Un cómic recrea la caída del Muro
Max Mönch y Alexander Lahl se inspiran en sus propias vivencias en Berlín oriental para escribir el guion de 'Arenas movedizas', ilustrado por Kitty Kahane
Max Mönch tenía 11 años cuando el Muro de Berlín, a medio kilómetro de su casa, se evaporó. Como todos los habitantes del lado oriental, él también cruzó. Lo primero que vio fue un chocolate sobrevolando hasta aterrizar sobre la cabeza de alguien. “Pensé que el Oeste era el País de Jauja”, rememora con humor Mönch. Luego se dedicó a vender a los estadounidenses trozos de muro. Con los 200 marcos que ganó, se compró su primera mountain-bike.
Mönch es coautor junto a Alexander Lahl y Kitty Kahane de Arenas movedizas (Impedimenta), el cómic que relata los días finales de la República Democrática Alemana (RDA). “Tanto Alexander como yo crecimos en un ambiente contradictorio. Algunos familiares y amigos habían sido vigilados por la Stasi y encarcelados, mientras que otros se beneficiaron del régimen y trabajaron para la Stasi o el Estado”, cuenta por correo electrónico.
Su novela gráfica, que presentarán los autores el miércoles en Madrid y el jueves en Barcelona, recorre los estertores del régimen comunista de la mano de Tom Sandman, un enviado especial de The New York Times a quien su jefe destina a países donde vaticina que se hundirá el socialismo, e Ingrid, una antigua nadadora de competición que logró huir de la RDA después de pasar una temporada en la cárcel. Ingrid vive atrapada entre la añoranza de su familia y la sospecha de que la delación de sus planes de huida partió de ellos. “La historia de Ingrid es de alguna manera una biografía muy típica de la Alemania oriental”, señala Mönch, coguionista del álbum, ilustrado por Kitty Kahane con toques expresionistas. No falta la recreación de uno de los momentos más icónicos que precedieron a la caída del Muro: el famoso beso entre Mijaíl Gorbachov, entonces presidente de la URSS, y Erich Honecker, su homólogo en la RDA, en octubre de 1989.
“¿Qué habrán pensado Honecker y Gorbachov al besarse?”, interroga en el cómic el periodista Tom Sandman. La respuesta de Ingrid debió ser un chiste popular en la época: “Muy sencillo. Honecker se ha preguntado si Mijaíl aún le ama”.
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