

Pero no solo. En el escenario se oyeron gritos de “Viva Latinoamerica” y “Viva México”, la transexual Daniela Vega, protagonista de la película chilena Una mujer fantástica, dijo que “una vez que las puertas se abren es difícil cerrarlas”, y cualquier momento de la gala parecía cuidar el equilibrio, la representatividad y la inclusión. El actor Wes Studi, nativo americano cherokee que algunos recordarán por Bailando con lobos, también tuvo su momento.

Había tanta inclusión que las cómicas Tiffany Haddish y Maya Rudolph salieron a tranquilizar al público: “No os preocupéis que ahora llegan muchos blancos más”. Sin embargo, justo después, un vídeo homenajeó a la diversidad de este año: de Mudbound, drama sobre el racismo, a Strong Island, documental de un director negro transexual, de Déjame salir a Call Me By Your Name. Greta Gerwig, única cineasta nominada a mejor dirección, recordaba que todas sus películas de la infancia “siempre estaban dirigidas por tíos”. Todavía hoy, las mujeres apenas están al frente del 11% de los filmes de Hollywood. “Estos cuatro hombres y Greta Gerwig han creado las joyas de este año”, dijo Emma Stone, al anunciar el premio a la mejor dirección.

Por una vez todos tuvieron el espacio que siempre merecieron

Lo difícil, claro está, es que todo esto cambie de verdad. Y que la gala no acabe solamente en una ocasión puntual, perdida. “Quiero que la gente sepa que este no es un movimiento que termina hoy. Seguirá adelante hasta que haya igualdad”, afirmaron en la alfombra roja Ashley Judd y Mira Sorvino, dos de las primeras denunciantes de los abusos de Weinstein. Como recordaba en los días previos The Hollywood Reporter, desde los cincuenta cada década de los Oscar ha tenido galas reivindicativas que han atacado la discriminación. Llovieron palabras bonitas, buenas intenciones y se pintó un futuro mejor. Cada vez, sin embargo, la rabia se volatilizó tan rápida como había montado. Hubo ruido, pero ningún cambio. Que sirva de lección.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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