“Bergoglio nunca fue cómplice de la dictadura argentina”
Marcelo Larraquy publica ‘Código Francisco’, resultado de una investigación de tres años sobre el Papa más político
La seriedad con que el historiador y periodista Marcelo Larraquy (Buenos Aires, 1965) emprende cada uno de sus proyectos apabulla. Lo hizo con cada uno de los libros que escribió sobre la historia argentina reciente, ocho en total, obsesivamente documentados. Y ha honrado esa regla con su último proyecto, 'Código Francisco’ (Editorial Sudamericana – 2016), 450 páginas que indagaron la senda de Jorge Bergoglio como líder jesuita y arzobispo de Buenos Aires, su relación “sinuosa” con la dictadura argentina (1976-1983) y los mecanismos que lo convirtieron, finalmente, en un líder político global desde su asiento en el Vaticano.
Larraquy debutó en la senda del Papa Francisco con una biografía que tituló “Recen por él. La historia jamás contada del hombre que desafía los secretos del Vaticano’ (Editorial Sudamericana – 2013). Y ahora ha completado ese trabajo iniciático con un libro que dividió en tres partes. En la primera abordó de lleno la geopolítica de Francisco y la “nueva mirada para el mundo” que imprimió a la Iglesia Católica. Y desde allí desgranó los mecanismos que ha utilizado Francisco para que la Iglesia tuviese un papel relevante en situaciones tan diversas como Siria, la relación entre los Estados Unidos y Cuba, la crisis de los refugiados en Europa y “los excluidos del mercado”. “Lo que el libro estudia son las lógicas del Papa para intervenir en la política internacional, por eso arranca con la geopolítica y no con la biografía. De alguna manera las claves del pontificado están acá”, dijo el autor a una ronda de periodistas.
La estrategia, a grandes rasgos, puede resumirse en la insistencia del Papa por la “periferia de la periferia”, como dijo Larraquy. Sus viajes pastorales a Ecuador, Paraguay y Bolivia, o la visita a Lampedusa, desde donde denunció la actitud de Europa hacia la inmigración, fueron una muestra de ello. “Él va a las periferias más humildes de América Latina, herederas de los destrozos del neoliberalismo. Bergoglio siempre estuvo en contra del neoliberalismo, incluso desde el año 99, cuando era cardenal de Buenos Aires”, explicó.
Para comprender las raíces de ese compromiso político, el autor emprendió en la segunda parte del libro un recorrido por los años en que Francisco era Bergoglio. Fue en ese tiempo que le tocó lidiar con el gobierno militar argentino y el secuestro, el 23 de mayo de 1976, de dos sacerdotes de la Compañía de Jesús que estaban bajo su protección: Orlando Yorio y Francisco Jalics. La actitud que adoptó Bergoglio, por entonces un cura de 41 años que estaba a cargo de la orden provincial de los jesuitas, le valió acusaciones de complicidad con los militares. En 2010, Bergoglio incluso tuvo que defenderse ante un tribunal argentino. Larraquy concluyó, en base a documentos y testimonios de los involucrados, que la “leyenda negra” que rodeó al obispo –reactivado tras su elección como Papa- no tiene fundamentos históricos.
Protección y silencio
“Nadie, ni los principales acusadores de Bergoglio, creen en una complicidad con la dictadura. Bergoglio quería cerrar las comunidades de base que implicaban que los jesuitas salieran a los barrios obreros a estar con los pobres porque no les podía ofrecer seguridad. "Esta era la tensión”, explicó Larraquy . “Es el peor momento de Bergoglio en el libro, sinuoso, ambiguo. Es un Bergoglio que está desbordado porque dos curas (Yorio y Jalics) quieren seguir con su teología tercermundista. Y este desborde llega al extremo cuando secuestran a estos dos curas. Pero él pide por la vida de ellos”, agrega.
El historiador reproduce la declaración de Bergoglio ante los tribunales, donde detalla que se reunió con el dictador Jorge Videla y el almirante Emilio Massera, miembro de la Junta Militar, para pedir por la libertad de los sacerdotes. Yorio y Jalics finalmente sobrevivieron a las torturas y el encierro y la Compañía de Jesús se encargó de sacarlos de Argentina.
Sobre la actitud de Francisco, Larraquy escribe que en los 70 “refugió curas, seminaristas y laicos que eran perseguidos o estaban en riesgo. Quiso salvarlos”. Pero también fue cierto que no denunció públicamente el terrorismo de Estado, como sí hicieron otros obispos, como Enrique Angelelli, asesinado por los militares en agosto de 1976. En cambio, “Bergoglio utilizó los canales internos de la Iglesia, el nuncio o el padre general de la Compañía de Jesús en Roma. Bergoglio aplicó una política de protección y silenció”, agregó el autor. Esa estrategia es la que ha cubierto de sombras hasta el día de hoy el pasado de Francisco.
Babelia
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