Pau Donés: “Ojalá en 50 años se siga bailando 'La flaca' en las verbenas”
El músico presenta '50 palos', doble álbum, gira y libro para celebrar medio siglo de vida
“Me pondré condón para follar, gracias”. Así, con humor, sin drama, con igual distancia de sí mismo que cercanía con el prójimo, respondió Pau Donés a la pregunta de un informador hiperpuntilloso de si tendría que tomar especiales precauciones por su cáncer para salir de conciertos por esos procelosos mundos. Las risas con que fue recibida su salida fueron el colofón de la multitudinaria rueda de prensa con que Donés presentó ayer en Madrid su regalo de cumpleaños a sí mismo y a su parroquia: 50 palos, una especie de obras completas de medio siglo de vida y 20 de su grupo, Jarabe de Palo, en forma de disco, libro y gira que le tendrá rodando todo el año por España, Europa y América.
Había llegado poco antes, dando largos tragos a una litrona de suero de glucosa prescrito por sus médicos para aguantar la tralla de la maratón de promoción en la que se ha embarcado. “Para lo que hemos quedao, antes me metía de todo y ahora me chuto azúcar, como los críos”, bromeaba a medias, mientras convidaba a una ronda del dulcísimo brebaje a la periodista. Como si no hubiera un mañana. Así, confiesa, ha decidido vivir Donés desde que el cáncer de colon que le diagnosticaron hace dos años le bajara a plomo de “la ola” de estrella del rock y le hiciera redescubrir la vida pura y dura. El placer de la rutina. La compañía de su hija, Sara, a la que “el disparate” de la fama le había robado al padre.
He aquí, pues, al Pau Donés de hoy mismo. Puro espíritu, aristas y ojos verdes: 66 kilos de fibra y huesos en un cuerpo de 185 centímetros sometido a los rigores de la enfermedad, la cirugía y la quimioterapia que “aún hoy, mañana, quien sabe y a quién le importa”, le respeta el enhiesto flequillo. Puede que esté más flaco que la legendaria flaca cubana que le catapultó a la fama hace dos décadas. Pero, quizá, más auténtico. Nunca estará ni más joven ni más guapo, parece pregonar con su entusiasmo. No le interesa el futuro, ni el drama, confiesa ¿Huida hacia adelante? “No, ganas de vivir, de exprimir el presente, porque vivir es urgente. Yo me puedo morir mañana, vale, y puede que tenga más papeletas. Pero tú también, y todos, y estamos tardando en darnos cuenta”, advierte.
“Acojonado a ratos”
El creador de pequeños himnos vitales como Grita, Bonito o Depende, el vendedor de dos millones de discos, no es ningún ingenuo, ni ningún iluso. Sabe a lo que se enfrenta. Y porque lo sabe, quiere compartir sus sentimientos al respecto. Así, “acojonado a ratos, sí, pero sin miedo a la muerte y sin miedo a la vida” escribió Humo, —“ahora que solo me queda esperar a que llegue la hora, abrázame fuerte por si fuera esta la última vez”— la canción “de amor” que le dedicó a su “mejor amante, la vida” cuando sintió que “se le escapaba”. Y así lo confiesa, sin rastro de impostura en unos ojos que penetran con lo que parece genuina empatía.
“Claro que sé que esta expectación se debe a mi enfermedad”, dice, aludiendo a su masiva presencia en los medios y al inusitado interés que ha despertado su disco, su libro y su gira, “pero también estoy gozando de esta atención con la tranquilidad de que tengo una mercancía cojonuda que ofrecer”, explica. Una mercancía, su producción al frente de Jarabe de Palo, que podrá gustar más o menos a según qué público, pero cuyos estribillos y melodías se han colado en el tuétano de varias generaciones a base de algo que se tiene o no se tiene. “El poder de emocionar. De que se te salte una lágrima oyendo una canción. O de que te den ganas de llamar a tu novio y decirle ven para acá. Y eso se está perdiendo. La música de ahora mola, yo también me muevo con la Katy Perry, pero lograr esa lágrima, ese suspiro, ese ay, es el reto. Que dentro de 50 años alguien se acuerde de un tío llamado Pau Donés me la trae floja. Pero pensar que la gente se siga besando bailando La flaca en las verbenas de los pueblos, si es que sigue habiendo pueblos, me hace sentir orgulloso. Ojalá”.
Un Peter Pan sin miedo ni fe
El “hiperactivo, disléxico y curioso” Pau Donés quiso presentarse al público tras dos años de ausencia solo y a pelo en el escenario del Teatro Alcalá de Madrid, una de las citas de la gira que emprende y en la que repasará su repertorio sin más adorno que un piano, un violonchelo y una voz, la suya, “sin miedo ni fe”. “Soy un Peter Pan, con cáncer, pero un Peter Pan, y lo seré hasta el final”, señaló. Y a fe que lo parece.
Babelia
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