Soldados en el camino de baldosas amarillas
Fluye relativamente bien en su narrativa, pero con una técnica cerca de lo pedestre
Matemático y escritor de novelas para niños, el ruso Alexánder Volkov creó la que según los especialistas es su mejor obra partiendo del mítico relato El maravilloso mago de Oz, publicado por L. Frank Baum en el año 1900. Recogiendo sus personajes principales, Dorothy y sus tres compañeros de viaje, Volkov escribió en 1939 El mago de Oz, y posteriormente una serie de secuelas, haciendo algo bien interesante: dotar al villano de la historia de una orientación y unas características militares que acababan llevando al cuento del camino de baldosas amarillas hasta el territorio de la alegoría infantil sobre los totalitarismos.
SALVANDO AL REINO DE OZ
Dirección: Vladímir Toropchin.
Género: animación infantil. Rusia, 2017.
Duración: 91 minutos.
Y esa es precisamente la única virtud, la única particularidad, de Salvando al reino de Oz, adaptación cinematográfica de los textos de Volkov, creada por el animador ruso Vladímir Toropchin. Una película con una historia que fluye relativamente bien en su narrativa, pero con una técnica cerca de lo pedestre en su proceso animado digital, por mucho que en ciertos instantes se intente imitar, en los volúmenes y en los movimientos, la artesanal técnica del stop motion.
De modo que a pesar de que el quijotesco diseño del hombre de hojalata resulta muy atractivo, y de que la notable banda sonora otorga cierto empaque a su ritmo y a su tono, la película es una más de esas discretas producciones animadas que vienen llegando a nuestro país casi cada semana, procedentes de medio mundo, en busca del público de multisalas seguramente más fiel: el infantil.