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“Mi padre me dejó con un año en manos de una madre alcohólica”

Jonathan Shaw, hijo del músico de jazz Artie Shaw, se gana al público del Hay Festival con el relato de su vida como vagabundo y drogadicto y de su novela de culto ‘Narcisa’

Ferran Bono
El escritor Jonathan Shaw muestra algunos de sus tatuajes.
El escritor Jonathan Shaw muestra algunos de sus tatuajes.DANIEL MORDZINSKI

Narcisa es tan bella como adictiva. Sus largas piernas y su dependencia del crack vuelven loco a Cigoto. No importa que esté curado de espanto y ya de vuelta de todo: el amor y el sexo enganchan tanto como cualquier droga. Y esa joven y deslenguada prostituta brasileña es droga dura. “Yo lo sé porque he pasado por todo ello y porque he conocido a muchas locas como Narcisa, aunque al final acaba siendo un arquetipo. Si no, no hubiera podido escribir ese personaje de la novela”, dice Jonathan Shaw (Los Ángeles, 1953) a este periódico horas antes de ganarse este jueves al público del festival literario Hay, que se está celebrando en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias. Se lo ganó por su sinceridad (que a veces bordeaba la impudicia) y su humor a la hora de contar su extraordinaria y dramática vida y el argumento de su libro ‘Narcisa’ (publicado en español por Sexto Piso).

Empezó recordando a su padre, el afamado músico de jazz Artie Shaw, y a su madre, la actriz de Hollywood, Doris Dowling. “Mi padre me dejó con un año en manos de una madre alcohólica. Eso marcó mi vida. Fui criado en guerra, en un mundo violento. Policías, ambulancias… Así que me lancé a la calle y caí en las drogas, claro”, explicó en un castellano de marcado acento mexicano, aprendido durante sus vagabundeos por el país norteamericano que atravesó hasta establecerse en Río de Janeiro, donde vivió varias décadas.

Él logró salir de las drogas y hoy reitera que “uno se puede levantar de la basura y caminar como un ser humano”. Rememora esa temprana experiencia, así como la relación con sus padres en su nuevo libro, el primero de sus memorias, ‘Historias de un artista del tatuaje’, con portada de Robert Crump –“uno de mis hermano”, apostilla-. Por si acaso, se apresta a aclarar que no se trata de un libro de autoayuda, ni tiene “nada que ver con Paulo Coelho”.

Su forma de ver la vida y la literatura le acerca más a escritores como su apreciado Charles Bukowski, a quien conoció y trató. Rinde tributo a autores que considera poetas aunque escribieran en prosa como Gabriel García Márquez, Henry Miller, Louis-Ferdinand Céline o Arthur Rimbaud,

Su novela Narcisa, publicada en 2008 en EE UU fue elogiada por Jim Jarmush, Iggy Pop o Marilyn Manson. Y fue el actor Johnny Depp quien hizo valer su fama y contactos para que la reeditara un gran sello editorial en 2014. La experiencia, sin embargo, no fue de su agrado y hoy el escritor, que fue un reputado profesional del tatuaje, como muestra su cuerpo, abomina de las grandes editoriales. 

Durante la entrevista con este periódico y la intervenció en el festival, Jonathan Shaw repitió que la vida son círculos concéntricos y que la carga genética influye en tu devenir. Él, cuando estaba ya en la cuarentena, conoció a su padre, que superaba los noventa. Era una asignatura pendiente para superar su pasado y encontrarse a sí mismo. "Era un hombre muy cerrado y llevaba muy mal la fama", afirmó el escritor, quien no heredó el talento de su padre, clarinetista y director de orquesta, pero sí el gusto por la música. "Todo lo que nos gusta y hacemos es por algo", añadió el escritor en la charla con el periodista y poeta Mario Jurisch.

Al final, el escritor manifestó, en respuesta a la pregunta de una oyente, que él también tiene un hijo al que sólo conoció cuando el menor tenía 17 años (ahora tiene 32). Dijo sentirse "orgulloso" de  la vida de artista en Buenos Aires de su vástago, si bien al instante se corrigió y aseguró que el "orgullo" sólo debería sentirlo la madre, porque fuera ella, “gracias a Dios”, quien lo crio. “Yo estaba muy loco, si hubiera sido criado por mí, sería un desastre”, Fue el único momento en que adoptó una actitud seria, sin el distanciamiento que da la ironía, el reirse de las propias desgracias. El público le despidió con un caluroso aplauso.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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